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jueves, 30 de mayo de 2013

Ella el As de su baraja y él un simple Joker

Tumblr_mj59tfsczx1s3g7eho1_250_largeNo se consideró un profesional en el solitario aunque la soledad fue su única acompañante cuando el mundo se le hizo cuesta arriba. Había arriesgado su vida en una sola carta y no le habían quedado ases bajo la manga porque ella se lo había arrebatado. Su táctica del As de rompe corazones había jugado a la inversa y el único destrozado había sido él, ella como de costumbre, intacta a tal explosión. 
Él sacó una pareja, pero ella no se conformó y le retó con una escalera real, imposible de superar. Quién le hubiese dicho que él la había enseñado a jugar... Ella extraordinaria experta en el tema y él pésimo conejillo de indias en esa cama sin ataduras. Él apostó por todo y ella por nada, él por prosperidad y ella por diversión. Dos absurdos amantes del póquer que no fueron capaces de ordenar sus insignificantes vidas. Habían puesto las cartas sobre la mesa y la decisión se veía en los ojos de ella desde el primer instante. Esa mesa pedía a gritos un entretenimiento sexual, ella sería el As de su baraja y él un simple Joker, capaz de ser substituido por cualquier otra carta.


martes, 28 de mayo de 2013

Y otra, y otra...

Se sentó en el borde del estanque y sintió nostalgia. Quería volver al pasado y darle al Play de nuevo a la película de su vida. Volver a empezar pero sin modificar ninguna acción. 
Cogió una piedra y la lanzó torpemente al interior de esas aguas oscuras. ¿Cuántas personas habrían hecho eso a lo largo de los últimos centenares de años? Estaba segura de que no lo podría contar con los dedos de sus manos, nunca se le había dado bien las matemáticas y era demasiado vaga como para ponerse a contar como lo hacían los niños de cinco años. Tal vez incluso ella habría lanzado una piedra en algún momento que su mente no era capaz de recordar.
Cogió otra y repitió la misma acción. ¿Cuántas piedras ahogadas habría en lo más hondo del estanque? Hubiese sido fácil saberlo, sólo hubiese necesitado un traje de buzo, aún así se limitó a observar. 
A lo lejos, un señor lanzó en un ágil y limpio movimiento una simple piedra y consiguió dar tres botes. Tres botes, como el mismo número de piedras que acababa de lanzar el niño que aguardaba a su lado. ¿Cuántas piedras habrían lanzado a lo largo de su vida? Seguramente el señor hubiese lanzado un número más elevado de éstas que el pequeño, porque su lanzamiento se había caracterizado por la gran destreza y conocimiento ante ese movimiento perfecto.
Ella era demasiado imperfecta como para hacer un tiro así, nunca lo conseguiría. Les observó a lo lejos y se formuló una nueva pregunta: ¿Cuántas piedras habría en lo más hondo del estanque que hubiese lanzado ese señor dando tres botes antes de hundirse? Le gustaría poder viajar al pasado, ver cómo ese hombre lanzaba su primera piedra y acompañarle en cada tiro, tal vez así hubiese conseguido un buen lanzamiento o, tal vez, mejorar su movimiento imperfecto.
Sonrió y dejó caer de nuevo otra piedra, y otra, y otra...

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Amarrado a ti Capítulo 74




-Por favor, dime que está bien, por favor- no consigo retener las lágrimas.
-Tranquila, estará bien- me abraza con fuerza. Toda la rabia que tenía contra él se ha esfumado, las broncas, los engaños, ahora ya no cuentan, ya no son importantes. Sólo somos dos personas tristes por lo que acaba de ocurrir.
-Carlo, mírala, no reacciona, ¡no reacciona!- me sujeto contra su pecho sollozando y él apoya su barbilla en mi cabeza.
-Estará bien- aprieta los dientes.
-Júramelo- ahogo mis palabras en su jersey.
-Te lo prometo- me abraza aún más fuerte, mientras vemos cómo se la llevan a la ambulancia.
-Necesitamos revisarte para asegurarnos que estás correctamente- me anuncia uno de los médicos. 
-De acuerdo- me levanto con la ayuda de Carlo.
-¿Puedo acompañarla?- pregunta él con decisión.
-Sí, vamos- subimos los dos en la ambulancia y vamos camino del hospital. 
 
 
Muy lejos de allí (Aroa)
 
-Lucía, ¿recuerdas que te dije que iba a venir mi amigo de Milán a pasar aquí las vacaciones de Navidad?
-Sí, ¿por qué? ¿Qué pasa?- se preocupa.
-Al final no va a venir- susurro.
-¿Y eso?
Y le cuento todo lo que ha ocurrido esta mañana, la conversación con mi madre y su consejo.
-Tu madre tiene razón, yo creo que deberías aprovechar lo que tienes con Pablo, porque si realmente te gustase Darío, no te hubieses fijado en él.
-Pero el problema es que ni siquiera sé si Darío me sigue gustando.
-¿Y qué quieres decir con eso? Aroa, ¡quién sabe si le volverás a ver algún día! Debes pasar página ya, ha pasado demasiado tiempo.
-Necesito verle, Lucía.
-Es mejor que no venga, Aroa, así le podrás olvidar. Además, por mucho que le vieses y te gustase, ¿de qué serviría tener una relación a distancia?
-No eres la más indicada para decirlo, tú tienes una.
-Lo sé, pero no es lo mismo, Darío está muchísimo más lejos que Sergio, no me compares, por favor. Y aparte, nosotros nos vemos cada semana o cada dos, ¿vosotros cada cuánto os veríais? ¿Una o dos veces al año? Aroa, por favor, eso es imposible- anuncia desesperada.
-Sé que sería muy difícil, pero necesito aclarar mis ideas.
-Pues vete a Italia y compruébalo.
 
