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martes, 29 de mayo de 2012

Amarrado a ti Capítulo 23


¡Holaaa!
El capítulo 22 está en la entrada anterior, que lo puse entre semana, fue un EXTRA jaja
Espero que os guste :D



-Vamos, no seas nenaza. ¿Qué haces vomitando?- grita desde el vestuario.
No puedo responderle, sino seguro que le suelto alguna palabra malsonante. Pero no puedo, siento mi garganta desgarrándose. Me lo tengo merecido.
-Venga, que voy a llegar tarde por tu culpa- insiste abriendo la puerta.
Le aparto y voy a limpiarme la boca. Dios, qué asco… Me como un chicle para hacer desaparecer este mal sabor que tengo.
-¡Qué asco tío!- y sigue… ¿Es que no se puede callar ya? No quiero hablar más del tema.
-Bueno, vale ya, ¿no? No hace falta que me lo restriegues tantas veces- digo fuera de sí.
-Está bien, ya me callo, pero ¿qué vas a hacer ahora? Sé que no eres como yo, por eso te lo digo.
-No tengo ni idea- susurro.

La noche anterior, en un pub del centro (Darío)
Andrea y yo entramos. Son las doce y media de la noche. El local está medio lleno y la música que hay de fondo en inglés no me desagrada.
-No está mal, ¿verdad?- dice sentándose en un taburete de la barra.
-No, no está nada mal- digo poniéndome a su lado. Los dos pedimos lo mismo.
Un grupo de chicas bailan en el centro de la pista, tendrán mi edad más o menos. Ríen y mueven sus caderas como si estuviesen posando para alguien. Se lanzan miradas cómplices entre ellas cuando un chico moreno pasa por su lado, mientras él suelta un par de piropos descarados a las chicas que tiene más cerca.
-¿A quiénes miras?- dice intrigado.
Le señalo las chicas con la cabeza y sonríe travieso. Yo las vuelvo a mirar, no están nada mal. Le doy un trago a mi vaso de tubo, y otro más. Hay una chica que me llama más la atención de entre el grupo de chicas. Una chica de pelo castaño que se mueve al ritmo de la música. Lleva una minifalda negra y una camiseta azul claro de tirantes finos. Unos tacones hacen que sus piernas se estilicen aún más y embellece sus curvas.
-Ahora vengo- dice levantándose y dirigiéndose a donde ellas están.
Las chicas le miran sorprendidas y sonríen, luego miran en mi dirección. No sé qué decir, así que me limito a saludar con la mano. Andrea me hace una señal con el dedo para que vaya donde está él.
-Qué casualidad verte de nuevo- dice la chica castaña del top azul.
Cuando la miro me acuerdo de ella y sonrío. Le doy dos besos y me dedica una sonrisa impresionante.
-Bailemos- dice arrastrándome hacia ella.
-Yo no…- no me deja acabar la frase, aún así, no ofrezco resistencia alguna.
Me agarra las manos con dulzura y se coloca de espaldas a mí, obligando a que la abrace por detrás. Nuestras manos están enlazadas sobre su estómago. Me dejo llevar por la música, moviendo la cadera, ahora pegada a la suya, al ritmo de la música. Así unos minutos, luego se da la vuelta y me mira fijamente a los ojos. Yo no aparto la mirada, dejo que esos ojos azules se apoderen de mí, pero es sólo unos segundos, luego deja de mirarme y cierra las ojos. Baila de forma sensual delante de mí y sonrío. Es preciosa. No es la chica más bonita del mundo, pero tiene algo, su puntito dulce, sexy. No puedo dejar de mirarla, tiene un imán que me obliga a fijar mis ojos en su rostro. Abre los ojos de golpe y me sonríe tímidamente a la vez que se enrosca un mechón de su pelo castaño. Mi cuerpo quiere irse con ella pero mi cabeza me pide paciencia, tranquilidad, algo que no tengo ahora mismo. Ella se acerca, insinuante. Enlaza sus dedos con los míos de nuevo y me obliga a acercarme más y más, hasta que nuestros cuerpos se rozan. Sus ojos color cielo se clavan en los míos, fijos, sin piedad.
Andrea viene y me ofrece un cubata. Lo acepto y le doy un trago, después de que ella también beba un poco. Luego se lo vuelvo a entregar a Andrea.
Me acerco de nuevo a ella y le doy una vuelta. Ella ríe y acaba agarrada al cuello de mi camisa negra. Su mirada penetrante está a escasos centímetros de mi boca. Es una gran tentación tenerla tan cerca y me pone nervioso. Se muerde el labio inferior, esperando un beso. Es lo que quiero hacer ahora mismo, pero prefiero hacerme de rogar.  Le doy una vuelta más y le pido de nuevo el vaso a Andrea. Bebo un poco más, dejando sólo el fondo de éste. Necesitaba beber un poco, estaba demasiado tenso con esta situación. Siento ardor en mi garganta y mucho calor. Andrea me mira y sonríe, viendo la curiosa escena entre la chica castaña y yo. Vuelvo a mirarla, que ahora sigue bailando, pero no me quita ojo. Siento un cosquilleo en el estómago, ¿esto no era cosa de chicas? Parecía tímida, pero las apariencias engañan. Rodeo su cintura con mis brazos y la atraigo hacia mí. Ella pasa sus manos por mis hombros, hasta rodear completamente mi cuello. Noto sus dedos sobre mi piel, provocando un escalofrío. Se acerca poco a poco hasta estar justo delante mí. Me mira con esos ojos azules increíbles y me da un beso rápido en los labios que no me da tiempo a saborear. Mi cuerpo me pide más. Me dejo llevar, intentando juntar de nuevo sus labios con los míos, pero ella me frena, echando la cabeza hacia atrás y colocando su dedo índice sobre mis labios. ¿Qué pasa ahora? ¿Se quiere hacer de rogar ella? Me sonríe traviesa, sabiendo que ahora me está costando contenerme. Aún a escasos centímetros de mí sigue sonriendo. Ya no bailamos, estamos quietos en medio de esa pista de baile llena de gente. La miro perplejo, esperando alguna reacción por su parte, sin poder despegar mi mirada de esos ojos. Pasa su mano por mi pelo, despeinándolo suavemente. ¿Qué está haciendo? Suelto una carcajada. De repente, sin esperármelo, me atrae hacia sí, dándome el mejor regalo de la noche. Es como la señal que reciben los perros cuando sus dueños les dicen que vayan a buscar el juguete que les han lanzado. Nuestras bocas chocan bruscamente, provocando una pequeña risa en ella. Ahora, antes de que ella se aleje, sujeto su nuca con firmeza, evitando que se vuelva a apartar. Ella sonríe ante mi ágil movimiento y me da un nuevo beso, esta vez más dulce, pero sin eliminar la tensión que hay entre los dos. Me siento como en una nube a causa del alcohol, pero sumándole lo que ella me hace sentir en este instante. Los besos no cesan, cada vez son más intensos, ella se percata de lo que puede pasar si la cosa no acaba y se aparta un poco, jadeante. La observo, sabiendo lo que está pensando. Intento suavizar la situación.
-¿Qué ocurre?- la acerco a mí de nuevo y la miro, preocupado.
-Nada, sólo que creo que esto se nos está yendo de las manos- intenta dibujar una sonrisa, pero no puede.
-Si tú no quieres que pase nada, no va a pasar nada- sonrío, mirándola a los ojos.
-¿Y tú?- la pregunta me pilla desprevenido, no me la esperaba.
Ella al ver que no respondo se lanza sobre mí y me vuelve a besar intensamente. ¿Esto qué significa? No necesito buscar la respuesta, enseguida la encuentro.
Ella me lleva, casi a rastras, sin dejar de separarse de mis labios. Escucho como intenta abrir una puerta y abro un poco los ojos. Sin pensármelo dos veces, me dejo llevar entre los brazos de Giulia.

