Traducir

domingo, 30 de diciembre de 2012

Si todo no fuese como es

Si la Tierra fuese plana, alguien saltaría al vacío. 
Tumblr_mfv0dyovdu1rehhnto1_400_large

Si el chocolate fuese azul, alguien lo pintaría de otro color.
Si estuviese todo oscuro, alguien encendería las luces.
Si no hablásemos, alguien inventaría un nuevo lenguaje de signos.
Si todo fuese salado, alguien le daría un toque de dulzura.
Si cumpliéramos nuestras metas, alguien las celebraría con nosotros.
Si estuviésemos tristes siempre, alguien nos alegraría el día con una sonrisa.
Si no fuésemos como somos realmente, alguien nos lo confesaría.
Si se acabase el mundo, alguien lo empezaría de nuevo.
Si estuviésemos soñando, yo lo arriesgaría todo.


PD: Esta es la última entrada del año, os deseo feliz año nuevo 2013 :)

lunes, 24 de diciembre de 2012

Amarrado a ti Capítulo 53




-Es guapo- sonríe.
-Sí, lo es- saco una blusa de color coral y unos pitillo negros.
-Es mayor para ti.
-Lo sé, no voy a salir con él Giulia, sólo es un amigo.
-Ten cuidado, por favor- me pone las manos en los hombros.
-Tranquila, no va a pasar nada, llegaré pronto- le sonrío, dándole un beso en la mejilla.
Me cambio de ropa ante la mirada de mi hermana y me pinto un poco. Me calzo las manoletinas, cojo una americana y salgo de la habitación. 
-Ya estoy- sonrío y Davide se levanta del sofá donde se había sentado-. ¿Vamos?
-Sí- viene a mi lado y nos despedimos de mi hermana.
Bajamos en silencio las escaleras hasta llegar a la acera. Nos subimos en su coche.
-¿Dónde me llevas?-pregunto intrigada.
-Donde quieras tú.
-Me da igual- sonrío.
-Está bien, yo no conozco mucho esto, pero, sé de un sitio donde ponen unos cócteles riquísimos.
-Me parece bien- ¿voy a beber? No suelo hacerlo, pero bueno, un día es un día.
Camino a su lado y llegamos al local. Las luces están muy tenues, parece un pub. Nos sentamos en un pequeño sofá en el fondo, algo apartado del resto de la gente. No sé por qué, pero estoy algo nerviosa.
-¿Cómo te has hecho lo del ojo? Lo tienes muy hinchado- acerco mi mano y le acaricio suavemente.
-¡Ah!- se queja.
-Dios, lo siento.
-No pasa nada, no te preocupes, ah…- Davide pide dos cócteles al camarero.
-Pero, ¿cómo te lo has hecho? No habrá sido Carlo, ¿verdad?- me mira, preocupado-. ¿Ha sido él?- asiente, sonriendo de medio lado-. ¡Ya le vale! ¿Y eso? ¿Qué te ha dicho?
-Estaba celoso. Me ha dicho que ya no estaba contigo, que ahora podía irme contigo, le he dicho que no me gustabas, pero él ha insistido y me ha dado.
-Joder… Lo siento muchísimo, es estúpido. 
-No te preocupes. ¿Tú has hablado más con él?
-Sí, ha venido a mi casa- el chico nos trae la bebida que hemos pedido.
¿Y qué te ha dicho?
-Me ha pedido perdón y otra oportunidad. Hemos vuelto a discutir sobre el tema, sí, de ti- le doy un gran trago, quizá para olvidar un poco.
-¿Y qué le has dicho?
-Por enésima vez le he dicho que no me gustabas, pero que ojalá fuese así- doy un nuevo trago al cóctel y siento como me sube. 
-¿Ojalá?- sonríe, dándole un trago a su copa. Yo me sonrojo.
-Es decir, porque tú estuviste conmigo cuando él se lió con esa zorra. 
¿Y cómo ha reaccionado?
-Se ha enfadado y me ha dicho que me quedase contigo. Hemos seguido discutiendo y luego se ha ido.
-Joder, mi hermano no sabe lo que se pierde- me observa mientras bebe sin dejar de sonreír. Me pierdo en su sonrisa.
Seguimos hablando de varias cosas, de su carrera y de su estancia en Roma, entre otras.