 
Ya lejos de la parada ambulante de gofres (Pablo)
 
-¡Está buenísimo!- grita con gusto en medio de la calle.
-Ya ves- le doy un mordisco.
-Ah, gracias por invitarme-ríe.
-Debía hacerlo, me has obligado a ello.
-En el fondo querías y yo te he ayudado.
-Seguro que sí- suelto una carcajada.
-¿Sabes? Se ve buena chica- dice sin venir a cuento.
-¿Quién?- pregunto sin entender.
-Aroa, tu novia- sonríe.
-Ah, lo es- sonrío yo también sin poder evitarlo.
-Nosotras tenemos un sexto sentido para saber este tipo de cosas, y parece buena chica.
-No te equivocas.
-Me alegro mucho que estés feliz con ella- sonríe-. Se te nota en la cara que te mueres por sus huesos- ríe y me mira de reojo.
-¿Tanto se me nota?
-Muchísimo. Y a ella le pasa lo mismo contigo.
-¿También se le nota?
-No hay que ser muy listo para darse cuenta de eso.

sábado, 25 de mayo de 2013

Ese maldito reloj con sabor a tiempo infinito

"Y pierdo la conciencia
cuando escucho cómo dices:
"que sea cierto el jamás".
¡Oh, muérete!"

Quitaron las pilas de ese reloj antiguo, no por el irritante tic-tac que producía con el paso de cada segundo, sino por miedo al tiempo, al nunca y al siempre. 
Nunca creyeron en las promesas eternas ni en los besos que duraban para siempre. Porque las promesas se las llevaba el viento y los besos dejaban sin aliento hasta al mejor nadador. Y tampoco tumbaron ochos pero sí sus cuerpos sobre infinitas sábanas. 
Él nunca se consideró un caballero, las buenas costumbres quedaron olvidadas en esas calles desiertas de las que él fue vagabundo sin beneficios. Ni ella se consideró princesa, aunque jugó toda su infancia en vestir muñecas como tales. 
Callaron el silencio temerario de la noche y gritaron obscenidades cuando uno se pasó los límites del otro. Las uñas mal pintadas de ella se estropearon de tanto aferrarse a la espalda de él y sus ojos perdieron el norte en cada suspiro. 
Soñaron con viajar a Londres, Hawaii, Los Ángeles y Melbourne desde las habitaciones de hoteles baratos y cantaron canciones en inglés con acento madrileño. No creyeron en la posibilidad de rozar el cielo con un beso pero sí en la capacidad de convertir rectas en curvas para dejarse llevar por el vaivén del zigzagueo de la moto sin tocar el suelo. 
 No creían en finales felices ni en la eternidad de la noche de Madrid, pero estaban seguros de algo, el último aliento lo compartirían con un beso eterno en un lugar donde no llegaría el tic-tac de ese maldito reloj con sabor a tiempo infinito.

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Mil gracias por vuestros comentarios en la entrada anterior, os quiero mucho :)

@enmodoavion_

jueves, 23 de mayo de 2013

Un poco de mí... II

Hoy tampoco vengo con una buena entrada, sólo a desahogarme, espero que me entendáis, últimamente las cosas no me van muy bien que digamos...
Muchas veces le menciono en mis entradas, sí, hablo de ese Gran Idiota, veréis, me gustaría hablaros un poco de él... Le conozco desde hace cinco años y me siento una desconocida a su lado. Me duele ver que se ha distanciado, no sólo de mí, sino también de los demás, ya no es el mismo... Ya no es ese chico que me hacía reír e intentaba sacarme sonrisas por doquier, ahora sólo vive por y para ella, una chica que ni siquiera se merece su atención lo más mínimo, porque él, ¿acaso cree que con él será diferente? ¿que no será su amigo sólo durante dos meses y luego le dejará tirado? No se daba cuenta y yo no soy nadie para hacérselo saber... Si es que ya lo digo yo, es un completo idiota. Ella no puede vivir sin nadie detrás, necesita perritos falderos que la rodeen y que así pueda hacer lo que le venga en gana con ellos, porque se desviven por su tonteo. Encima ella me tiene una manía impresionante, bueno, yo a ella también. Pero ahora ella se ha ido de su lado y no puedo evitar sentirme mal al verle decaído. ¡Pero, joder, yo no tengo la culpa! El idiota debió darse cuenta, pero estaba tan ciego... Yo ya no quiero saber nada, le evito lo más que puedo, pero me es imposible no debilitarme cuando le tengo cerca. Me duele, le odio, pero le echo de menos. Y, aunque suene a tópico, echo de menos la persona que era... ¿Por qué mierda cambió tanto? Si no lo hubiese hecho, probablemente habría arriesgado por intentar tener algo con él... Mmm... Bueno, no lo sé, pero supongo que se me hubiese pasado la idea por la cabeza varias veces. ¡Estuve a punto de hacerlo! ¡De decirle lo que sentía! Pero no... Yo nunca arriesgo, es demasiado para mí, yo sólo me dejo llevar por el paso del tiempo y dejo que las cosas vengan a mí... Soy así, siempre lo he sido y así me va. Lo sé, debo cambiar, me lo digo tantas veces... Tal vez tengo miedo a los cambios, a querer hasta que duela, porque conozco el dolor y no quiero caer en sus manos de nuevo. 
Me arrepiento de quererle, no quiero quererle, es demasiado complicado. ¿Por qué no me enamoré de alguien que fuese capaz de darme lo que necesito? ¡Sólo pido que me quieran como yo lo hago! El problema es que estoy demasiado ciega, no miro a mi alrededor y me sigo aferrando a su recuerdo. ¿Por qué hay personas increíbles cerca de mí y en cambio yo me fijo en este idiota?
Tengo ganas de verano, para así dejar de verle durante unos meses. Pero siempre cometo el mismo error, creo que le he olvidado y cuando me vuelvo a cruzar con su mirada, ZÁS, el muro que había construido a mi alrededor se derrumba. 
Oh, y no creáis que no he intentado el mito de "un clavo saca otro clavo", mirad, estupidez, vamos. Lo único que consigo es hacerme daño a mí misma, porque me engaño. Me ilusiono muy rápido y me decepcionan aún más rápido. Y, la verdad, cuando me preguntan "¿Pero qué le ves a este chico?" no sé qué responder, porque, si lo supiese, me obligaría a pensar que no es para tanto e intentaría encontrarle defectos, pero es que... Buf. Al final el idiota no va a ser él, sino yo...
Bueno, será mejor que lo deje ya, me estoy comiendo demasiado la cabeza... Espero que si la habéis leído, no os haya aburrido mucho. 
Ah, vi que en la anterior entrada de un poco de mí, hubo mucha aceptación por vuestra parte, ¿os gustaría que siguiese esta sección para desahogarme? 
Gracias, de verdad, no sé qué haría sin vosotros :)
¡Un beso muy muy muy grande!
@enmodoavion_