viernes, 25 de mayo de 2012

Fue ese momento

Ese momento cuando algo cambió dentro de ti, tu vida dio un ligero giro, se te dibujó una sonrisa en el rostro cuando su imagen se te apareció en sueños, esa mirada que lo dijo todo, sin necesidad de ninguna palabra, ese instante en que sentiste que tu mundo se paraba y no existía nada a tu alrededor, que las voces de tus amigos te parecían lejanas porque no podías dejar de pensar en esa persona. Cuando aunque no hubieséis hablado nunca, sentiste que le conocías de toda la vida. Cuando te diste cuenta que nada volvería a ser como antes, que algo nuevo te esperaba sin saber realmente el qué. Ese momento en que tu camino se aclaró y pareció más sencillo que antes. Fue ese momento cuando empezó todo.

(1) Untitled Album

¡Buenas!
¿Cómo estáis? 
El capítulo 22 y el 21 están en las entradas anteriores :) ¡Espero que os gusten!

jueves, 24 de mayo de 2012

Amarrado a ti Capítulo 22 Extra


¡Hola!
Supongo que os parecerá extraño que ponga un capítulo tan seguido, pero es que Alex me lo ha pedido y claro, qué menos que poner un cachito más :) Y claro, tampoco quiero que a Julia le dé un infarto jajaj Muchas gracias en serio por seguirme, nunca me cansaré de decirlo :D
Más abajo tenéis el capítulo anterior, por si todavía no lo habéis leído :)
¡Un beso muy muy grande!



En una habitación, en un barrio de Barcelona
Me había olvidado por completo. Abro el armario y observo mi vestuario. ¿Por qué siempre es tan difícil decidir? Miro las prendas una a una, prendas que ya he visto miles de veces. Estoy nerviosa. Doy otro vistazo rápido. Me decanto por mis tejanos preferidos, no quiero ir muy arreglada, es sólo un concierto. Y arriba… Pues creo que me voy a poner una camiseta rosa palo sin tirantes. Encima me pondré una americana negra, este año se llevan. En los pies me pondré mis botines sin tacón, quiero estar cómoda y no tener que preocuparme por si me duelen los pies. Pongo la música a todo volumen y me dejo llevar, tirándome en la cama y cerrando los ojos.

En un rincón de un patio de Milán (Mara)
-¿Carlo?- dice muy cerca.
Me quedo quieta, sabiendo que nos va a ver.
-¿Carlo? ¿Qué haces aquí?- insiste.
La chica nos mira sin entender nada.
-Mara, ¿estás bien?
 -No, no está bien, la he encontrado y estaba mareada, así que la he acompañado a dar un paseo para que se le pasase- se anticipa Carlo levantándose-. Creo que ya está mejor, ¿no, Mara?
-Eh, sí, creo que sí- digo esbozando una leve sonrisa.
Me levanto y camino al lado de ellos. Siento que sobro en esa imagen. Van de la mano y ella le propina un beso en los labios en señal de gracias por haberme ayudado. Lo que Carolina no sabe es que su historia con Carlo se va a acabar pronto y yo soy la culpable de todo. Y que sus labios han sido besados hace un momento por los míos.

