Traducir

jueves, 27 de marzo de 2014

Felicidades, incomprendido

candlelightQuerido Idiota, hacía días que ya no te escribía... Supongo que hoy es un día especial para ti, es tu cumpleaños... Cómo han cambiado las cosas, parece imposible que ya no estemos bien, bueno, ni bien ni mal, porque ya no mantenemos ni el más mínimo contacto. A ti te da igual no obtener una felicitación por mi parte, pero a mí me rompe no atreverme a decirte nada. Porque si te escribiese iría en contra de la razón, y de mi orgullo. Incluso podría decir de mi dignidad... Porque he acabado dando tanto por ti... 
Ojalá pudiese recibir una mísera sonrisa tuya, de esas que atrapas y no dejas ir. Una mirada especial para olvidar todo lo ocurrido. Un gesto que me pida perdón. Pero no es así, ni lo será. Dos completos desconocidos no se regalan sonrisas ni su tiempo, porque es absurdo hacerlo. El problema es que me es imposible verte como una persona más de este mundo, porque eres el más complicado e impredecible, características que te hace sobresalir por encima de los demás. 
Ojalá pudiese dar más de lo que he dado, pero no me queda nada más que ofrecerte. Fuimos un error que ninguno se atrevió a cometer. Espero que hoy pidas un deseo que te haga feliz...
Felicidades, incomprendido. 