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(Buf, si él alguna vez leyese todas estas palabras que ahogo día tras día en mi garganta...)

miércoles, 22 de mayo de 2013

Amarrado a ti Capítulo 73


-Es tarde.
-No vengo a pedirte que vuelvas conmigo ni nada de eso- resopla mirándome de reojo.
-¿Entonces qué quieres?- me está cansando esta situación.
-Sólo hablar, necesito hablar con alguien- parece que lo dice en serio y no para fastidiarme.
-¿Y debe ser conmigo? ¿No crees que ya he tenido bastante?
-Si quieres me voy- me fijo en su aspecto, pésimo por cierto. Un gran morado se dibuja en su barbilla, llamándome la atención, algo malo debe de haberle pasado.
-Habla anda- me dejo caer en el banco más cercano, sin mirarle.
-Gracias- se sienta a mi lado con la cabeza gacha-. Mara me ha engañado.
-Ahora sabes lo que se siente- susurro.
-Con mi propio hermano- intento recapitular estos últimos años y sí, lo recuerdo, Davide.
-¿Y qué quieres que te responda?- reprocho con resentimiento.
-Nada si no quieres.
-Entonces me voy- me levanto, pero su mano sujetando mi muñeca me lo impide.
-Por favor, no te vayas, no me dejes solo ahora- le entra el bajón y, aunque no quiera, me siento mal por él.
Nos quedamos en silencio, los dos pensando en la misma situación pero con diferentes protagonistas. Pensándolo bien, los dos acabamos de pasar por lo mismo y realmente se necesita a alguien para hablar.
-Lo pasé muy mal por tu culpa- rompo el silencio, cerrando los ojos e intentando ser fuerte. Me levanto del banco de nuevo para que no me vea llorar.
-Lo siento, de verdad, ahora sé lo que se siente y no lo volvería a hacer- se levanta él también, colocándose a mi lado.
-¡Pero lo hiciste! ¡No sabes lo que es que el chico que quieres te engañe con tu mejor amiga!- grito, dándole puñetazos en el pecho, pero Carlo ni se inmuta.
-¡Deja de echármelo en cara, joder! ¡Lo siento, hostia!- grita, ahogando mis sollozos y dejándome petrificada con su enfado.
-Perdón, pero no puedo seguir hablando contigo- y me voy, dejando salir todas las lágrimas que me quedan y ahogando los gritos de rabia en mi garganta con sollozos.
No escucho sus pasos detrás de mí ni nada, pero de repente unos brazos me abrazan por detrás fuertemente, impidiéndome el paso y provocándome un escalofrío por toda la columna. 
-Déjame por favor- suplico, intentando apartarme de él.
-Lo siento- titubea en mi hombro, con una voz temblorosa.
Espera, no es él. Reconozco su voz y me aparto bruscamente.
-¿Hoy os habéis puesto de acuerdo para fastidiarme?- me seco las lágrimas de las mejillas.
-¿Qué?- pregunta sin entender. Mientras tanto, Carlo ha llegado a donde estamos.
-Mira, Mara, vete a la mierda- digo alejándome y saliendo del parque.
-Lo siento, de verdad, déjame hablar contigo- voy a cruzar la carretera-. ¡Carolina!- escucho su grito agudo en mi espalda.
-Que te jo…- un claxon alarmante suena justo a mi lado y no consigo terminar la palabra, sólo siento un gran golpe brusco en el costado y el frío asfalto. Luego, nada.
 