Unas horas después, en un campo de fútbol (Darío)
-Te has ganado el viaje chaval- me mira sonriendo- Además, te lo pago yo.
-No puedo aceptar eso, no es justo.
-No, lo digo en serio, te lo pago, tú ya has cumplido tu parte, aprobar el examen, además, has hecho una pretemporada increíble, no me arrepiento de haberte fichado, ésta es tu recompensa- dice dándome un abrazo-. Y no insistas, te lo voy a pagar igual.
-Muchas gracias por todo, Leo- le doy otro abrazo.
-Eso sí, espero que en el partido de mañana lo des todo- me da una palmadita en el hombro.
-No te voy a decepcionar- me separo de él, corriendo hacia donde están mis compañeros para empezar el entreno.
Leo es genial, mañana no puedo fallar en nada, se lo debo todo. Andrea se acerca a donde estoy.
-¿Qué? ¿Qué te ha dicho?
-Tío, ¡me paga el viaje!- digo dando un gran salto, como si estuviese rematando con la cabeza.
-¡Qué enchufado!- ríe empujándome hacia adelante.
-¿Enchufado? Por lo menos he aprobado, no como tú.
-Tranquilo, acabaré aprobando- chuta una pelota hacia portería, marcando gol.
-¡Reza!- chillo para que me escuche, ya que ha ido corriendo hasta la portería en busca de la pelota.
Leo pita y nos dirigimos a donde él está. Nos comenta las jugadas que utilizaremos mañana. Escucho atento, no puedo perderme nada mañana.
Practicamos los movimientos durante toda la hora del entreno.
Media hora después…
-¡Eh, tío! ¡Salgamos hoy para celebrarlo! –grita desde el baño del vestuario.
-Buah… No sé, estoy muy cansado- digo secándome el pelo con la toalla.
-Vamos, no me seas quejica.
Me miro al espejo mientras me peino. El pelo me ha crecido bastante desde la última vez que me lo corté, no recuerdo cuando fue. Me veo diferente, no sé, más mayor. Me pregunto si le gustaré así a Aroa, estoy bastante cambiado a cuando me fui. Tanto físicamente como psicológicamente. Mi forma de ver las cosas también ha cambiado, más objetiva, aunque como todo el mundo, no puedo evitar ilusionarme en algunos aspectos.
-¡Darío! Contéstame- se pone frente al espejo de al lado y me mira de reojo.
-Eh… Pues no sé, ¿pero no habíamos dicho de ir mañana?
-Ya tío, ¿pero sabes cuándo te entran esas ganas que dices: tengo que salir?- me mira esperando una respuesta que no obtiene- Pues es lo que me pasa, ésta va a ser una gran noche, ¡vamos a ligar!- no puedo evitar reírme-. ¿Qué, qué me dices?
Le miro unos instantes, viendo su mirada de felicidad y motivación y suspiro.
-Está bien, chicas de Milán, preparaos- digo sin mucho entusiasmo.
-¡Así se dice!- me da una palmada en la espalda, riéndose de mi respuesta.
La verdad es que no estaría nada mal salir un rato, necesito despejarme. Miro el reloj de pared. Son las diez y media. Necesito tomarme un respiro, dejarme llevar, no recuerdo cuando fue la última vez que salí de fiesta.

Al día siguiente por la tarde, en ese mismo sitio
-¿Qué, tienes resaca?- dice Andrea dándome una palmadita en el hombro.
Puf… Estoy hecho polvo, no valgo ahora mismo para nada. No ha sido muy buena idea lo de salir.
-Yo estoy genial, estuvo muy bien- dice riéndose, seguro está recordando lo que pasó anoche.
Yo todavía no doy crédito. No me lo puedo creer, nunca me he desmadrado tanto. Me miro al espejo y me echo agua en el rostro, despejándome un poco. Vuelvo a mirarme y suspiro. Tengo muy mala cara. Todavía no me he cruzado con Leo, pero seguro que me echa la bronca del siglo, todo lo contrario con lo que me dijo ayer, cómo cambian las cosas.
-Qué calladito te lo tenías, Darío- le miro con rabia.
¿Se está burlando de mí? Intento pasar de sus palabras y concentrarme en el partido… ¡Es imposible! Lo de anoche no para de rondar por mi cabeza aún confundida. Estoy muy enfadado conmigo mismo,  yo no soy así, esta vez el alcohol me ha pasado factura, aunque no me sirve de excusa. No sé qué hacer, me siento fatal, creo que tengo que ir al baño… Voy corriendo, a la vez que escucho una voz masculina conocida detrás de mí. 

lunes, 21 de mayo de 2012

Amarrado a ti Capítulo 21 + ¡Buenos días, princesa!


¡¡Buenas noches!! Recordad que mañana es... ¡¡¡22M!!!  
Por si no sabéis a qué me refiero, os lo explico, veréis...
Supongo que muchos de vosotros conocéis a Blue Jeans (Francisco de Paula) o quizá habéis leído alguno de sus increíbles libros, pues mañana es un día muy esperado por él y por todos sus seguidores/as, y es que mañana se publica su cuarto libro, sí, ¡Buenos días, princesa! ¿Ya sabéis a qué me refiero? Yo estoy deseando que sea mañana para correr hasta la librería más próxima para poder tenerlo en mis manos :D ¿Y vosotros? Espero que también jaja  Bueno, supongo que no os parece raro que yo os hable de él, ya os he dicho en varias ocasiones que es mi escritor preferido y bueno, os dejo la imagen de la portada para que podáis encontrarlo :)
¡Un beso!



Capítulo 21
En ese conocido baño averiado (Mara)
Suspiro a la vez que él. Nos miramos a los ojos y él me da un rápido beso en los labios, creando una gran insuficiencia en mí, que provoca un deseo de más besos. Pero me aguanto, ya es tarde y es posible que alguien nos vea, corremos ese riesgo siempre que estamos juntos. Cómo odio esta sensación de haber hecho mal.
-Estaría así toda mi vida- dice muy cerca de mis labios, rodeándome la cintura con sus fuertes brazos.
-Y yo, pero es imposible- bajo la mirada, observando la punta de mis pies.
-Mara, nada es imposible- sonríe-. Carolina es muy buena chica, los dos lo sabemos, pero te quiero a ti, a ella no.
-No, no… No puedes dejarla. Ella está muy ilusionada y no quiero perderla.
-¡Pero piensa un momento en nosotros, Mara! ¡Sólo en nosotros dos! Por lo que más quieras…- me sujeta la cara con firmeza, obligándome a mirarle. Sus ojos verdes me miran desesperados, buscando una respuesta que no sea un no.
-No sé qué pensar ahora- intento aguantar las lágrimas- Te quiero, sí, te quiero, pero Carolina es mi mejor amiga, no le puedo hacer esto.
-Ya lo has hecho, ya lo hiciste hace tiempo- se me crea un nudo en la garganta-. No hace falta que se entere. Mira, ¿por qué no hacemos lo que hacíamos antes, a escondidas? pero por favor, no me digas que esto se ha acabado.
-Le he traicionado, lo sé, pero no poder estar contigo delante de la gente no me deja vivir bien conmigo misma, me siento una delincuente.
-Mira, hagamos una cosa, yo mañana iré a la cita con Carolina y hablaré con ella, le diré que he conocido a otra chica y que la dejo.
-Oish… ¿Por qué todo es tan difícil?- me abrazo a él, apoyando mi mejilla en su camiseta, dejando salir todas las lágrimas acumuladas.

