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lunes, 31 de octubre de 2011

Cuando empezó todo...

Hace un año más o menos leí un libro de Blue Jeans, "Canciones para Paula", y me enteré que el escritor empezó escribiendo en un blog. Eso me hizo pensar en que la esperanza es lo último que se pierde y que si uno quiere lo consigue... 
¿Cuándo empezó todo? ¿Cuándo fue la primera vez que cogí un bolígrafo y una libreta y empecé a escribir historias? Ahora que lo pienso, hará más o menos cuatro años. Hace un tiempo encontré mi primer relato y decidí terminarlo. Todo me traía recuerdos... Nadie había leído todavía esa historia, nadie... Quizá por miedo a que estuviese mal escrita y no gustase... Pero ahora me he decidido. Quiero compartirla con vosotr@s y que me deis vuestra opinión. Estoy dispuesta a aceptar las críticas, las buenas y las malas, porque no todos somos iguales y cada uno tiene una forma de pensar distinta. Si todos pensásemos igual, ¿qué sentido tendría? 
PD: Espero que os guste, ¡¡un beso a tod@s!!

domingo, 30 de octubre de 2011

Un bonito recuerdo Parte 5 FINAL

Al día siguiente por la tarde, fui al café.
-Señor, ¿podría trabajar aquí todos los días por la tarde?
-Claro que sí-dijo mientras me daba la mano.
-¿Cuándo puedo empezar?
-Ahora mismo si quieres.
-Gracias.
-¡Marcos! Dale a la nueva empleada su traje de trabajo.
-¡Ahora voy!

Cuando apareció por la puerta de la cocina, me sonrió.
-Enséñale cómo funciona todo-dijo señalando la cocina.
-Claro. ¿Sabes?-me miró- Creo que nos llevaremos bien-rió.
Sonreí y le di un golpecito en la espalda sin que se notase. Su padre sonrió. Me cambié de ropa y Marcos me llevó a dentro de la cocina.
-¿Qué haces aquí?-preguntó mientras me besaba.
-Trabajar. ¿Que no lo ves?
-Ya. ¿Sabes que te queda muy bien el traje?-sólo era un delantal de color rojo.
-¿Ah sí?
-Sí, te queda estupendamente-rió y me besó.
-¿Tu novia no trabaja aquí?-pregunté.
-No, sólo viene a veces.
 Me puse manos a la obra. Serví a unas chicas, unas limonadas.




Llegó el viernes otra vez. Ya hacía cinco meses desde que conocí a Marcos. Nos veíamos a escondidas para que su padre no nos viese.
-Tere, tenemos que hablar con mi padre para que nos deje estar juntos.
-Pero ¿Cuándo?
-No lo sé, pero en cuanto antes mejor.
Lo miré preocupada.
-Tengo miedo-le dije mientras lo abrazaba-Tengo miedo a que no podamos estar más juntos, que tu padre no te deje estar conmigo.
-Tranquila, lo intentaré. Mejor, vamos ahora.
-No, no.
-Sí.
Marcos me besó fuertemente, de una forma diferente. Él sabía que iba a ser difícil.
-Papá, necesito hablar contigo.
-Dime, hijo.
-Verás. Últimamente, me he dado cuenta de que no estoy enamorado de Mercedes, ya te lo dije hace mucho, nunca me ha gustado.
La cara de su padre cada vez estaba más seria.
-Necesito decirte-prosiguió- que estoy enamorado de Teresa, de ella, no de Mercedes. Necesito que me dejes estar con ella, por favor.
Su padre me miró fríamente.
-¿Cómo te atreves? ¿Cómo te atreves a hacernos esto a nosotros, a tu familia?
-¡Papá, es absurdo!
Su padre le dio un tortazo. Marcos estaba lleno de rabia.
-No vuelvas a decir eso-le dijo su padre.
-No es justo.
Ahora sabía que nada iba a ser igual. Desde que lo conocí sabía que nada iba a ser igual. Salí por la puerta, pero me quedé allí, afuera. Esperando a que llegara una buena noticia. Sólo se escuchaban gritos y discusiones. Entonces la puerta se abrió. Marcos me miró, con rabia. Estaba hecho una furia. Me miraba fríamente. Se me acercó y le besé. Sabía que iba a ser el último beso. El que iba a cerrar esta etapa. No volveríamos a vernos a escondidas. Él se casaría con ella. Yo seguiría adelante. Me aparté.
-Déjame decirte una última cosa-me dijo llorando.
 Me quedé callada. Deseaba mirarle a los ojos por última vez. Para que esa mirada se quedase en mis pensamientos. Me dejé llevar y lo miré dolorosamente. Sus ojos color miel me miraban tristes.
-Te quiero tanto...
Me quedé sorprendida. No me lo esperaba. Le sonreí. No podía decir nada, pero él sabía que mi sonrisa lo decía todo y sonrió. Entonces decidí irme. Miré al frente. Mi camino. Las cosas nuevas que todavía me quedaban por vivir.