Abro los ojos con recelo y siento el suelo contra mi cara. ¿Qué ha pasado? Me levanto bruscamente y la cabeza me da un giro. Siento unos brazos que me sujetan con cuidado y susurran mi nombre a lo lejos. Me siento muy mareada y fuera de sí. 
Refriego mis ojos intentando volver a la realidad. No estoy sola, hay mucha gente a mi alrededor, ancianos, señores con traje y otros con un traje de ambulancia. Espera. ¿Es por mí? Todas las miradas están centradas en mi dirección y no entiendo por qué. 
-¿Qué… qué ha pasado?- titubeo con dificultad. 
-Has tenido un accidente.
-¿Yo?- entonces lo recuerdo todo. 
El coche, el claxon, Carlo, Mara… ¡Mara! Mara se tiró a por mí en ese momento. ¿Dónde está? Miro a mi alrededor rápidamente en busca de esa chica rubia y la encuentro tirada en el suelo con los ojos cerrados. Siento un gran dolor en el pecho al verla con ese aspecto. Tiene la barbilla desfigurada y en carne viva y todo el cuerpo lleno de rozaduras. Yo, en cambio, sólo tengo el pantalón roto y el brazo derecho con sangre. El chico de ojos verdes se acerca a mí rápidamente al ver que estoy consciente.
-¿Cómo estás?-pregunta alarmado.
-Bien- susurro-. ¿Qué le ha pasado a ella?
-Ella se lanzó hacia ti para que no te diese el coche y el golpe lo recibió ella- me cuenta angustiado. 
No puede ser, no me puedo creer que haya ocurrido esto. 


¡Hola personitas! Lo siento mucho por publicar el capítulo tan tarde, pero es que estoy con exámenes y no tengo tiempo para nada... Estaré unas tres semanas algo ausente, pero haré todo lo que esté en mis manos para poder publicar como siempre :)
¡Mil gracias, en serio! ¡Un beso muy muy muuuuuuy grande! <3
@enmodoavion_

lunes, 20 de mayo de 2013

Su gran dificultad no era dibujar su futuro, sino imaginarlo sin él

Se llevó las manos al rostro, vencida por el estrés, y mordió con desesperación uno de los extremos del lápiz de madera. Cuántas veces había dibujado el paraíso en el que le hubiese gustado vivir y ahora se veía frente a un gran papel en blanco, amenazante ante sus ojos, esperando que pintase su superficie a carboncillo. No tenía pensado usar colores llamativos, sólo la escala de grises que ese lápiz conseguía distinguir en sus trazos. 
Se veía incapaz de dibujar una sola línea. Pensaba que cualquier paso en falso la haría decepcionarse de sí misma y tendría que romper el cuadro. Como tantas otras veces... En demasiadas ocasiones había intentado hacerlo, pero nunca se convencía de la perfección que quería mostrar y que en cambio plasmaba en el papel. Nunca alcanzaba el mayor esplendor, no encontraba la gran belleza del futuro en sus dibujos. Cambió de lápiz varias veces y de ángulo también, ¡incluso de paisaje! Playa, montaña, prado, gran ciudad... Nada le agradaba. Todo le traía recuerdos a los que no quería aferrarse, nada era nuevo, nada le transmitía olor a recién pintado. Como si ya hubiese estado ahí. Ese lugar con el que soñaba ya lo había pisado con sus propios pies, su imaginación sólo viajaba al pasado y éste la obligaba a dejar rastro en la blancura del papel limpio e inocente. Como si sus ojos nunca se hubiesen ido, ésos que ahora permanecían frente a ella, observándola y esperando ser borrados para siempre para iniciar de nuevo otro pensamiento clandestino sin prejuicios. 
Pero esta vez era la definitiva, sostuvo con firmeza el lápiz y rayó con ímpetu hasta hacer desaparecer esa intensa mirada bajo la enigmática escala de grises.  Aún así, no fue capaz de ver que el recuerdo no estaba en ese papel en blanco, sino en su corazón y eso sí que no podría hacerlo desaparecer tan fácilmente...
Su gran dificultad no era dibujar su futuro, sino imaginarlo sin él. 

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@enmodoavion_


jueves, 16 de mayo de 2013

Quería quererla. Quería olvidar.

Inseguridad. ¡Qué palabra más absurda! Y aún así, podía calificarse como tal, absurda e insegura chica . ¿Capaz o incapaz? Un poco de cada, capaz de callar sentimientos e incapaz de tomar decisiones cronometradas en tiempo récord. Miedo. Todo se resumía en eso, puro miedo a demostrar lo que sentía por ella, miedo a mirarla a los ojos, miedo de ella y de su frialdad. Susurraba secretos a la Luna con miedo de que las estrellas, curiosas, se enterasen de sus debilidades. Éstas, a años luz, parecían tener más vida que ella, sus ojos no eran nada comparado con ese brillo que desprendían en noches oscuras. En esas noches la incertidumbre aumentaba en múltiples proporciones y soñaba con los ojos tristes de esa chica que se escondían bajo sus oscuras pestañas. Ella tenía miedo y él se había dado cuenta. Se sentía sola entre las sábanas cuando el Sol daba paso a la penumbra y sus huesos se encogían. Se limitaba a intentar visualizar los misteriosos ojos de aquel chico que la observaban a primera hora desde el otro lado del pasillo. Quería saber de ella, conocerla, abofetear a ese miedo que le carcomía y reflejarse en sus ojos. En definitiva, quería quererla. Vivía dejando pasar las horas, los meses y los años, sin miedo a envejecer. En definitiva, quería olvidar. 
Ella fue incapaz de dejarse querer. 
Él fue incapaz de hacerla olvidar. 