A la espera del próximo autobús, al lado de la universidad
No me cuadra nada. Si tuviese novia no se comportaría así conmigo. Me transmite mucha confianza, aunque quizá sólo me quiere para un rollo. Buf… Tengo miedo a ilusionarme, no quiero caerme luego. Pero es que su mirada es tan especial y me hace sentir tan bien… Estoy hecha un lío… Y esa llamada me ha hecho desconfiar bastante… Quizá estoy viendo cosas donde no las hay. Creo que lo mejor es dejarlo estar ya si no quiero pasarlo mal…
Un chico viene hacia la parada y se apoya en las paredes de plástico que la forman. Me mira unos segundos y le dedico una leve sonrisa. Él hace lo mismo y saca un cigarro del bolsillo. Lo enciende y me ofrece otro.
-No, gracias- digo mirando el cigarro.
-¿Estás segura?
-No, no enserio, gracias pero no- intento sonreír.
-Está bien, no insisto- dice guardándolo.
Se sienta en el mismo banco que yo, el único que hay en la parada, y se frota las manos antes de volver a sujetar el cigarro humeante. El viento choca violentamente contra mis mejillas, seguramente ya sonrojadas a causa del frío. Me coloco mejor la bufanda, intentando tapar las orejas que apenas siento. Todavía no hemos llegado a noviembre y hace un tiempo escalofriante. Es raro de Barcelona.
El autobús no tarda en llegar. Enseguida estoy en el fondo del autobús, a una temperatura considerable que me deja deshacerme del abrigo. Me siento apoyando los pies en el respaldo del asiento de delante, de momento vacío.
El chico del cigarro está a unos metros de mí, con los pies en el asiento de al lado y apoyando la cabeza tapada con un gorro gris en el cristal empañado. Me mira unos instantes y yo aparto la mirada, evitando esos ojos color miel. Saco mi móvil y suspiro. Ni un mensaje. Vuelvo a mirar en su dirección y veo que hay algo escrito en su ventana. “HolaJ” río y le miro. Está sonriendo, frunciendo los labios, como si no quisiese sonreír. Me siento mejor en mi asiento, me giro hacia mi ventana y escribo lo mismo sonriendo. Me siento como una niña pequeña cuando iba en el coche y dibujaba en el cristal, provocando un enfado en mi madre porque según ella lo ensuciaba. En esos tiempos no tenía preocupaciones, sólo qué color elegir para pintar el vestido de la muñeca que dibujaba cada tarde al llegar a casa. Pulso el botón para solicitar la parada y espero para que no me pase como esta mañana. Cuando el conductor aparca, me levanto con cuidado a la vez que me pongo el abrigo de nuevo. Digo adiós al chico de ojos miel con la mano y bajo del autobús sabiendo el frío que me espera afuera. Meto mis manos en los bolsillos concienciándome que en cuanto baje todos los escalones tendré que correr hasta el portal. Cuando siento el asfalto en la suela de mis botas empiezo una carrera, a la vez que busco el llavero. Abro la puerta y entro rápidamente. Nina viene a saludarme, dándome con las patitas en la espinilla.
-¿Ya has vuelto?- dice mi madre saliendo de la cocina sorprendida.
-Sí, era corto- digo sentándome en una de las sillas de la cocina.
-¿Mañana es cuando vas con el chico que vino ayer a casa?- dice mi madre preparándose un café.
-Sí- digo mirando al suelo-. Mamá, me voy a mi habitación que tengo que hacer una cosa- digo acordándome.


A cientos de quilómetros (Carlo)
Se ha calmado. Hemos decidido perdernos la clase siguiente también. Estamos sentados en un rincón del gran patio, en un rincón lleno de graffitis. Me vienen muchos recuerdos. Hace ya varios meses, parece que ha pasado una eternidad, aún así lo recuerdo como si hubiese pasado ayer. Estábamos en este mismo rincón, pero la situación era diferente. Ese día Carolina no había venido a clase y a la hora del patio me encontré a Mara sentada como está ahora, con las piernas cruzadas, con la música de los cascos a todo volumen. Cuando me vio acercarme aflojó el volumen y se quitó un auricular.

Cerca de él, en ese rincón (Mara)
Este lugar me recuerda al día en que él se me acercó a la hora del patio, el día que empezó todo. Vino hacia mí y me preguntó qué escuchaba. Le pasé el auricular derecho después de que se sentara a mi lado y escuchó atento. Era una canción que no me he atrevido a escuchar más desde que lo dejamos: Il regalo più grande. Él me dijo que la conocía, que le gustaba al igual que a mí. Nos quedamos así, escuchando la canción, en silencio, observándonos de reojo y sonriendo tímidamente. La gente ya empezaba a entrar a clase, pero nosotros no nos movimos. Al cabo del rato nos levantamos y nos fuimos a dar un paseo por el instituto hasta llegar al baño averiado. Estuvimos hablando de todo y de nada, riendo, acariciándonos, besándonos.
Ahora no.
-¿Te acuerdas?- dice mirándome a los ojos a la vez que me agarra la mano.
-No lo voy a olvidar nunca-apoyo mi cabeza en su hombro.
Carlo coge su móvil con la mano que tiene libre y busca algo. A los pocos segundos suena una canción conocida por los dos. Suspiro, cerrando los ojos, volviendo a recordar lo que pasó ese día. Él me mira con los ojos brillantes, esos ojos verdes lucen como nunca. Le doy un beso lento en los labios, acercándome más a él, pero interrumpido por una voz femenina.





jueves, 17 de mayo de 2012

Una vida olvidada

meu mundo-¡Buenos tardes!- exclama abriendo la puerta de casa, entrando con una alegría especial. Está deseando decirle a Carlos que la han ascendido en el trabajo. 
Pero la casa está en un silencio absoluto. Quizá se ha ido al club con los amigos, piensa. Se deshace del abrigo y cuando abre el armario para guardarlo se percata de que algo no va bien. El lado izquierdo del armario está vacío. Corre en busca de alguna señal, algo que le diga que se está equivocando, que no es lo que parece, que no se ha ido. Mira todos los cajones de la habitación, del salón, del recibidor. Nada. No hay nada.
Twitter / Home-No puede ser- se mira al espejo, asustada por su expresión. Nunca se había visto tan angustiada. Su cara, más pálida de lo normal, sus ojos, rojos e hinchados.