Otra etapa que acaba, recuerdos que quedan para siempre en nuestras mentes. En la suya y en la mía. Esos momentos que pasamos juntos nunca los voy a olvidar y sé que él tampoco. 

sábado, 29 de octubre de 2011

Un bonito recuerdo Parte 4

Me dirigí a casa de Marta sola por la calle. Noté la presencia de alguien que me seguía y empecé a andar más rápido. Tenía miedo. Me acordé de esos chicos de la puerta. Eché a llorar pero sin dejar de andar. También me acordé del beso entre esa chica y Marcos. Cada vez notaba su presencia más cerca. No me atrevía a girarme. Estaba tan cerca de mí que podía notar su aliento en mi nuca. Entonces ocurrió lo peor. Me agarró de la cintura. Me asusté mucho e intenté apartarme. Giré la cabeza para ver su rostro, pero estaba oscuro y no podía ver nada. Me eché a llorar mucho más y empecé a empujarle.
-¡Para, para! No quería asustarte-la voz me sonaba familiar.
Era él. Marcos. Yo no podía parar de llorar. Seguía pegándole.
-Sólo quería asegurarme de que llegabas bien.
Dejé de pegarle.
-¿Y desde cuando te importa a ti eso?-me crucé de brazos pero sin mirarle.
-Es de noche y sería de mala persona dejarte sola, sólo por eso.
-Pues me has asustado mucho-seguía sin mirarle, todavía tenía los ojos húmedos.
Empecé a andar, dejándolo atrás. Me refregué los ojos con los puños.
-Espera, me tengo que asegurar de que llegas bien a casa.
Caminó a mi lado un rato. El corazón se me aceleró.
-¿Sabes lo que es más extraño de todo esto?- me miró.
-No, ¿qué?-pregunté. Intentaba no sonreír.
-Que yo ni siquiera sepa tu nombre.
Me reí, era verdad.
-Me llamo Teresa, pero algunos me llaman Tere.
Se rió.
-Encantado Tere, yo soy Marcos.
-Yo sí que sabía tu nombre, lo dijo tu padre. Pero igualmente, encantada.
Me dio la mano y sonreímos.
Paseamos sin rumbo por las calles desiertas. No me acordaba de que tenía que ir a casa de Marta. Estuvimos hablando de todo. Nos sentamos en el césped del parque.
-Lo he dejado con mi novio-dije.
Me miró extrañado.
-Pero si os he visto antes juntos-me miró preocupado.
-Ya, pero un rato después lo hemos dejado-miré al suelo.
Marcos sonrió.
-¿Estás bien?-preguntó agarrándome la mano.
-Sí-un escalofrío recorrió mi cuerpo.
Miré su mano junto a la mía. Había sido un gesto suyo. Pero algo me impedía ir más allá. Él tenía novia. Marcos me miraba preocupado. Yo le miré y sonreí. Alcé la vista. El cielo estaba lleno de estrellas y había luna llena.
-¿Qué piensas?
Me giré hacia él. Estaba muy cerca de mí. Me agarró la mano con fuerza. No quería que me dejase  nunca. Se acercó mucho más a mí. Mi corazón empezó a latir más y más fuerte. Toqué su cálido cuello con las yemas de mis dedos. No podía, no debía, pero quería. Aún así no me dejé llevar.
-Lo siento. Me tengo que ir, se me ha hecho tarde.
Le solté la mano e intenté escapar de ese beso prohibido. Me levanté rápidamente. Si me quedaba un segundo más iba a caer en la tentación. Me miró y se levantó.
-Perdona-dijo. Me cogió de la mano dulcemente y me acercó a él-no debería haberlo hecho.
Eché a llorar.
-No, no deberías haberlo hecho.
-Pero ¿sabes qué? Era lo que sentía en ese momento y me he dejado llevar.
-Pues no deberías haberlo hecho. ¿Sabes qué? Tienes novia-dije sin mirarle.
-Novia, novia. ¿Quieres saber lo que pasa? Mi padre me obliga a estar con ella, eso pasa. Él se lleva muy bien con sus padres y me obliga. Ella, por lo que dice, sí me quiere, pero yo a ella no.
-No lo sabía, perdona. Pero igualmente no deberías haberlo hecho.
-Al final no ha pasado nada, no te pongas tampoco así.
-Pero si no hubiese sido por mí, sí que hubiese pasado.
-Pero ha habido un momento en el que sí que te has dejado llevar-se rió.
-No sabía lo que hacía.
-Claro, claro- me dio la vuelta y me puso de espaldas a él-Dime la verdad, ¿a qué te hubiese gustado que hubiera pasado?-dijo abrazándome por la espalda.
Me encantaba estar entre sus brazos. Suspiré.
-Déjame en paz-me reí.
Apoyó su cabeza en mi hombro.
-¿A que sí?-susurró en mi oído.
Nos miramos de reojo. Esos ojos color miel eran preciosos ante la luz de la luna.
-¡Ah! Te has quedado callada- se rió.
-No, no me hubiese gustado-sonreí.
-¿No?-se asomó por mi hombro para mirarme a la cara.
-No-reí.
-¿En serio?-insistió.
-Sí, en serio, no me hubiese gustado.
Me giré para mirarle. Se quitó la chaqueta, pero sin soltarme.
-Entonces no me queda de otra-dijo andando hacia la fuente.
-¿Para qué?-me reí.
Me cogió por la espalda e hizo el gesto de tirarme a la fuente. Empecé a darle golpes con los puños en la espalda.
-¿En serio?-insistió.
-¡Para, para!-dije, pero no sirvió de mucho.
Marcos se metió en la fuente, pero sin dejar que yo me mojara.
-¿Por qué quieres que pare? ¿Acaso te has arrepentido?-dijo gritando.
Me reí y empecé a darle patadas.
-¡Para, que me haces daño!-gritó.
- ¿Por qué quieres que pare? ¿Acaso te has arrepentido?-repetí.
-No, no me he arrepentido- en ese momento me soltó, pero yo me agarré a él y caímos los dos al agua.
Nos empezamos a reír los dos. Marcos me salpicó.
-Sí-dije tímida.
-¿Sí qué?
-Que sí que me hubiese gustado que hubiera pasado-me reí.
Se quedó callado.
-¿En serio?-se rió.
-No- le eché agua en la cara.
-Vas a ver.
Se me tiró encima y me agarró del cuello. Hizo el gesto para ahogarme. Le di una patada en la barriga para que se apartara. Me agarró de la cintura y sonreímos. Entonces me besó. Estuvimos jugando, como niños pequeños, en la fuente.