En el recibidor (Aroa)
 
Estoy nerviosa como la semana pasada cuando quedé con él para ir al concierto, me siguen temblando las piernas. ¿Estoy con él? No lo sé. Buf. Llevo un vestido azul marino y unos tacones altos marrones.
-¿Vas a salir?- me observa mi madre desde la cocina.
-Sí- sonrío, mirándome al espejo.
-¿Con ese chico?
-Eh, sí- me sonrojo.
-¿Te gusta? No quiero que hagas ninguna locura, Aroa, lo digo por tu bien- dice preocupada.
-Oh, mamá, es un buen chico. No va a pasar nada- río. Escucho el claxon en la calle-. Es él- me acerco a ella y le doy un beso en la mejilla-. Buenas noches y no me llames- resoplo.
-Adiós, hija.
Salgo, cerrando la puerta de casa y camino con cuidado de no caerme con los tacones hasta llegar al coche.
-Hola, preciosa- sonríe al verme. Va guapísimo. Lleva una camisa azul cielo, unos tejanos oscuros y una americana negra. 
-Buenas- le doy un beso en la mejilla y me observa perplejo.
-¿Y eso?- río.
-¿No puedo darte un beso en la mejilla?
-Lo prefiero en la boca- se acerca para besarme pero le paro con los dedos- ¿Qué pasa?- sonrío.
-Te esperas a que lleguemos a la fiesta.
-Ah, ¿te haces la dura?- me busca la boca para robarme un beso, pero no le dejo.
-No, la interesante- río.
-Joder, va, dame un beso, ¿qué te cuesta?
-Te esperas.
-Está bien- me mira de reojo.
Conduce en silencio, silbando una canción que no consigo descifrar.
-¿Qué cantas?
-No estoy cantando, estoy silbando- me observa y suelta una carcajada al ver mi cara de fastidio-. Allí donde solíamos gritar, de Love of Lesbian.
-No la había reconocido- me guiña un ojo y sigue mirando a la carretera.

jueves, 20 de diciembre de 2012

Ese barco al que llamamos vida

Aprovechar. ¿El qué? 
¿Todo? ¿Acaso tenemos el todo para aprovecharlo? 
¿El tiempo? Si tan sólo respirando lo perdemos, los segundos pasan y ni siquiera nos damos cuenta de ello. Pasan los días, sí, pero somos vagos, dejamos todo para último momento sin saber seguro si después ya será tarde o no. 
Si nos empeñamos en conseguir algo, antes o después cambiamos la frase de "no dejes para mañana lo que puedes hacer hoy" por un "no hagas hoy lo que puedas hacer mañana". Y es que somos así,  quizá por pereza o incluso por miedo, porque sea lo que sea, esa acción cambiará algo en nuestro presente y nos asusta lo desconocido
443720-7-1350760059009_largeEntonces, ¿cómo vamos a aprovechar el tiempo si no arriesgamos? Porque se está muy bien sentado en el sofá leyendo esto, pero quizá deberíamos estar ayudando a alguien, estudiando, intentando conseguir nuestro sueño, Aún así preferimos ver cómo otros cumplen sus metas y pensando que algún día nosotros también lo conseguiremos
¿Pero cómo? Sólo podemos hacerlo arriesgando, cambiando lo que no nos guste, sonriéndole al mundo, pensando con una pizca de optimismo, cambiando esa escala de grises por unas piruletas tricolor...
Porque, ¿quién decide nuestro futuro? Nosotros, sólo nosotros somos los que manejamos ese barco al que llamamos vida, porque el tiempo corre, pero nosotros también podemos navegar a esa misma velocidad.