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miércoles, 15 de mayo de 2013

Una mezcla heterogénea indisoluble

Labios color carmín, rojo intenso como la sangre que recorría su cuerpo sin constancia, dejándola sin vida y dándosela en variaciones irremediables. Como él en su vida, una de cal y otra de arena, calándose en su camisa y manchándose la boca de carmesí, rompiendo sus huesos a base de suspiros y acariciando su piel con intensas miradas. Intensas como los labios de ella, degustadores y traicioneros, pero a la vez puros y reservados. Sólo él tenía permiso para sentirlos de cerca, era dueño del pecado, el próximo visitante del infierno. Un demonio descarado de alma angelical, un simple bastardo, que rondaba por los sentimientos prohibidos y por los sueños más profundos y trabajaba como protagonista en los amores platónicos de esa muchacha inocente con experiencia en las mareas blancas de hotel. Incapaces de olvidarse y de parar las agujas del reloj. Ella era su vicio, su tortura y su adicción interminable e incurable. Ella vivía del brillo perturbable de sus ojos carbonizados y él de la guerra de sus labios perdedores con ganas de revancha. Aún así no eran nada, sólo una mezcla heterogénea indisoluble.  

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@enmodoavion_

martes, 14 de mayo de 2013

Amarrado a ti Capítulo 72


-Bien, entonces te paso a buscar a las siete- rodea mi cintura con sus brazos y se acerca lentamente, haciéndome olvidar todo mi alrededor. Acaba con el aire que queda entre los dos y se despide con un beso suave pero intenso antes de volver a la cola dónde estaban. 
-Adiós- me despido de ellos, apartándome del puesto ambulante de gofres junto a Lucía.
-¿Quién es esa chica con la que estaba?- pregunta una vez que ya no nos pueden escuchar.
-Una vieja amiga del instituto- respondo mirándoles a lo lejos.
-¿Sólo una amiga?
-Sí, eso me han dicho ellos. ¿Por qué?- no entiendo a qué se refiere.
-No lo sé, me ha parecido extraño- deja las palabras en el aire, pero prefiero no pensar en ello-. Bueno, cambiando de tema, ¿me vas a contar al fin qué pasó anoche?
-Está bien- hago una pausa ordenando los hechos-. Fuimos a la fiesta de un amigo suyo, se le manchó la camisa y fuimos a su apartamento.
-¿Y…?
-Pues estuvimos allí… Pero no pasó nada- pone cara de fastidio-, estuvimos besándonos, pero nada más, porque le llamó su amigo por teléfono y lo estropeó- me sonrojo ante tal declaración.
-¡Oh, dios, qué rabia!- hace un gesto extraño con las manos en señal de enfado-. Pero, ¿tú has estado alguna vez con otro chico? O sea, si te has acostado ya con alguien.
-Eh, no- susurro, negando con la cabeza.
-Pues tú no te preocupes, si no hubiese llamado ese amigo lo hubieseis hecho, ¿me equivoco?
-No lo sé, pero seguramente sí lo hubiésemos hecho- me ruborizo.
-Pues entonces de un momento a otro…- suelta una carcajada.
-¡Lucía!- le doy un golpe en el brazo y ella sigue riéndose.
-¡Es verdad! No me lo puedes negar- aguanta la risa-. Quizá esta tarde…
-Ah, para, anda- río al escuchar sus palabras, sonrojándome aún más y siento calor-. Bueno, va, cuéntame tú, ¿qué tal con Sergio?
-Bien, supongo- resopla-. Ayer estuvimos dando un paseo y luego fuimos a mi casa, nos cabreamos, pero luego nos acostamos y lo arreglamos.
-¿Y por qué os enfadasteis? 
-Porque no nos vemos en toda la semana y chocamos. Pero bueno, lo importante es que ya estamos bien- intenta sonreír.
-Sí…- digo no muy convencida, encogiendo los hombros.
-Ya irás viendo que algunos enfados son necesarios para sacar sentimientos acumulados y desfogarse.
-Sólo si luego acaban bien.
-Exacto- sonríe.
 
 
En un parque de Milán (Carolina)
 
Últimamente los días se me están haciendo eternos e insoportables. Cada vez me pesa más lo que me hizo Mara, mi mejor amiga, bueno, mi anterior mejor amiga, ahora ya no es nada. Y Carlo también, menudo capullo, aunque me duele más lo que ha hecho ella.
Me cobijo en mi abrigo contra el frío, el dolor y el miedo a sufrir. 
-Hace frío, eh- me sorprendo al escuchar su voz.
No me giro, no quiero hablar con él.
-Es normal, estamos ya a finales de noviembre- sigue hablando y siento un gran nudo en la garganta-. Aunque sigue haciendo el mismo sol de pleno verano- me tiemblan las piernas.
-¿Qué quieres?- le corto con brusquedad.
-Hacerte compañía- reprocha.
-Pues te vas a quedar solo- me levanto de un salto con intención de irme, no pienso quedarme aquí.
-Va, Carolina, perdóname anda, ya ha pasado suficiente tiempo, ¿no crees?- le miro por primera vez a esos ojos verdes.
-Eso debería decidirlo yo, ¿no?- hace un gesto de conformidad, esperando una respuesta. Resoplo y hago indicio de iniciar el paso, dejándole atrás.
-Por favor.
-¿Debería hacerlo?
-No lo sé, dime tú, me gustaría seguir siendo tu amigo.
-¿Después de lo que me hiciste?
-Joder, ¿no puedes empezar de nuevo?
-Duele, ¿sabes? La cagaste mucho, me engañaste- se me ahogan las palabras y trago saliva, evitando esa angustia.
-Lo sé, y lo siento, pero todos cometemos errores.
-Tú saliste ganando, pero yo perdí.
-No te creas- agacha la cabeza.
-Bueno, deberías haberlo pensado antes- ando un poco más.
-Lo sé, y si pudiese volver atrás no lo hubiese hecho- escucho esas palabras y siento un poco de ilusión dentro de mí.