miércoles, 26 de marzo de 2014

Amarrado a ti Capítulo 116

Llego a la puerta que conduce a su apartamento y suspiro, nerviosa. A pesar de mi intranquilidad, decidida llamo al timbre y espero. Un minuto, dos… Llamo de nuevo, preocupada y arrepintiéndome. 
Finalmente, cuando estoy a punto de irme, la puerta se abre con pesadez y ante mí aparecen esos ojos carbonizados que tantas ganas tenía de ver. Solamente lleva unos bóxers azules, por lo que puedo observar todo su cuerpo y su tatuaje. 
-Aroa… -pronuncia mi nombre, y a la vez otra silueta aparece tras de él.
-¿Quién es? –pregunta con los ojos entrecerrados aquella chica que parecía ser una antigua amiga de él. Reconozco la camiseta que la cubre, definitivamente es de Pablo. Un nudo se apodera de mi garganta y me quedo parada. 
-Yo… No… No sé qué hago aquí… Yo… Soy estúpida… -de un impuso bajo corriendo las escaleras, saltándolas de dos en dos, escapando de aquella terrible escena que acabo de presenciar con la maleta a cuestas. 
¿Acaso había pensado que yo era especial para él? Se enfadó tanto el domingo… Pensaba que me quería, que él estaba seguro de ello, que yo era la única en su vida… Pero acabo de darme cuenta de que nada es para siempre, que las promesas se pueden romper de un momento a otro y que los sentimientos son efímeros, se van para no volver nunca más.
Salgo de allí y camino por las calles, sin rumbo alguno, con el deseo de perderme y de que nadie me encuentre nunca. ¡Maldita ingenua! ¿De qué he vivido este tiempo? Al final la destrozada he sido yo, me lo merezco, por haberme dado cuenta tarde de mis sentimientos por él, por haber dudado y por haberle dejado ir. 
No puedo aguantar más y rompo a llorar, sin reparo. ¿Por qué cuando creo que he llegado a la meta me cambian el rumbo de todo? Pablo… Le quiero, ahora sé que le quiero, pero no ha tardado ni dos días en encontrar una sustituta. Duele demasiado saber que ya no eres especial para alguien, que tu puesto ha sido ocupado por otra persona y que no puedes retroceder. 
-¡Aroa! –Ignoro esa voz y sigo corriendo por las calles, intentando escapar de ese maldito dolor- ¡AROA! ¡Espera un momento, por favor!  
-No quiero escucharte, ¿vale? ¡Déjame en paz! –grito fuera de mí.
-Por favor, déjame explicarte –me atrapa la mano.
-¿No has oído? –Me giro, mirándole con lágrimas de rabia en los ojos-. Vete, me basta con haber visto lo que he visto.
-Lo siento, no puedo negarte nada… Porque sí, lo que has visto es cierto –algo dentro de mí se muere, tal vez esa mínima esperanza de haber pensado mal.
-¡Eres un cabrón! –me alejo de él.
-¿Qué querías que hiciese? ¿Querías que te esperase sabiendo que te estabas acostando con otro tío en Italia?
-¡Tú no sabes nada! ¡Yo no he hecho nada, absolutamente nada, allí! –baja la cabeza, sabiendo que ha hecho mal, sin más argumentos.
-¿Y yo cómo lo iba a saber? ¡Estaba muy enfadado contigo, me hiciste sentir como una mierda cuando me dijiste que te ibas!
-Pues no lo parece, ya veo que no has necesitado mucho tiempo para olvidarte de mí, ¿me equivoco?
-Sí, te equivocas, no te puedes ni imaginar lo difícil que es aceptar que la persona por la que darías todo no sabe lo que siente por ti, que no está a la altura de tus sentimientos –me quedo parada, asimilando todo lo que acaba de decirme.
-Sí, ya veo lo mucho que me has echado de menos, ¡eres un capullo! ¡Te odio! –repito, sin entender sus palabras que contradicen a sus hechos.
-Eres una egoísta, Aroa –esas palabras me duelen más que cualquier otra cosa-. ¡Me dejaste tirado y aún así querías que yo estuviese esperándote!
-¿No dices que me querías?
-Yo no he hablado en pasado, te sigo queriendo, pero veo injusto tu comportamiento.
-No has sido tú quien se ha encontrado a la persona que quieres con otra, no eres el más indicado para hablar de comportamientos injustos…
-¡Lo habíamos dejado, Aroa! 
-Tú lo ves todo muy fácil, Pablo. ¡Yo soy incapaz de acostarme con otra persona queriendo a otra! 
-Una cosa es acostarse y otra olvidar, Aroa. Son cosas muy diferentes.
-Sea lo que sea, no me esperaba esto de ti. 
-Aroa, escúchame, yo te quiero, y ojalá pudiésemos volver a estar como antes…
-¿Cómo antes? ¡Vete a la mierda! ¡Sois todos iguales! –me alejo de él en contra de mi voluntad. 
Todo sucede muy rápido y no tengo tiempo a reaccionar. Sujeta mi nuca con firmeza y me hace girar sobre mis talones, aferrándose a mis labios con un beso desesperado. Me pierdo en los suyos, olvidando por unos segundos todo lo ocurrido y dejándome llevar por este momento de desconsuelo. ¿Por qué le quiero tanto? El beso que estaba esperando horas antes y que ahora esta situación me impide disfrutar. 
-¡Ah! –grita, sorprendido al recibir un bofetón por mi parte. 
-¡Déjame en paz! ¡No me busques, ¿entendido?! ¡Olvídame! –digo a gritos, deseando que haga todo lo contrario. 
Esta vez no me sigue y camino desolada por estas calles desiertas que me acompañan.


¡Hola personitas! Ahora sí que sí, tengo el FINAL. Quedan unos cinco capítulos, ¡y estoy atacada! Me da muchísimo miedo que no os guste el final, espero no decepcionaros y que en cierta medida os guste...
¡Un beso muy muy muuy grande! <3

jueves, 20 de marzo de 2014

Amarrado a ti Capítulo 115

En un local de Milán (Giulia)
 