lunes, 17 de diciembre de 2012

Amarrado a ti Capítulo 52


"Puedo escribir los versos más tristes esta noche. 
Escribir, por ejemplo: «La noche está estrellada, 
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos.» 
El viento de la noche gira en el cielo y canta. "
                                             Pablo Neruda


-Me ha hecho gracia, eso es todo- me pongo seria de repente-. Bueno, voy a irme ya- sonrío, levantándome.
Pablo también se levanta.
-¿Quieres que te lleve a casa?
-No, no te preocupes, voy andando- le sonrío.
-¿Quedamos esta noche? Va a haber una fiesta, ven conmigo- se acerca a mí, mirándome a los ojos.
-Está bien.
-¿Te paso a buscar a las once?
-Vale- le doy un beso en los labios y me despido con la mano de Javi y Raúl.
 
A cientos de quilómetros de allí (Giulia)
 
Hace un rato ha venido a la cafetería el chico que estaba con Darío aquella noche. El otro chico que ha venido con él no lo he visto nunca pero no paraba de mirarme. 
Están sentados en una de las mesas y no paran de hablar y reírse. Darío está atendiendo a un grupo de chicas que no paran de tocarse el pelo mientras le observan. Es normal, es muy guapo. Se da la vuelta y camina hasta la barra donde yo estoy.
-Giulia- me mira dulcemente-, ¿puedes ponerles a esas chicas dos batidos de fresa y dos de naranja? Ah, sí, y uno de chocolate. Es que tengo que ir al baño un momento- se sonroja.
-Está bien- sonrío, dándome la vuelta para prepararlos.
-Giulia.
-Dime.
-¿Quedamos esta noche, entonces?
-En mi casa no, que estarán mis padres.
-¿Entonces no me vas a hacer tu misterioso cóctel?
-No, hoy no, tendrás que esperar- sonrío, poniendo las pajitas a los batidos.
-Bueno, si quieres hoy puedes venir a la mía- sonríe de medio lado.
-Me lo pensaré- río.
-Mm… ¿a qué hora te paso a buscar?
-¿A las once?
-Perfecto- sonríe, alejándose.
Salgo de la barra con los cinco batidos en la bandeja y me dirijo hacia la mesa de las chicas.
-Hola- les sonrío-, ¿dos batidos de fresa?
-Aquí- dicen dos de las chicas, alzando el dedo índice.
-Bien- se los dejo en la mesa-, ¿los dos de naranja?
-Aquí- alzan la mano otras dos chicas.
-Perdona, ¿sabes si el chico que nos ha atendido tiene novia?- suelta una de las del batido de fresa. Es rubia teñida y ojos verdes, delgada y parece mayor que las demás, quizá un año o dos.
-¿Por qué lo quieres saber?- río, aunque en realidad no me hace ninguna gracia.
-Es obvio, está bueno- sonríe, mirándolo llegar del baño-. ¿Tiene novia o no?
-Pregúntaselo a él- entrego el batido que queda a la chica que falta.
-¡Sí, claro! ¿Bromeas?
-En absoluto- me alejo de ellas.
 
 
A las diez de la noche, en casa (Mara)
 
