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martes, 9 de abril de 2013

Amarrado a ti Capítulo 67




Trago saliva, intentando asimilar esa frase. ¿No viene? No sé si alegrarme o llorar. Necesito verle, pero parece que no va a ser posible. 
-Ah- me limito a decir, girándome de nuevo hacia el espejo.
-Lo siento, Aroa- se levanta y se coloca a mi lado.
-No pasa nada, es mejor así- intento ser fuerte, sí, es mejor así.
-Bien- me acaricia el pelo y sale en silencio de la habitación. 
-Pero, ¿por qué?- me derrumbo.
-¿A qué te refieres?- pregunta mi madre preocupada, entrando de nuevo al escucharme.
-¿Por qué no viene?
-El club no le deja venir porque le necesitan en el equipo superior.
Resoplo, dejándome caer en la cama y me llevo las manos a la cabeza. 
-Aroa, tú misma lo has dicho, es mejor así, debes olvidarte ya de él, ha pasado mucho tiempo- busca mi mirada.
-Lo sé mamá, pero no es fácil, necesito verle, necesito- hago una pausa-, necesito saber si todavía siento algo por él.
-¿Y este chico de la universidad? ¿Te gusta?
-Oh, mamá, es complicado.
-Tengo más experiencia que tú, Aroa, lo entenderé.
-Verás- me ruborizo al pensar en Pablo-. Este chico, Pablo- aclaro-, me encanta, sí, ¡me encanta! Pero no sé hasta qué punto. Pablo es perfecto, así, tal cual y se ha convertido en una persona muy especial para mí, pero…
-¿Pero?
-Darío todavía sigue en mi cabeza, no puedo sacármelo por mucho que lo intente, necesito saber de él, verle, para ver si le quiero más que a Pablo o no.
-Mira, hija, tu abuela siempre me decía que si dudas entre dos chicos, quédate con el segundo, ya que si estuvieses realmente enamorada del primero no te hubieses fijado en el otro.
Intento pensar en sus palabras. Darío o Pablo. Pablo es el segundo, entonces, ¿debería quedarme con Pablo?
-¿Debería quedarme con Pablo?- la observo buscando una respuesta. 
-Eso no lo puedo decidir yo, sólo puedes hacerlo tú- sonríe con ternura.
Suspiro, abrazando a mi madre y dándole las gracias por todo. ¿Qué debo hacer?
 
 
Quizá no tan lejos de allí (Pablo)
 
Entro en el Starbucks cerca de la Sagrada Familia y el olor a café se filtra sin piedad por mis fosas nasales. No hay nada mejor para comenzar el día. Hago cola, pido un Caramel Macchiato y bajo el par de escalones que llevan a la salita acristalada. Allí está Javi esperándome dónde habíamos dicho. La taza de café me arde en las manos y lo suelto en cuanto llego a la mesa, dejando libres mis manos. No está solo, una chica morena con grandes ojos marrones le acompaña en esa pequeña mesa redonda de madera. Ella se levanta de un salto y me abraza, estrujándome contra ella. 
-¡Hola, Laia!- le doy dos besos sonoros en las mejillas-. Javi- alzo la mano y él me la choca sonriendo. 
-¿Cómo fue anoche?- ríe Javi, no puedo evitar sonrojarme.
-¿Qué ocurrió anoche?- pregunta Laia intrigada.
-Eh- siento sus ojos clavados en mí, esperando ansiosos una respuesta-. Eh… nada, no… no ocurrió nada.
-Vamos, ¡si te enfadaste cuando llamé!
-Pero no ocurrió nada- susurro.
-Va, no mientas, seguro que cuando colgué…
-¡No!- le corto.
-Pero hubiese pasado si no hubiese llamado, ¿me equivoco?- sonríe.
-Sí… no… no lo sé… puede. Además, ¿a ti qué te importa lo que haga o deje de hacer?
-¿Queréis contarme qué pasó anoche?- pregunta Laia desesperada sin entender nada.
-El pillín éste, que se acostó con su novia- grita Javi, incitando a varias personas a girarse al escucharle.
-¿Tanto para eso?- ríe-. ¿Y qué, cómo fue?- baja la voz.
-¡Sht! ¿Cómo os explico que no ocurrió nada?- susurro.
-Está bien, creámosle Javi, no creo que lo ocultase- sonríe.
-De acuerdo. Voy al baño, ahora vengo- Javi se levanta y desaparece entre la gente.
Nos quedamos en silencio. Me ha resultado extraño hablar de este tema delante de Laia. Ella fue la primera chica de la que me enamoré. Los dos hemos cambiado mucho, pero no puedo evitar verla de forma distinta. 
-¿Cuánto tiempo llevas con ella?- pregunta acabando con el silencio incómodo.
-Muy poco, nos hemos conocido en la universidad. ¿Y tú? ¿Tienes a alguien en Madrid?
-No- sonríe sin ganas-, de momento no.
-Bueno, ya conocerás a alguien- ella asiente intentando sonreír de nuevo.
-¡Ya estoy aquí!- grita Javi en mi oído pillándome por sorpresa-. ¿Me habéis echado de menos?
-¿Quién te va a echar de menos, Javi?- río observando sus ojos azules.
-Tú, por supuesto, sé que te encanto, cariño- se me acerca poniendo morritos como si fuese a besarme y me aparto bruscamente.
-Más quisieras chaval- suelto una carcajada y doy un sorbo a mi café que ya está a una temperatura moderada.
-Le haría la competencia a Aroa.
-No creas, te da mil vueltas.
-¿Has oído eso?- pregunta indignado a Laia.
-Es normal, está enamorado- me sonríe y yo la correspondo.

2 comentarios:

  1. ooiiiiisssn!! Que bueno tiaa!
    "Mira, hija, tu abuela siempre me decía que si dudas entre dos chicos, quédate con el segundo, ya que si estuvieses realmente enamorada del primero no te hubieses fijado en el otro." Eso a sido genialde verdad un puntazo me ha dejado loca!! Menuda razonn! como todas las madres y las abueelass! =)

    temngo entrada nueva asique si quieres, ya sabes, que te espero :D

    http://tequieroentrealgodones.blogspot.com.es/

    PORCIERTO; me puedes seguir en mi twitter personal @arrate46 si quieress. UN BESAZO ENORMEE QUE ROCE EL INFINITOO!

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    Respuestas
    1. Jo, me alegro que te haya gustado tanto :')
      Esa frase tiene una gran razón, la verdad...
      ¡Un beso muy muy muuuuuuy grande! <3

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