-¿Cómo es que has venido? ¿No tenías la noche libre hoy? –le pregunto sorprendida por su llegada.
-Exacto, pero me apetecía verte antes de irme a dormir.
-¿Ya se ha ido? –ignoro su respuesta y voy directa.
-Sí, hace una hora ha cogido el avión –alza la voz a causa de la música. 
Está tocando un grupo de jóvenes en el escenario una versión de la canción Just give me a reason de P!nk. 
-Siento mi comportamiento de niña pequeña… He sido una estúpida…
-No te disculpes, entiendo tu reacción- acepta, sentándose en un taburete-. Bueno, ¿qué? ¿No me vas a servir nada? –sonríe, pícaro.
-¿Qué quiere el señorito? –le sigo la broma.
-Pues… La verdad es que es complicado, no sé a quién invitar esta noche a mi casa, si a la chica que me está hablando ahora o a aquella que se está tomando un Gin-tonic al final de la barra.
-Oh, pues yo creo que deberías de llevarte a la cama a la segunda, sí, tiene pinta de querer darlo todo –comento sarcástica.
-Otro día será, esta noche me decantaré por esta camarera tan guapa.
-¿Tú crees que ella querrá quedar contigo esta noche? –aguanto la risa.
-No creo que pueda resistirse a mis encantos… Pero, no lo sé, ¿por qué no le preguntas?
-Mm, está bien –hago una pausa-. Dice que de acuerdo, que quiere salir contigo y que la esperes a que termine de trabajar, que sólo le queda media hora.
-Dile que la esperaré –sonríe de oreja a oreja y me roba un beso entre la gente.
-Qué idiota eres –sonríe inevitablemente.
-Oh, gracias, bonito piropo, yo también te quiero- suelta una carcajada que se ahoga en los acordes de aquella canción que parece terminar.
 
 
En un aeropuerto de Barcelona (Aroa)
 
Recojo las maletas de aquella cinta gigante y camino, perdida por el aeropuerto. Realmente no sé por dónde debo ir, le he mandado un mensaje a mi madre para decirle que acabo de llegar, pero que cogeré un taxi. Me siento un poco mareada a causa del vuelo, ha habido una serie de turbulencias que me han revuelto el estómago y ahora mismo no me encuentro muy bien. Son altas horas de la madrugada ya y no hay muchas personas en la zona de llegadas. 
Consigo salir al exterior después de pasarme aproximadamente un cuarto de hora dando vueltas sin rumbo y me dirijo a la gran fila de taxis. Me acerco a uno de ellos y…
-¡Hola, señorita! –me saluda. Su rostro me suena y no tardo en reconocerlo, es el mismo chico que me vino a buscar con su taxi a la casa de la playa…
-Hola –sonrío, probablemente él ni siquiera se acuerde de mí.
Entro la maleta junto a mí y el conductor me mira por el retrovisor.
-¿Adónde la llevo? -Me quedo parada. ¿Adónde voy a ir? Pienso la respuesta y un escalofrío recorre todo mi cuerpo. Finalmente me decanto por una opción y le explico la calle-. De acuerdo, allá vamos –sonríe-. Su cara me suena de algo y no piense que estoy ligando con usted, eh –suelta una carcajada-, de veras que me suena muchísimo. 
-Ya me ha llevado en otra ocasión –sonrío.
-¡Ah, sí! Ya la recuerdo. Es quien se quejaba de la música de mi reproductor, ¿me equivoco?
-No, no se equivoca… -me sonrojo.
El camino se hace lento, largo, tal vez eterno. No paro de darle vueltas a todo lo que tengo en la cabeza, de pensar en Pablo… Las calles, ya desiertas, son iluminadas de manera intermitente por cada una de las farolas que las acompañan en estas noches tristes. Jamás pensé que llegaría a identificarme con una mísera calle. Las personas pasan por ella, la reconocen y algunos incluso tienen bonitos recuerdos allí. Y cuando llega la noche… todo se esfuma, todo se oscurece y pierde esa belleza especial que la hace única, se vuelve en una vagabunda más. Y es como me siento ahora mismo. Sola y con miedo a quedar olvidada entre tantas otras calles paralelas.
-Bueno, señorita, espero que luche por lo que realmente quiera conseguir –sonríe-, ya hemos llegado. Son doce con veinte, pero se lo dejo gratis, ya es usted una conocida.
-No, no puedo…
-Insisto, no todos los días uno se encuentra chicas tan guapas como usted –sonríe sin malicia a través del retrovisor y me contagia.
-Bueno… Muchísimas gracias, que tenga un buen día o una buena madrugada –sonrío y salgo del coche. 
El frío de la madrugada me cala los huesos y mi cuerpo es incapaz de responder a mis impulsos. Estoy delante de aquel edificio que tantos recuerdos me trae y no sé si he hecho bien en venir aquí. Todavía me quedan fuerzas para afrontar este reto que me ha puesto la vida y mis propios sentimientos, y estoy dispuesta a luchar. El portal está abierto, de modo que me adentro en él y me observo en el gran espejo que cubre totalmente la pared izquierda. Mi cabello no está en su mejor momento, está despeinado y sin una forma específica, pero no me importa mucho, la verdad… Opto por subir por las escaleras para poder pensar durante un poco más de tiempo sobre lo que voy a decirle, no será nada fácil.