-¿Estás mejor?- Giulia se sienta a mi lado en el sofá y me acerca un vaso de leche con Colacao.  
-No, es imbécil. Tengo miedo de volver a equivocarme, ¡no quiero pasarlo mal por su culpa otra vez!
-Mara, nadie es perfecto, yo creo que a ese chico le gustas y mucho, pero tiene miedo de perderte.
-No lo sé, yo le quiero, quizá te parezco estúpida por decirlo, pero es verdad, le quiero.
-No pienso que seas estúpida- me observa y se sobresalta cuando suena el timbre de casa-. Ya voy yo- se levanta y va hacia la puerta. 
Abre con el telefonillo el portal del edificio y a los dos minutos abre la puerta de casa. Me sorprendo al verle en mi casa.
-Hola, Mara- se acerca y me da un beso en la mejilla.
-Hola, Davide- susurro-. ¿Qué haces aquí?
-He venido a ver cómo estabas. ¿Cómo estás?
-Bueno… Espera. ¿Qué te ha pasado en el ojo?
-Una estupidez. Va, vístete, que te voy a llevar a un sitio.
-No me apetece mucho, la verdad.
-Es la única manera de olvidarte un poco- me sonríe.
-Te vendrá bien- dice Giulia desde la puerta del comedor.
-Está bien- me levanto y voy hacia mi habitación. Llaman a la puerta.
-Mara, ¿quién es?- pregunta Giulia cerrando tras ella.
-El hermano de Carlo-susurro, buscando algo que ponerme en el armario.

martes, 11 de diciembre de 2012

Amarrado a ti Capítulo 51




Vamos hasta el coche de la mano y subimos. Suena “Hasta que pase la tormenta” de Despistaos. La canto para mí y Pablo ríe.
-¿Por qué te ríes?- me cruzo de brazos.
-¿Por qué la cantas flojo?
-Porque me da vergüenza- me sonrojo.
-Se canta así, verás- escucha por dónde va la canción y la sigue-. “Antes de que suene a despedida la tristeza sostenida que no deja de latir. Y antes de que te des por vencida piensa que es la única vida que podemos compartir.”- canta, imitando la voz del cantante, cerrando los ojos de vez en cuando, haciendo que llora. 
No puedo parar de reír y me retuerzo en el asiento. Respiro hondo, soltando un suspiro. 
-Para, por favor, para- digo entre risas.
-Está bien- disminuye la velocidad y los coches empiezan a tocar el claxon, desesperados. Pablo los ignora hasta quedarse parado en medio de la diagonal. Sonríe y me da un beso.
-Pero, ¿qué haces?- río, sin saber por qué ha dejado de conducir.
-Me has dicho que parase- me mira y sonríe.
-¡Tonto!- suelto una carcajada. ¿Lo dice en serio?-. ¡Te he dicho que parases de cantar, no de conducir!
-Pues ahora yo quiero parar el coche- suelta el volante. Los demás coches están desesperados.
-Pablo, estás loco.
-Me encanta cuando dices mi nombre- sonríe. Me ruborizo.
-En serio, estás loco.
-Lo sé- me guiña un ojo.
-Eh, tío, haz el favor de arrancar o llamo a la policía- grita un señor desde afuera.
-Va, Pablo, no hagas tonterías, que se van a enfadar.
-Ya ves tú qué problema.
