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martes, 11 de agosto de 2015

Una bala perdida hecha a mi medida

Vacío. 
Es la única palabra que encuentra para describir la sensación que se ha apoderado de su cuerpo. 
Tantea entre planes absurdos, sin sentido, en busca de algo que entretenga su pensamiento por un mísero instante.
Pero nada le es útil. Sigue teniendo en mente los momentos vividos unos días atrás, unos momentos que jamás va a poder substituir por mejores. Después de un año él sigue siendo su razón de vivir, quien posa sonrisas en su rostro, el que la destruye sin querer. Porque él es la mayor contradicción que ha pasado por su vida... y que se ha quedado en ella. 
.Ausente como sólo él sabe ser, distraído como quien vive en las nubes, y ardiente como el fuego abrasador. Aunque en ocasiones sea solamente ceniza arrastrada por el viento. 
Y ella lo espere, creyéndolo bumerán. 
Porque sabe que volverá, está acostumbrada a esperar, al vacío de su ausencia veinticuatro siete a pesar de que escuche su voz de vez en cuando. Esta suena lejana, pierde la esencia que la ha caracterizado siempre e incluso a veces se pierde en la distancia que los separa cada día más. 
Se pregunta cuál es la razón que la mantiene ahí, con los nervios a flor de piel y la esperanza de un nuevo mensaje que le devuelva la fe en el amor que siente por él. 
Y sigue odiando esa sensación desoladora.
Y todo se resume a eso.
Vacío.

Porque te quiero demasiado, y eso no puedo evitarlo.
Y te echo de menos aunque te tenga en cierta medida.