¡Hola, personitas! Cada vez queda menos, he escrito el final, pero no estoy segura, tal vez lo cambie, es muy complicado escoger jajaja
ESpero que os guste ¡Un beso muy muy muuy grande! <3

jueves, 13 de marzo de 2014

Un fugaz cruce de miradas

Alone time | via TumblrSe dejó caer en el asiento del autobús después de un largo día lleno de recados a medio hacer. Resopló, cansada, con la sensación de desplomarse allí mismo, sin contemplaciones, y con el sueño asomándose en sus bostezos cada dos minutos. Apoyó la cabeza sobre el cristal y con el movimiento de éste a causa del motor del transporte, se olvidó de todo lo que la rodeaba. Sus pensamientos se escaparon más allá, incluso parecieron confundirse con las anaranjadas y rosadas nubes que decoraban el cielo a esas horas de la tarde. Ojalá pudiese volar, ser libre de todos los prejuicios que la acosaban y de toda la superficialidad que salía a borbollones de la boca de la sociedad. 
Un apestoso olor a alcohol la alejó de aquel ideal cuando un hombre que apenas conseguía mantenerse en pie, se colocó unos asientos más atrás. No había llegado la noche y había personas que ya amenazaban con caer en un coma etílico. No entendía esas ansias por acelerar el tiempo, con lo bonito que es disfrutar tranquilamente de la vida sin saber la hora que es... 
Sus mejillas se enrojecieron tímidamente cuando sus ojos se toparon con un extraño frente a ella con la intención de sentarse en el asiento de delante. Ella observó sus movimientos inconscientemente, embobada por aquella sonrisa sin ninguna peculiaridad, pero que había conseguido sonrojarla. Los escasos minutos que permanecieron en silencio hasta que ella llegó a su destino se hicieron dulcemente eternos entre miradas discretas a través del reflejo del cristal. Esos pequeños detalles son los que la hacían sentirse bien, esa especie de amores que no volvería a ver jamás y esas casualidades que conseguían hacerla sonreír a pesar de todo el caos que estaba colapsando su vida. 
Pero al bajar volvió a sentir el frío que todavía permanecía en su ciudad y supo que solamente había sido un fugaz cruce de miradas que, aquel trece de marzo, habían decidido encontrarse en aquel autobús de las siete de la tarde. 