Él está más cerca de lo que ella cree. La ha visto subir al edificio más contenta que de costumbre y se ha sentido un poco culpable. Pero no lo suficiente como para volver y hacer como si no hubiese pasado nada. Nunca ha estado enamorado de ella, ahora sabe que sólo fue un gran cariño lo que sintió. Probablemente ella sí que llegó a amarle. Mira hacia arriba, hacia la ventana de su dormitorio y ve su silueta bajo la luz del atardecer. Se le dibuja una sonrisa amarga en el rostro antes de subir al taxi que le está esperando al lado de la acera. Se limita a desaparecer, dejando tras él una vida inacabada, deseada por ella, olvidada por él.

martes, 15 de mayo de 2012

Amarrado a ti Capítulo 20




A un metro de ella (Carlo)
Me vuelve a mirar a los ojos, los tiene vidriosos, está a punto de echarse a llorar de nuevo. Traga saliva y da un paso al frente. Está más cerca. Yo no me muevo, desearía agarrarla por la cintura y besarla, pero me quedo quieto, esperando a que ella haga lo que quiere hacer. Estoy tenso y muy nervioso, ella me pone nervioso. Trago saliva, intentando relajarme, pero es imposible, está muy cerca. Me acerca su mano, enseñando una leve sonrisa. Agarro sus dedos con delicadeza, los tiene helados, al contrario de los míos que están ardiendo. Enlaza los suyos con los míos y se acerca un poco más, dando un pequeño paso que elimina el espacio que queda entre nosotros dos. Nuestras barrigas se rozan y ella suspira, está nerviosa, se le nota en los ojos.

A escasos centímetros (Mara)
Estoy dudando, no sé si hacerlo o no. Le miro a los ojos, para intentar tranquilizarme, pero creo que él está más nervioso que yo, su mano tiembla. Me pongo de puntillas y me pongo a su altura. Nuestras narices se tocan, él sonríe. Le miro a los ojos, esperando el momento adecuado. Ahora ya no me puedo echar para atrás. Paso la punta de los dedos de la otra mano por su cuello, dando pequeños toquecitos, acariciándole, provocando un escalofrío en todo él. Me aprieta la mano con fuerza y sonrío, acariciándole el pelo y alborotándoselo.
-¿Qué estás…?- no le dejo acabar la frase, le coloco el dedo en los labios para que calle.
¿Lo hago? Buf… Estoy muy nerviosa, espero que no me rechace ahora. Nos miramos a los ojos, expectantes, deseando lo que voy a hacer. Elimino totalmente el espacio que nos separa y rozo sus labios con los míos.

Delante de ella (Carlo)
Con la mano que tengo libre sostengo la nuca de Mara y la acerco aún más a mí, perdiéndonos en un beso. Un beso que olvida totalmente lo que ha pasado en la entrada hace un rato. Disfrutando el momento, sin llegar a nada más, sólo besos, cosa que nunca hemos conseguido. Pero no necesito nada más, me conformo.

En una universidad de Barcelona
No he querido ir a casa porque si mi madre me veía así se preocuparía. Estoy en la cafetería, tomándome un café. No me gusta mucho, pero necesito despejarme. No hay nadie más, así que no me preocupo. Pablo es muy buen chico, pero no sé nada, absolutamente nada, de él.

En el piso 36 (Darío)
-Eh, tío, ¿vamos a algún sitio esta noche?
-¿Hoy viernes? Recuerda que mañana tenemos partido.
-Ya, bueno, pero es por la tarde, no hay problema.
-Andrea, ¿por qué no mejor mañana? ¿Después del partido?- no tengo muchas ganas de salir hoy.
-Está bien, pero invitas tú.
- ¿Y eso por qué?- río de nuevo.
-Porque lo digo yo, además, eres el que tiene dinero, que tus padres te envían dinero cada mes, te podrás quejar.
-¿Perdona? Tus padres viven en tu mismo edificio, sólo tienes que bajar y pedirles dinero.
-No es tan fácil, ellos quieren que trabaje. No entienden que no tengo tiempo.
-Está bien- me rindo- pero la próxima te toca a ti, ya que has sido tú el que ha dicho de salir.
-Sí, sí- dice en tono irónico-, la próxima vez pagaré yo- dice sonriendo-. Bueno, nos vemos en el entreno luego, ¿no?
-Claro que sí, además tengo que hablar con Leo. ¡Que he aprobado!
-¡Genial! ¡Qué grande eres!- dice dándome un abrazo-. Me voy ya, hasta luego- dice abriendo la puerta y cerrando tras él.
Este tío está muy mal. No puedo evitar reír.