domingo, 12 de mayo de 2013

Ella no iba a ser de nadie

Nadie la avisó de las causas ni consecuencias, como quien provoca una guerra sin provisiones se veía ella, en medio del gentío y rodeada de desconocidos. Pasaban por su lado, algunos la miraban indiferentes, otros le daban empujones para abrirse paso y otros le dedicaban sonrisas con perspicacia. Nunca iba a aceptar que se sentía sola, era una mujer y no necesitaba a nadie para sobrevivir, es más, nadie dependía de nadie. O eso creyó antes de cruzarse con esa mirada. El feminismo en las venas le carcomía cuando se sentía indefensa por esas calles desiertas bajo la luz tenue de la luna, no podía creerse la frase de "las mujeres son el sexo débil". Aún así, en el fondo, sentía miedo cuando se encontraba con su sombra como única compañía en esas noches cerradas. Se sentía traicionada por sí misma, por su cuerpo, por su instinto animal. Parecía que habían pasado siglos desde que sintió esos ojos negros centrarse solamente en ella, aún así sólo habían pasado unas horas. Encendió un Marlboro y lo posó sobre sus labios temblorosos pero con firmeza, intentando mostrar seguridad con cada calada. Porque... No tenía miedo, ¿verdad? No, no había razones para tener miedo, hacía mucho que había borrado esa palabra de su diccionario. La imagen de ese hombre no paraba de rondar por su cabeza y el rozar de sus manos había atravesado su piel para adentrarse en su sangre, que, inevitablemente, antes o después llegaría a su corazón. No había sido más que una noche de desenfreno, pero en esos momentos se sentía fuera de sí, dependiente de esa mirada carbonizada. Ni el vodka conseguiría aliviar un poco el sentimiento de culpa, ni los cafés a primera hora de la mañana. Se odiaba a sí misma, su corazón había ganado en esa guerra de sentimientos impuros y contradictorios y se sintió perdida. El guión de su vida estaba mal redactado, pero iba a volver a la normalidad, pondría las comas en su sitio y punto final a esa estúpida necesidad de necesitarle. Porque... ¿podía hacerlo no? Ella no iba a ser de nadie, mucho menos de esa mirada profunda que le había arrebatado la razón, aunque ahora ya no estaba tan segura de conseguirlo.

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@enmodoavion_

viernes, 10 de mayo de 2013

Grita en silencio

Grita. Grita en silencio con lágrimas en los ojos. Grita. Se ahoga en su propio llanto, el nudo de su garganta no disminuye ni a base de tequila sin limón ni sal, demasiadas palabras engullidas y demasiados sentimientos acumulados en sus cuerdas vocales. Grita a la nada y al mundo, menos a él. Cuando le ve no puede hacerlo, se queda muda, como si hubiese cantado eufórica toda la noche de fiesta y se hubiese quedado afónica. Grita. Nunca se ha considerado una soprano, pero cuando él está cerca su voz disminuye a un agudo pitido que ni un perro sería capaz de apreciarlo. Grita. 
Pero, pensándolo bien, tampoco tiene derecho a echarle en cara todo lo que está sufriendo por su culpa, porque él no está al corriente de sus sentimientos, ¿verdad? Grita. ¡Cómo lo va a estar! Si no es capaz ni de sonreír, es más, se convierte en una estúpida borde para disimular su perdición ante esos ojos avellana, mientras la otra chica le está abrazando hasta gastar su piel. Grita.
Odia no tenerlo y grita, llena de rabia, pero el único sonido que se escucha es la tormenta de sus lágrimas sobre su chaqueta desgastada. El grito es interno, incompleto e insuficiente para expulsar el daño que ese amor le causa. Grita. Y es que... ¿quién la mandó emborracharse enamorarse de ese idiota? Fue obra de su corazón masoquista, que al parecer le gusta demasiado sufrir a deshoras.  Mientras tanto, grita, grita, grita... y nadie la escucha. 

"Te hundirá y me hundirá
y solamente el grito nos servirá, 
decías "es fácil" y solías empezar. "

jueves, 9 de mayo de 2013

Sin él ella se pierde a sí misma

Baja las escaleras por enésima vez y, derrotada, se deja caer sobre el último escalón. Se lleva las manos a la cabeza y aparta su cabello rubio del rostro, resoplando y poniendo los ojos en blanco. Niega una y otra vez con un ligero movimiento de cabeza intentando olvidar todo. Aunque, realmente, ese todo se resume a él. El verano está al llegar pero su corazón sigue congelado, cada una de las vértebras de su cuerpo tiritan con el contacto de su piel frágil, la cual también ha quedado helada. Todo por su partida. Él era su estufa y su cuerpo todavía no ha conseguido calentarse por sí solo. Su sangre sigue bajo cero y no tiene intención de aumentar de temperatura, es más, cada día parece que se enfría más. 
Ella se ha convertido en un puto rompecabezas incompleto que ha pasado de moda y del que no fabrican piezas iguales. Ha intentado pegarlas con celo, pero ha sido imposible. Incluso creyó haber encontrado una que parecía encajar, pero se partió en dos a consecuencia de tanto forzarla. 
Quizá ha sido ése el problema, ese espacio que él ha dejado en ella ha sido la ventana que ha dejado paso a ese frío invernal, el que la ha dejado sin vida.  Su vida se está desmoronando poco a poco, incluso cree que con el paso de los días va perdiendo más piezas de ese rompecabezas desencajado. 
Porque sin él ella pierde el sentido, sin él ella se pierde a sí misma. 