-Pero, ¿qué quieres hacer?-río después de escuchar un insulto. Pablo baja y se queda entre los coches.
-¿Dónde vas?- salgo tras él, dando la vuelta al deportivo.
Pablo se acerca y me sujeta la cintura, disminuyendo el espacio entre nuestros cuerpos.
-¡¡¡¡¡TEEE QUIIIIEEEEROOOO!!!!!-grita entre el barullo de la ciudad, desgarrándose la garganta delante de miles de personas. Los pitidos no cesan. Algunos aplauden, otros sueltan palabras malsonantes por la pérdida de tiempo, y yo… yo me abalanzo a su cuello y le beso en los labios.
-Idiota- sonrío al apartarme-, yo también te quiero. Pero venga, vamos, que se están enfadando.
Subimos al coche entre risas y Pablo arranca. Estoy muy feliz, en efecto, este chico es increíble. Estamos en silencio, pero no es un silencio incómodo, sólo sobran las palabras después de lo ocurrido.
Conduce hasta llegar al bar donde yo he estado antes con Lucía.
-¿Has quedado aquí?
-No, bueno, mi amigo trabaja aquí, pero no hemos quedado aquí.
-Ah- susurro. Espero que no me vea el camarero.
-Ahora vengo, ¿vale?- me da un dulce beso en los labios y sale del coche.
Le observo irse y sonrío.
Debo olvidar a Darío, ha pasado demasiado tiempo, Pablo merece la pena, quiero ser feliz al fin. Le observo venir, un chico le sigue. Espera, ¿es él? ¡El camarero! Oh, no, qué vergüenza. 
-Hola- sonríe, entrando en la parte trasera del coche.
-Hola, Javi- le miro por el retrovisor.
-¿Os conocéis?- ríe Pablo, observándonos incrédulo.
-Eh- empieza a decir Javi.
-Bueno-le corto-, sólo de vista-sonrío.
Pablo arranca y vamos a un bar del puerto.
Allí nos espera otro chico. No es mucho más alto que yo, lleva una camiseta a rayas en tonos azules y unos pantalones beige. Pablo nos presenta después de darse un buen abrazo. Se llama Raúl y está estudiando arquitectura. Javi tiene un abuelo alemán, le encanta el baloncesto y quiere irse a Estados Unidos a jugar.
-Es mi sueño- explica Javi.
-Sí, tú sueña, pero sabes que es imposible-le restriega Raúl.
-No es imposible, sólo es cuestión de suerte. ¿Y tú? ¿Qué sueño tienes, Aroa?
-Publicar un libro- me sonrojo.
-Oh, Pablo, tienes a una escritora a tu lado, cuídala- ríe Raúl-. ¿Cuánto tiempo lleváis?
-Eh- me mira preguntándome con la mirada si realmente somos novios o no.
-Entiendo, estáis en proceso- asentimos, avergonzados-, bueno, pues, ¿desde cuándo os conocéis?- nos observa.
-Desde el martes de la semana pasada- miro a Pablo y sonríe.
-Y bueno, Pablo, ¿cómo ha ido el verano? He oído que te ha ido bastante bien, ya sabes- le guiña un ojo y le sonríe, moviendo la cadera. ¿A qué se refiere? Miro a Pablo extrañada y éste sonríe.
-¿Qué dices, Raúl? No ha habido nada interesante. Y Javi, qué, ¿se liga en la cafetería?- no puedo evitar reírme, esto es muy extraño.
-Bueno- me mira un instante-. Se intenta.
-¿Por qué te has reído, Aroa?- suelta Raúl. 