En la cafetería de la universidad
-¿Estás bien?- No… Es obvio que no.
-Claro- digo imitando una gran sonrisa.
Se sienta en la silla de enfrente y me observa. Remuevo el café con la cucharilla, evitando mirarle a los ojos. No dice nada más, sólo me mira con esos grandes ojos casi negros, con preocupación.
-Sé que no estás bien, no me mientas- dice acercando la silla a la mesa.
Suspiro. No quiero hablar del tema, pero sus ojos me transmiten confianza. Pero no, no puedo. Me levanto, con un intento de sonreír.
-Estoy bien, sólo que me duele un poco la cabeza. ¿Nos vemos mañana?- intento parecer algo alegre.
-Claro, a las siete- sonríe.
-Sí, a las siete- no puedo evitar sonreír antes de irme.
Camino, hacia la gran puerta de cristal recién limpiada. Siento su mirada en mi espalda, pero no me giro, no quiero parecer creída, nunca lo he sido. Me intento relajar, como si esa mirada no fuese para mí, como si esos ojos no estuviesen observando a la única chica que hay en la pequeña cafetería.
Ya detrás de la puerta sigo andando, ahora más tranquila. Pablo se ha preocupado por mí, además quizá lo que Lucía me ha dicho es sólo un rumor, uno de entre tantos que se inventa la gente. Pero igualmente sigo teniendo la mosca detrás de la oreja. 

¡¡Hola!! ¿Os ha gustado?
En la derecha del blog tenéis una encuesta sobre con qué personaje de Amarrado a ti os identificáis más :) Me gustaría ver qué personaje se lleva más votos jajaj
¡Un beso a todos!

domingo, 13 de mayo de 2012

Junto a ti

Se dibuja una sonrisa en su rostro, envejecido por el paso del tiempo, al verme aparecer.
-¿Dónde has estado todo este tiempo?- me mira con nostalgia, débil.
-En busca de la felicidad- sonrío con amargura.
-¿La has encontrado?- me pregunta, observándome con esos ojos azules, de la misma manera que hace cuarenta años, el día que nos separamos en el aeropuerto.
-No, no la he encontrado en todos estos años que he estado fuera. He estado perdiendo el tiempo buscándola, sin saber que estaba junto a ti.
Ella vuelve a sonreír y percibo un destello de alegría en sus ojos, borrado por un sueño eterno. 

lunes, 7 de mayo de 2012

Amarrado a ti Capítulo 19




A un metro de ella (Carlo)
¿Por qué todo es tan difícil? Me gustaría que el beso me lo hubiese dado ella, pero sé que ahora es imposible. Nada dice, eso también es imposible. Lo que pasó ayer no lo voy a olvidar. Me hizo recordar todo lo que había sentido por ella. Me gustaría arreglar las cosas con ella y que todo volviese a ser como antes, pero es tan cabezota… Además, después de este beso, sé que será aún más difícil, aunque a lo mejor dándole celos consigo que quiera volver conmigo. Sé  que no hice bien en enrollarme con aquella chica, pero estaba muy borracho y no sabía lo que hacía. Lo intenté arreglar, pero al ver que se había enfadado decidí dejarlo. Ahora me arrepiento. Y luego apareció Carolina. Aish Carolina, muy buena chica, quizá demasiado. Empezamos a hablar por el msn, sólo lo hice para olvidarme de Mara, cosa que no he conseguido. La miro, me encanta. Sus ojos azules me pierden. Me vuelvo a encontrar con los labios de Carolina y le intento corresponder, aunque me cuesta mucho ahora mismo. Caminamos juntos, de la mano, acompañados de sonrisas y miradas extrañadas de vernos juntos. Miro el otro lado de Carolina y Mara no está, se ha ido. Me siento culpable, sé que no debería seguir con esto, pero intento hacer lo que me dijo Mara ayer para no cagarla más.
-Carolina, me tengo que ir un momento, nos vemos en clase- digo dándole un rápido beso en los labios que no siento.
Camino, sabiendo dónde está ella. Voy decidido, con paso firme, pero me tiemblan las manos. Tengo que intentar arreglar las cosas, tengo que decir adiós a mi orgullo que me está jugando muy malas pasadas. Abro la puerta despacio y la veo. Sé que es por mi culpa, ojalá pudiese ir corriendo a donde ella y darle un beso para consolarla.
-Mara, lo siento de veras- consigo decir, sin acercarme mucho a ella.
Ella no dice nada, sólo aparta el rostro para que no la vea llorar. Me acerco un poco más y le toco el hombro con la palma de mi mano. Ella enseguida aparta mi mano con un golpe seco.
-¡Déjame! No haces nada aquí- dice, entre sollozos.
- Estás así por mi culpa, de verdad que lo siento, si tú me dices que lo deje con ella, la dejo, de verdad- digo. La sinceridad se apodera de mí y empieza a decir lo que nunca me hubiese atrevido a decir a una chica.
Sigue sin decir nada. Hace intento de levantarse, pero las piernas le tiemblan, la observo indeciso. Suspira, siento dolor en su aliento. Vuelve a intentarlo sujetándose al frío radiador del baño. Y es entonces cuando veo su rostro.
-Vete, déjame sola- insiste, pero no me muevo, irme es lo peor que puedo hacer.
-Sabes que no te voy a dejar sola- digo acercándome un poco más a ella.
-Carlo, haz el favor de irte- dice sujetándome las muñecas y empujándome hacia la puerta. Tengo más fuerza que ella y apenas me mueve unos centímetros.
Su cara blanca, inundada en lágrimas, expresa dolor, rabia. Nunca la he visto así y me siento el peor chico enamorado del mundo. Odio verla llorar y más si es por mi culpa.
-Déjame hablar contigo- susurro, apretando la mandíbula, haciendo fuerza para que no me tire al suelo. Me dejo hacer.
-¡Una mierda!- no deja de pegarme- ¿Qué quieres explicarme? ¿Cómo besa mi mejor amiga? ¿Es eso?
-Mara, por favor, cálmate- no alzo el tono de voz, sigo aguantando lo que con otra chica no hubiese hecho, si no fuese ella la hubiese mandado a paseo.
-Es imposible calmarse con lo que acabo de ver- sigue llorando mientras me propina un puñetazo en la barriga. Me hace retorcerme, no me ha dado muy fuerte, pero me ha pillado desprevenido.
- ¿Qué quieres que haga? Me dices que haga feliz a Carolina y luego te quejas porque la he besado- ella para un poco, pero sigue sollozando- Mírame- sujeto su barbilla con delicadeza, obligándola a mirarme a los ojos- ¿Acaso crees que para mí es fácil? – Me pierdo en esos ojos azules-. Sé que fui un gilipollas, lo sé, pero por dios Mara, ya hace tiempo de eso y creo que hay que pasar página, olvidarlo.
-Sabes que es imposible- dice apartándose de mí.
-Por dios, Mara, tú también has estado con otro chico y aquí estoy. Sintiéndome como una mierda al ver llorar a la chica que quiero- me mira con los ojos como platos, manchados de rímel, pero igual de preciosos que siempre.
-Pero no podemos estar juntos- hace una pausa-. Carolina.
-Oh, vamos, si tú me quieres y yo te quiero, ¿qué más importa?- no me creo lo que estoy diciendo, me siento muy tonto pronunciando estas palabras tan cursis, pero realmente es lo que siento. ¡A la mierda el orgullo!