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@enmodoavion_

miércoles, 8 de mayo de 2013

No éramos todo pero tampoco éramos nada

Querido Idiota...
Últimamente todos me hablan de la fugacidad de la vida, de presentes pasados y futuros presentes que en un abrir y cerrar de ojos desaparecen de nuestro alcance. Otros viven del intento de detener el tiempo con un beso y otros con viajar al país de nunca jamás. No me importa hacerme mayor, pero me duele que no sea contigo. No digo que sea dependiente de ti, pero te confieso que sería la persona más feliz del mundo si pudiese despertarme día tras día a tu lado. Tú lo sabes, no entiendo por qué me lo haces tan difícil... 
Hace un año todo era más claro, he pasado de ser la protagonista a ser un extra más en el decorado de estas paredes azul eléctrico que nos encierran. En la segunda parte de este libro, el chico se ha enamorado de una chica que no le merece y yo soy una simple espectadora más de vuestras miles de escenas afectivas. Cambiaría los papeles de esta historia cuando menos te lo esperases, pero sería egoísta por mi parte. Sólo puedo esperar a que tú te des cuenta a tiempo y me detengas en el andén de esa estación milésimas de segundo antes de partir. Y, aunque todavía veo ese brillo especial en tus ojos, sé que no será así, yo miraré hacia atrás y subiré, sola, como tantas otras veces, distanciándome más y más de ti, hasta el punto en que tú me olvides y yo siga imaginándonos parando el tiempo.
Echo de menos lo que no fuimos... No éramos todo pero tampoco éramos nada.
Espero que te des cuenta algún día que yo hubiese sido capaz de parar tu tren infinitas veces sólo para ver tu mirada una vez más.

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martes, 7 de mayo de 2013

Amarrado a ti Capítulo 71




-Supongo que sí-suspira, levantándose, pero la detengo cuando intenta dar un paso adelante. Me mira confusa al ver mi mano sujetando su muñeca.
-Sonríe, por favor- sonrío y ella también lo hace, recogiendo un mechón de pelo detrás de su oreja-. Así, mejor- y la suelto.
La veo irse y desaparecer por la puerta y me dejo caer en la cama. Recuerdo a la chica de este verano. Mara, bonito nombre, ese acento italiano cerrado intentando pronunciar palabras en español, esos besos en la playa, en fin, un tiempo agradable. Da pena ver cómo pasan los días, demasiado rápido para mi gusto, y siento que se me va todo de las manos, que el tiempo se me escapa en un suspiro y no lo puedo evitar. 
Hacía dos años que no veía a Laia y es como si todo este tiempo que ha pasado se hubiese cancelado y ella no se hubiese ido nunca. Siento un sentimiento hacia ella extraño, melancólico, algo que llevo dentro desde hace mucho tiempo. Quizá sigo todavía enamorado de ella y no me había dado cuenta, pero, ¿realmente estoy a tiempo? No, ya tuve la oportunidad y se acabó, no puedo vivir de los recuerdos, hemos cambiado los dos, no lo parece, pero sí, los sentimientos se han ido apagando, aunque todavía quedan cenizas de ese fuego que hubo entre los dos. 
-¿Quieres salir?- dice poniéndose el abrigo.
-¿Ahora?- me reincorporo en la cama.
-¡Claro!- abre la puerta, esperando una respuesta.
-De acuerdo- me levanto, cojo mi chaqueta y salgo por la puerta con Laia.
Bajamos las escaleras hacia la calle, ella por delante de mí y una vez abajo el viento nos da un golpe seco en la cara, sobre todo a mí, quitándome la tontería que llevo encima.
-¿Adónde vamos?
-A comernos un gofre- sonríe, tapándose las orejas con el gorro.
-¡Pero si ya pronto es hora de comer!- río.
-¿Quién lo dice? ¿Quién dice que hay que comer al mediodía y no a media tarde?
-Eh, no lo sé, pero es lo más normal, ¿no crees?
-¿Normal? Pues entonces seremos dos raros comiendo un gofre.
-Invitas tú, ¿no?- la observo ilusionada.
-Te recuerdo que yo soy la invitada- ríe recalcando las palabras.
-Te recuerdo que tú eres quien quiere comerse un gofre- imito su tono de voz de forma muy aguda.
-Gracias por invitarme- mira al frente, ignorando mi última frase y aguantándose la risa.
-Ah, de nada, chica- esbozo una sonrisa ante la estúpida conversación que estamos teniendo.
Caminamos por las ramblas después de mucho andar  por las calles y llegamos a un puesto ambulante de gofres. Hay una gran cola que llega hasta mitad de la calle.
-¿Ves cómo no es tan raro comer un gofre a estas horas?
-No es raro, sólo que hay muchos locos como tú.
-Estaré loca pero te diré un secreto: las mejores personas lo están- imita esa frase del cine, sonriendo de par en par.
-¿Pablo?- escucho una voz femenina detrás de mí que me cuesta reconocer.
Me giro y me sorprendo al ver a la chica que acaba de llamarme. Sus ojos se desvían para observar a mi acompañante y rápidamente hace una mueca de confusión. Me mira interrogante, esperando una respuesta por mi parte.
-Hola, Lucía, ¿cómo estás?- contesta con un seco “bien”, esperando que siga hablando-. Te presento a una amiga, Laia. Laia, ella es una compañera de la universidad- las dos se saludan con dos besos en las mejillas.
Lucía se gira dando media vuelta y busca algo con la mirada, nerviosa.
-Tía, perdona, me he parado mirando un escaparate- dice una dulce voz detrás de ella, algo ajetreada por algún esfuerzo aparente.
-Eh, no, no pasa nada- susurra, esperando su reacción cuando me vea.
La chica de pelo oscuro sale de su escondite y se deja ver, colocándose al lado de su amiga. 
 