¡Personitas! Intentaré pasarme por vuestros blogs lo antes posible, lo siento mucho, pero es que no tengo tiempo, ya os lo he dicho, de veras que lo siento :(
¡Un beso muy muy muuy grande!

lunes, 10 de marzo de 2014

Amarrado a ti Capítulo 114

Siento no haber publicado ninguna entrada estos días, espero poder hacerlo esta semana, ¡un beso muy muy muuy grande! <3

En un local de Milán (Carolina)

-Me alegro de que al final hayas decidido venir conmigo –sonrío mientras me pierdo en esos ojos azules.
-¿Por qué no iba a venir? –me rodea la cintura con sus brazos y se me nubla la mirada.
-No lo sé, pensaba que no querrías porque he quedado con Mara y Carlo…
-No digas tonterías, claro que quiero, me gusta estar contigo, te lo digo muy en serio, donde sea y con quien sea… -me mira fijamente y me estremezco-. Me gustas, Lina, me gustas mucho…
-¡Chicos! –ese grito ahoga el romanticismo que se había apoderado de Andrea y nos separamos un poco con torpeza. 
Mi mejor amiga lleva una trenza al lado y un vestido negro de manga larga, y va acompañada del chico del que tanto tiempo he estado enamorada. No puedo negar que aún existen las cenizas de ese sentimiento… Pero ya no es lo mismo. Nos damos dos besos y Carlo le da la mano a Andrea.
-Encantado.
-Así que él es el chico del que me hablaste –me comenta Mara en voz baja. Asiento dulcemente mientras le observo.
Carlo y Andrea rápidamente comienzan a hablar sobre fútbol y mi amiga y yo retomamos la conversación.
-Parece buen chico –me confiesa ella.
-Lo es, a primera vista me pareció un cretino, pero me ha ayudado mucho…
-¿Cómo os conocisteis?
-Feas -Carlo se anticipa, acabando con nuestra conversación-, dice Andrea que conoce una discoteca por aquí cerca que está genial, ¿qué os parece? ¿Vamos?- Miro a Mara y ésta se encoge de hombros, conforme.
-Está bien –sonrío.
Y salimos del local. Me alegro de no haber tenido tiempo para responder a la pregunta de Mara, es demasiado complicado explicarle todo lo ocurrido… Me estremezco al recordar el instante justo antes de que llegase el metro, la angustia final y el sobresalto al creer que me caía. 
-¡Ah!- grito, asustada, al notar de repente unas manos sujetándome por la cintura. No me lo esperaba.
-¿Te has asustado? –ríe, Andrea, divertido.
-Sí… 
-¿En qué pensabas? –le miro un segundo y suspiro, cogiendo fuerzas.
-En todo lo ocurrido estos últimos días…
-Ah, bueno, lo entiendo, sé que soy difícil de sacar del pensamiento –le miro con descaro, sarcástica por lo que acaba de decir y sonrío inevitablemente-. Sé que me quieres –suelta una carcajada.
-¿Cómo estás tan seguro de ello? –río.
-Bueno, tal vez me he pasado diciendo eso, pero algo sientes, no me lo puedes negar –me rodea la cintura con sus brazos y yo hago amago de apartar el rostro en broma-. Qué tonta eres –sonríe, sujetando mis caderas con sus dedos dulcemente.
Carlo y Mara caminan delante y no se han percatado de la escena. Mientras, Andrea aprovecha que estamos solos para robarme un beso. 
-No te acostumbres –sonrío.
-No me acostumbro, aprovecho cuando estás distraída –me mira fijamente.
-Pocas veces lo est…-me roba otro beso mientras hablo-, estoy –le miro con desaprobación.
-Vamos, Lina, ¿cuándo te dejarás querer?
Eso mismo me pregunto yo. ¿Cuándo me dejaré querer? Lo sé, tengo miedo, mucho miedo a pasar otra vez por lo mismo…
 