Ya en casa (Darío)
-Mamá, ya me han dado la nota del examen.
-¿Sí? ¿Y qué has sacado? ¿Has aprobado?- noto esperanza en su voz. No sé cómo reaccionará al escuchar mi respuesta.
-¿Tú qué crees?- me hago de rogar.
-¡Ah, Darío! Dilo, no me dejes con la intriga.
-He sacado un seis, eso quiere decir, ¡Que he aprobado!
-¡Ah! ¡Hijo, menos mal! ¿Eso quiere decir que vendrás estas navidades?- dice entusiasmada.
-¡Claro! Tengo muchas ganas de veros- sonrío- Bueno mamá, tengo que irme- le mando un sonoro beso.
-Está bien, ya hablaremos.
Escucho el timbre de casa y voy a abrir.
-¡Darío!- grita al verme y entra, acomodándose en el sofá grande.
Ciao!- digo sentándome a su lado- ¿Qué haces aquí?- el chico de ojos azules me mira sonriendo.
-¿Es que acaso no quieres que venga?- dice lanzándome un cojín.
-No, no es eso, sólo me sorprende- digo devolviéndoselo.
-No estarás escondiendo algo, ¿no? Cuando me llamaste parecías ocupado con una chica ¿no es así?
-¿Qué?- río-. No, no, no la conozco- no me deja acabar.
-Ahora ya no hace falta conocer a las chicas para acostarse con ellas- dice burlón.
-¡Cállate! Siempre pensando en lo mismo- sigo riendo-. Digo que me había chocado con ella y le había tirado los libros al suelo- noto que se me suben los colores.
-Oh, se vuelve romántico, parece salido de una película moña- ríe, señalándome con el dedo- ¿Ahora se va a poner a cantar?- dice hablando con alguien invisible.
-No seas imbécil- me aguanto la risa- ¿A qué has venido?- cambio de tema.
-A verte, amiguito- dice estrujándome.

En un baño averiado (Mara)
No sé qué hacer. Está delante de mí, mirándome a los ojos, esperando una respuesta por mi parte. ¿Que qué más importa? Todo. Todo importa.
-Ahora mismo estoy entre la espada y la pared- digo confusa- ¿Puedo hacer una cosa?- digo secándome las lágrimas, sin estar segura de lo que voy a hacer.
-Adelante- me deja vía libre. Miro al suelo y suspiro, dejando salir todo el aire que tengo guardado en mis pulmones, intentando coger todo el valor que necesito para llevarlo a cabo.



jueves, 3 de mayo de 2012

Tengo miedo

so they say
"¿Yo? ¡Tengo miedo de todo! Tengo miedo de lo que vi, de lo que hice y de lo que soy, y de lo que más tengo miedo es de salir de esta sala y nunca más en la vida sentir lo que siento cuando estoy contigo..."  
 Dirty Dancing

martes, 1 de mayo de 2012

Amarrado a ti Capítulo 18




En un autobús de camino al instituto (Mara)
Buf… No iba a venir hoy al instituto, pero mi madre me ha obligado. Con suerte quizá he dormido tres horas, cerraba los ojos, pero era imposible olvidar lo que había pasado ese mediodía. Buf… ¿Qué pasará ahora? Nada. Se lo dejé muy claro, pero es imposible pensar que no va a pasar nada, porque lo que ocurrió no se puede olvidar de un día para otro. Me dijo que me quería, pero ¿Hasta dónde llega su amor? Porque ayer, hubo de todo menos amor. Le odio, le odio con todas mis fuerzas, pero me siento culpable. Fue él quien empezó, pero yo no me negué. Ahora me cuesta mirar a Carolina a la cara y saber que la he engañado, aunque tampoco es la primera vez. Si ahora me dejase de hablar lo agradecería, no me he comportado bien con ella, he sido la peor amiga del mundo.
-Ciao Mara!- cuando me bajo del autobús viene corriendo a donde estoy.
-Ciao- intento esbozar una sonrisa.
-¿A que no sabes qué?- dice dando saltitos a mi alrededor.
-No, dime- intento aparentar emoción.
-¡Ayer! Carlo me acompañó a casa y antes de abrir la puerta me besó, Mara, ¡me besó! ¡Estoy que no me lo creo!- esto me sienta como una caída libre. Me viene de golpe mucha información. No sé cómo reaccionar. Así que amor ¿eeh? Carolina me lo explica con todos los detalles, cosa que se podría haber ahorrado, no estoy para explicaciones claras, ya bastante he tenido con escuchar lo del beso. ¿Por qué lo ha hecho? ¿Por qué la ha besado? Justo después de estar conmigo y decirme que me quería. No lo entiendo, aunque eso sólo tiene una respuesta y esa respuesta la tiene él- ¿Me estás escuchando?- Ojalá no te estuviese escuchando…
-Sí, sí, perdona, es que me he quedado pensando.
-¡Ah! Amiguita, ¿pensando en qué? ¿En Paolo?- no puedo evitar sonrojarme-. Paolo, Paolo… ¿Has hablado con él?- pregunta agarrándome del brazo.
-Pues no, no he hablado con él- y me siento culpable, decidimos llamarnos por lo menos una vez por semana y esta semana aún no hemos hablado, él tampoco ha llamado, aunque quizá está muy ocupado con todo esto de ir a la universidad.
-¡Pues llámale! ¿A qué esperas?- dice tapándose la cara con las manos- Ai, Mara, que te lo tenga que decir yo… No me parece normal esto.
-¿Tú crees que debería llamarle? Es que a lo mejor está ocupado- no estoy del todo segura de hacerlo. Carolina me saca el móvil del bolsillo y busca su número en mis contactos. Intento quitárselo, pero no lo consigo, ya ha pulsado el botón de llamada- ¿Estás loca? ¡Que las llamadas a otro país están muy caras!
-No seas agarrada Mara, sé que quieres hablar con él- dice mientras me tapa la boca con las manos- ¡Ciao Paolo! Mi amiga quiere hablar contigo- dice imitando el acento español. Me pasa el teléfono, pero me niego. El móvil casi cae al suelo porque Carolina lo suelta, esperando que yo lo coja. Me acerco el teléfono a la oreja y escucho su voz.
-¿Mara? ¿Eres tú?- dice al otro lado del teléfono.
-Sí-susurro- ¿cómo estás?- consigo decir.
-Bien, haciendo un trabajo. Hace tiempo que no hablábamos- parece sorprendido-. ¿Cómo va todo por allí?
-Bien, bien, como siempre- sonrío, no sé qué decirle. Escucho su respiración entrecortada al otro lado de la línea, parece cansado.
-¿Podemos hablar mañana?- pregunta indeciso-. Es que estoy en la biblioteca y no puedo hablar- seguro que está con alguna chica.
-Sí, claro- digo sin mucho entusiasmo- ¡Ciao!
-Adiós, Mara- y cuelga.