Al lado del puesto ambulante de gofres (Aroa)
 
Alzo la vista y tardo en reaccionar. Acabo de venir corriendo desde un escaparate y ahora no acabo de entender qué ocurre. Nada más llegar, Lucía me ha dedicado una mirada de alarma, preocupada, pero no entendía el por qué. Ahora sí, me encuentro con unos grandes ojos oscuros mirándome sorprendidos, que reconozco a simple vista. Al momento reparo en lo demás. Esa chica de la fiesta está ahí, a su lado, mirándome con cara de circunstancias. 
-¡Hola, qué bien verte! – se me acerca Pablo con una sonrisa de oreja a oreja, aunque lo noto algo tenso, quizá por la situación. 
-Buenas- sonrío, abrazándole y dándole un corto beso en los labios. Me separo un poco de él y saludo con dos besos a la chica morena que le acompaña, Laia.
Me sonrojo al recordar la noche de ayer y me quedo sin saber qué decir. 
-¿Qué tal?- pregunta Lucía al ver mi reacción.
-Bien, vamos a comprar gofres- responde Pablo, sin darle gran importancia. La chica asiente sonriente, mirándole- ¿Vosotras?
-Muy bien- intento sonreír, observándoles, se nota que tienen mucha complicidad. Siento algo dentro de mí, pero no le presto atención.
-Bueno, debemos irnos, Aroa- dice Lucía, haciéndome un favor. Asiento con la cabeza.
-¿Quedamos esta tarde?- me pregunta Pablo, interrogante.
-Sí, claro- sonrío sin esfuerzo.


Hola, personitas :)
Quiero daros las gracias por vuestros comentarios en la anterior entrada, no me esperaba tantos, además me habéis hecho ver que no soy la única que le ocurren este tipo de cosas. Siempre os estaré agradecida, en serio, os quiero mucho mucho mucho <3

domingo, 5 de mayo de 2013

Un poco de mí...

Esta entrada no es como las demás, supongo que ya veis que no empieza muy bien que digamos... No pretendo que guste ni mucho menos, es más, probablemente os aburra, pero necesito desahogarme como si me hablase a mí misma. No es fácil, sabiendo que probablemente aunque sólo sea una persona la termine de leer. Seguramente sólo acabaré poniendo tonterías sin sentido, me conozco demasiado, o probablemente no la publique nunca, tengo demasiadas entradas como ésta. Mi vida no ha sido muy normal, se supone que no debería preocuparme por nada teniendo dieciséis años, que debería estar disfrutando de la vida, enamorada de un chico que me sonría cada mañana al verme y sintiendo mariposas en el estómago. JÁ. Parecerá absurdo, pero me he llevado ya más decepciones que muchas de las personas que conozco. Ojalá todo fuese de color rosa, sé que no puede ser, que siempre hay problemas, pero joder, necesito sentir eso que se dice felicidad, aunque sólo sea por un instante. Tampoco quiero decir que siempre esté llorando y triste, que realmente tengo que dar las gracias a personas, no muchas pero suficientes, por hacerme sonreír en los peores momentos y apoyarme siempre. Pero no hablo de eso, sino que me paso los días soñando despierta y cuando creo que el sueño puede cumplirse, chof, me llevo el chasco y me caigo de boca contra el suelo. Dicen que de los errores se aprende, el problema es que yo no los veo como errores, es más, si pudiese, lo volvería a intentar aunque me hiciese daño a mí misma... He sentido el amor de cerca, pero cuando falta muy poco para tenerlo en mis manos desaparece, dejándome un gran vacío. Hasta el punto de no arriesgar más, las oportunidades me vienen de vez en cuando y yo me aparto de ellas, con miedo a sentirlas, a caer en la tentación, a enamorarme y perder. Yo lo acepto, me hago ilusiones muy rápido, pero, ¿acaso es posible evitarlo cuando te hacen sentir tan especial? No, yo al menos no puedo, soy demasiado soñadora, romántica y me duele ver que nada es como en los libros ni como en las películas. Pediría el deseo de enamorarme, pero después de tantas decepciones, dejaría escapar la estrella que me lo concediese. Todo por no volver a sufrir. Luego veo a las parejas por la calle y pienso, ¿acaso me viene todo lo que no quería nadie? Es decir, ¿las buenas personas incapaces de hacer daño se acabaron cuando me tocó enamorarme de ese idiota? Y paso página, no penséis que no lo intento, continuamente, incluso he abierto libros nuevos, pero siempre caigo en la tentación de abrir los antiguos y encontrarme con el pasado de nuevo. Pensaréis, niña tienes mucho por delante, eres muy pequeña aún, lo sé y no os culpo por pensarlo, es más, me siento idiota hablando de todo esto, me siento absurda, pero no puedo evitarlo, me cuesta confiar de nuevo en las personas, aunque éstas no me hayan hecho nada, pero soy así, siento que todos me van a hacer daño y se irán antes o después. Tengo miedo, eso es todo. 
Siento esta entrada, no sé ni por qué la escribo, pero bueno... Si la habéis leído entera, gracias, me entendáis o no, gracias, penséis que soy idiota o no, gracias, en serio, por el hecho de haber perdido el tiempo leyendo esta absurda entrada, GRACIAS, porque formáis parte de mí ya. 

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