No muy lejos de allí (Carlo)
Me ha caído bien ese chico. Es mayor que nosotros, mayor que ella… Pero parece buen tío. Espero que no le haga daño… Suena irónico, ¿no? Yo fui el que la rompió, el que se aprovechó de ella… Y me arrepiento muchísimo de lo que hice. Espero que este chico sepa cuidar de ella, no como yo…
-¿En qué piensas? –Mara entrelaza nuestros dedos mientras caminamos.
-No lo sé, en todo…
-No te entiendo –apoya su barbilla en mi hombro y me mira. Niego con la cabeza.
-En todo el daño que he causado…
-Carlo… El pasado, pasado es, no pienses más en lo ocurrido…
-Es que no puedo evitar pensar en todo el daño que os he hecho a las dos… No quise jugar, no me di cuenta de nada.
-Déjalo, te hemos perdonado, y eso es lo importante –me da un beso en la mejilla y suspiro, tranquilizándome.
-Ya, pero no es tan fácil… Me arrepiento muchísimo de lo que he hecho, he sido un capullo.
-En eso tienes razón –suelta una leve carcajada para romper la tensión-. Pero no te martirices, disfruta –sonríe-. Ahora que lo pienso, mañana hay clase…
-Cierto… Pero prefiero pasar la noche contigo a estar mañana frente a un libro –sujeto sus mejillas con cuidado y la beso dulcemente.
-Te quiero… -susurra.

lunes, 3 de marzo de 2014

Amarrado a ti Capítulo 113 + PREMIO

Hola, personitas, primero de todo quiero daros las gracias por vuestros comentarios en la anterior entrada... No sé cómo expresar lo que he sentido al leer vuestros comentarios, ver que estáis aquí en los peores momentos, que me entendéis y que puedo contaros todo lo ocurrido, porque es lo que os hace especiales, que me escucháis y aguantáis siempre, y eso os lo agradeceré infinitas veces, os quiero mucho mucho mucho personitas y jamás me cansaré de decíroslo :)

Entramos en silencio y enciendo el motor del coche. Éste hace un ruido extraño, pero finalmente arranca y nos alejamos de la costa catalana. Laia, para evitar cualquier silencio incómodo, alcanza el reproductor de música y la radio empieza a sonar. Suena una canción de Olly Murs, “This song is about you” y observo cómo dirige la mirada hacia el exterior, concentrada en la letra, o tal vez sólo intentando obviar que estoy a su lado. Yo intento hacer lo mismo, pero es realmente complicado. ¿Cómo pueden cambiar tanto las cosas con un beso inoportuno? ¿Cómo pueden cambiar tanto los antiguos sentimientos cuando una nueva persona se cruza en el camino? Jamás pensé que olvidar a Aroa se me fuese a hacer tan difícil. 
 
 
En un restaurante italiano (Aroa)
 
Darío se lleva a la boca sus gnocchis al pesto, ausente. Sonrío inconscientemente al observar sus movimientos, realmente no ha cambiado nada. La última vez que cené con él también se pidió lo mismo, sí, me acuerdo de esos pequeños detalles. 
-¿Qué ocurre? –se ha percatado de mi observación y sonríe con desconfianza.
-Te voy a echar de menos, eh…
-¡Y yo! Ojalá te pudieses quedar más tiempo… ¡Sólo has estado aquí dos días! 
-Ya, pero necesito irme, hay trenes que sólo pasan una vez, y no quiero perderlo…
-En este caso aviones –reímos-. Hablas de ese tal Pablo, ¿verdad? –Asiento-. ¿Cómo le conociste?
Y le explico sus desapariciones por la universidad, el encontronazo el día de fiesta en la biblioteca, el concierto de Maldita Nerea…
-¿Te llevó al concierto?
-Sí- sonrío, emocionada.
-Debe ser todo un romántico…
Paga, salimos del restaurante y le cuento también la noche en la que se manchó la camiseta y estuvimos en su casa, y el último momento con él, en la casa de la playa… Y la discusión.
-Necesito verle…
-Un consejo, Aroa, no le dejes ir si le quieres, porque cuando lo pierdes es cuando te das cuenta de lo que tenías, pídele otra oportunidad.
-Tengo miedo a que me rechace…
-No lo va a hacer.
-¿Cómo estás tan seguro?
-Porque eres demasiado increíble como para dejarte ir, sería un imbécil- me acerco a él y le abrazo.
-Espero que tengas razón…
Es curioso… Hace un día no imaginaba que podría tener una conversación de este tipo con Darío, que le hablaría de Pablo, de mis sentimientos… Me alegro de que sigamos siendo amigos.
 