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Amarrado a ti Capítulo 50




Cerrando la puerta de su casa (Carlo)
 
Mierda. Mierda. Mierda. Mierda.
Soy un estúpido, lo soy, soy un estúpido. Me arrepiento de no haberla consolado, de no haberla besado en ese instante. Me arrepiento mucho. Pero creo que ha sido lo mejor, al igual me hubiese dado un bofetón. 
 
 
A cientos de quilómetros (Pablo)
 
He quedado con dos amigos del bachillerato. Uno de ellos trabaja en un bar y voy de camino a buscarle. Acabo de lavar mi coche y ahora está reluciente. Todavía falta media hora para que el chico acabe su turno de mañana. Observo la calle a través del cristal oscuro de las Ray-Ban y veo lo más bonito que puede haber. Toco el claxon y bajo la ventanilla.
-¿La llevo a algún lado, señorita?- ella se gira y me observa mientras se le dibuja una bonita sonrisa en el rostro.
-No se preocupe, sólo estoy dando un paseo.
-¿Quiere que la acompañe?
-Quizá le aburrirá mi presencia.
-Lo dudo- sonrío, aparcando el coche.
-Usted mismo- se detiene en la acera, entre la gente. Es la más bonita del lugar.
Bajo del deportivo y me acerco a ella. ¿Le doy dos besos? ¿O la beso? 
-Hola- se sonroja y me da un rápido beso en los labios. 
-Buenos días, preciosa- le doy yo otro beso más intenso.
Enlazo su mano con la mía mientras vamos andando por la calle y ella apoya su cabeza en mi hombro izquierdo. Es sábado y las calles de Barcelona están llenas de gente. Me encanta pasear con ella. 
-¿Cuál es tu color preferido?- le pregunto. Aroa suelta una carcajada.
-El naranja- alza la vista para mirarme y sonríe-. ¿Y el tuyo?
-El azul marino.
-Oh, vale, señor serio- ríe.
-¿Serio? Yo no me río con tu color cítrico.
-No puedes reírte, es un color demasiado bonito para reírse. 
-¿Y el azul marino no es bonito?
-Yo lo tendría-hace que piensa-, en el cuarto lugar de mi lista.
-Yo a ti en el primero.
-¿Y cuál es el privilegio?- sonríe.
-Éste- me acerco a ella sin que pueda decir nada más, sujeto su nuca con la mano que tengo libre y la beso en los labios, con dulzura. Noto como sonríe.
-Espero estar a la altura de ese puesto.
-Lo estás- se sonroja y mira al frente.
Parece haber pasado página después de lo que pasó anoche. Mejor. Así es mejor. 
 
 
A su lado (Aroa)
 
Le he dado un beso al saludarle porque creo que es lo mejor para olvidar lo que pasó anoche. Me hace sentir bien, ya es hora de dejar atrás el pasado y centrarme en él, sólo en Pablo. Él se lo merece y yo también. Está en silencio, seguramente pensando en lo mismo.
-Lo siento- susurro, apoyando la cabeza de nuevo en su hombro.
-No te preocupes, hay que olvidarlo- me da un beso en la frente y sonrío-. Sé que no es fácil confiar en alguien que no conoces apenas.
-Gracias, es que, tengo miedo a volver a equivocarme.
-¿A qué te refieres?- me mira expectante.
-No quiero pasarlo mal.
-Yo tampoco- mira al frente-. Pero hay veces que es inevitable-asiento-. Fue por un chico, ¿verdad?- suspiro, cerrando los ojos-.Bah, déjalo, perdona.
-Sí, fue por un chico-hago una pausa-. Mi mejor amigo. Se fue, sí, así, sin más, hace más de un año, a Milán- me duele recordarle. No había hablado de él con ningún chico-. No supe nada más de él-. Me reservo el dato de que vendrá en Navidades. 
-¿Te gustaba?
-Sí- me limito a decir.
-¿Y ahora?- siento un pinchazo en el pecho.
-Pablo- susurro-. ¿Quieres que te diga la verdad?- asiente, serio-. La verdad, no lo sé, lo siento, ¿vale? –se pone tenso-. No lo sé, hasta que no le vea de nuevo no lo sabré, ¿entiendes?- aparta la mirada-. Lo siento muchísimo, quiero olvidarlo, pero es imposible, no puedo. Y no, no te mentí anoche, te quiero, ¡te quiero!- Me mira de nuevo-. No quiero que pienses que estoy jugando contigo, sólo quiero pasar página, ser feliz.
-¿Y crees que conmigo lo conseguirás?
-Supongo que sí.
-¿Y si no lo consigues? 
-No me digas eso- susurro.
-Soy realista.
-No puedo pensar en eso ahora.
-Deberías.
-No, no quiero pensar en el futuro, no sirve para nada, por mucho que lo planees, se acaba jodiendo, sí, cambia aunque no quieras.
-Pero si esto no va a llegar a nada no vale la pena.
-Que no vaya a durar toda la vida no quiere decir que no valga la pena.
-Confiaré en ti.
-Gracias- me encuentro con sus ojos increíbles y sonrío inevitablemente.
-¡Hostia! –mira el reloj-. Perdona, tengo que irme, he quedado con dos amigos del bachillerato. ¿Quieres venir?
-No sé si yo…
-Sí, vente, son muy majos, no pasa nada, vente- me da la mano.
-Está bien- sonrío, dejándome arrastrar.