En una gran biblioteca con vistas a un jardín trasero
Una sintonía de móvil ha acabado con el silencio de la sala hace unos minutos. Pablo se ha levantado de un salto al reconocer la llamada y se ha dirigido al gran ventanal. Parecía nervioso y se ha sonrojado en varias ocasiones. Sólo han sido unos segundos, pero no he podido evitar apartar la mirada. Quizá tiene razón Lucía y está con una chica. Sólo de pensarlo me ha venido un escalofrío y un vacío en el estómago. Y mañana he quedado con él. ¿Qué voy a hacer? ¿Cómo si no supiese nada? No lo sé, no sé cómo voy a reaccionar en ese momento. Ojalá todo fuese más fácil.
-¿Aroa?- dice Lucía moviendo las manos.
-¿Qué?- digo alzando la voz, del susto. Algunos se giran para mirarme con mala cara. Pablo también me mira, pero sonriendo.
-¿Estás bien? Sólo faltan las conclusiones.
¿Es que no ves que no estoy para hacer un trabajo? Me siento fatal. Me hubiese gustado no saber que tenía novia, así hubiese sido más fácil.
-Ya veo que no estás muy bien que digamos, vete si quieres, ya me quedo a acabarlo yo, no te preocupes.
-¿Estás segura?- me siento los ojos húmedos- si quieres lo hago yo.
-No, no te preocupes, vete y descansa. Nos vemos el lunes- dice sonriendo. No es tan mala chica como creía que era.
-Gracias Lucía, hasta el lunes- digo esbozando una media sonrisa mientras recojo mis cosas y voy hacia la puerta.
Camino con paso firme, aguantando las lágrimas, siendo fuerte, recordando que tengo que parecer serena si no quiero que Pablo me vea así. 

En un autobús, por una carretera interminable de Milán (Darío)
Estoy de vuelta. Cuando iba para la Universidad la he visto, estaba triste. Mara no me ha visto, tampoco le he dicho nada. No quería hablar con nadie. Todavía no me he recuperado de la llamada de Aroa diciéndome lo que sentía. Llevo un sobre bajo el brazo. Allí está la nota, no he querido abrirlo hasta estar solo. Ahora es el momento, el autobús está casi vacío. Agarro el sobre con fuerza y rompo el cierre con los dedos. Buf… Suspiro y cierro los ojos unos instantes. Saco el papel lentamente y la veo. Suspiro una vez más y vuelvo a cerrar los ojos. Ya está, mis piernas tiemblan y noto mis ojos húmedos. Llevaba tiempo esperando este momento y la tensión se ha acabado por fin.

Cerca de allí, en un instituto (Mara)
-¡Que conversación más corta! ¿Qué te ha dicho?- dice después de guardar mi móvil.
-Que estaba haciendo un trabajo y que no podía hablar- digo sin mucho entusiasmo.
-¿Y te lo has creído? ¡Qué ingenua!
-¡No!- digo dándole un golpecito en la cadera- Parecía cansado, agotado.
-¡Seguro que estaba con alguna chica!
-¿Estás segura?- pregunto, aún sabiendo que yo también he pensado lo mismo.
-¡Segurísima! Mara, ¿por qué no iba a querer hablar contigo si no es eso? ¡Fuisteis novios!
-No lo sé, la verdad- estoy confusa- Y novios tampoco, ¡sólo estuvimos juntos un mes!
-¡Cómo si estuvisteis un año! Da igual, Mara, te gustó, y mucho, y lo sabes- pero no tanto como Carlo.
-Hola- rompe la conversación. Noto un vacío en el pecho y trago saliva, intentando evitar un nudo en la garganta.
-¡Carlo!- dice propinándole un beso en los labios a Carlo. Yo observo aunque duela.
Cuando acaba el beso, Carlo me dedica una mirada seria.

¡¡¡Holaaa!!!
¡¿Cómo estáis?? 
Debo daros las gracias por esos 88 votos en el concurso, que aunque no haya ganado, me ha hecho muy feliz ver que os gusta mi blog, de verdad, os estoy muy muy pero que muy agradecida :D Porque no puedo creerme que ya tenga 84 seguidores, porque cuando empecé ese era un sueño que estaba muy lejos y ahora ya ha llegado, de veras, muchísimas gracias a todos/as por seguirme, porque vuestros comentarios y vuestras ganas de seguir leyendo hacen que este blog siga adelante!! Y pues nada, que espero que os haya gustado el capítulo y que comentéis :D
¡¡Un beso!!