 
Una hora después…
 
-Pasajeros del vuelo 201 pasen por la puerta D, gracias por su atención –anuncia una señorita por el altavoz.
-Bueno… Ha llegado la hora –sonríe triste, Darío, manteniendo las distancias.
-Ahora entiendo por qué no quisiste despedirte de mí… -un nudo se me forma en la garganta al recordar la angustia de saber que probablemente no nos volvamos a ver.
-No es nada fácil, Aroa, es de esos momentos en los que detendría el tiempo. Es complicado ver que se hace realidad esa escena a la que tanto miedo he tenido. 
-Yo también odio las despedidas, pero creo que es mejor que quedarte con cosas por decir…
Darío me abraza y yo suspiro, desprendiéndome de todos los recuerdos, de todas las lágrimas que derramé en su tiempo y que han quemado siempre… Nuestras caras se encuentran… Nos miramos en silencio, esperando algo que hace tiempo se quedó a medias, y nuestros labios se rozan, sin querer, queriendo, con añoranza, con cariño, con sabor a despedida, pero sin más que un dolor de amigos, de buenos amigos.
-Cuenta conmigo siempre –sonríe.
-Está bien, te añadiré en la lista de invitados de mi boda –suelta una carcajada al escuchar mis palabras y yo también intento reír, para desahogarme de tanta tensión acumulada, pero no puedo-. Te echaré mucho de menos… -nos volvemos a abrazar por última vez y sonreímos.
-Último aviso, pasajeros del vuelo 201 pasen por la puerta D, por favor.
-Adiós, Aroa, hasta algún día.
-Hasta la próxima locura, Darío –sonreímos a la vez. Me suelto de su mano y me alejo con pesadez, con la maleta en la mano derecha y el quemazón de sus dedos aún en mi izquierda y subiendo hasta el pecho. 
Me doy la vuelta y digo adiós a un pasado que no debe volver a perseguirme. Duele, pero no tanto, es soportable y eso me gusta y me alegra. 


Bueno, espero que os haya gustado este capítulo, me costó muchísimo escribir esta escena de despedida entre Aroa y Darío, es complicado decir adiós a un pasado que nos ha perseguido tanto tiempo... Ahora quiero darle las gracias a Ana Isabel por haberme nominado en una iniciativa para conocer blogs, porque pienso que es una buena forma para darse a conocer :)
Estas son las normas que hay que seguir:
-Nombrar a 4 bloggers que te caigan muy bien, al lado con su respectivo blog.
-Después *lo primero que debes poner en la entrada* nombrar el nombre y el blog al que te nombró.
-Cuando hayas nombrado el blog que te nombró y los 4 blogs que seguirán la cadena...Debes poner 5 cosas sobre tí.
-Pegar el barner de arriba en tu blog. Y que al clicar,vaya directamente a la entrada (el link incorporado).

Nomino a todos los que me siguen, y si queréis, podéis dejar vuestras direcciones en los comentarios para que así todas las personas que quieran participar puedan acceder a vuestros blogs fácilmente, ¿os parece bien?
Y bueno, las cinco cosas sobre mí...
-Me estreso con muchísima facilidad y pierdo la paciencia enseguida.
-Quiero a mi perrita como jamás querré a nadie.
-Me gustaría entrar en la carrera de periodismo el curso que viene, así que rezad conmigo jajaj
-Una de las metas en mi vida es aprender a olvidar y perdonar.
-Soy demasiado insegura la mayoría de las veces (ya lo habéis visto en mis entradas)

¡Un beso muy muy muuy grande! <3