Al cabo del rato salimos. Miré el reloj. Eran las dos y cuarto. Marcos me dejó su chaqueta. Estábamos a principios de primavera y ya empezaba a hacer calor. Él se quitó la camiseta porque estaba mojada y no quería resfriarse. Caminamos en silencio, de la mano. Yo sabía que lo nuestro sería imposible. Él tenía que estar con esa chica, quisiera o no, y yo no podía hacer nada al respecto.
-¿Qué te pasa?-preguntó.
-Estaba pensando.
-¿En qué?
-En que esto no puede volver a pasar.
Marcos bajó la mirada.
-Te prometo que voy a hablar con mi padre sobre esto. Yo quiero estar contigo.
Lo besé.

Me acompañó hasta la puerta de la casa de Marta.
-Bueno, adiós-me despedí.
-Espera, déjame decirte una cosa.
-Dime.
-Te quiero tanto-me abrazó muy fuerte.
-Yo también te quiero-sonreí.
Subí las escaleras y entré en silencio a la habitación de Marta.

-¿Dónde has estado?-me preguntó sorprendida

-Con Marcos.
-¿Marcos? ¿El chico del café?-se sentó en la cama.
-Sí-me sonrojé.
Le conté todo lo que hicimos. Ella me escuchaba con atención y me miraba con la boca abierta.
-¿Y qué vas a hacer?-me miró preocupada.
-¿Cómo que qué voy a hacer?
-Sí, él tiene novia aunque sólo sea de palabra. ¿Sabes que lo vas a tener que ver con ella?
-Sí, lo sé, él no puede hacer nada. Quizá le pediré al señor del café para que me deje trabajar allí. Así lo podré ver más.
-Buena idea.

viernes, 28 de octubre de 2011

Un bonito recuerdo Parte 3

Entramos al café. Nunca había ido tan tarde. Como era viernes se ve que cerraban más tarde. Nos sentamos en una mesa y pedimos unas Coca-colas para las dos. Una chica nos sirvió. Yo buscaba con la mirada a Marcos pero no lo veía.
-Voy al baño, ahora vengo.
Fui por el medio. Había mucha gente de pie y apenas me podía mover. Al fondo vi a Marcos junto a una chica. La chica era la que nos había servido. Marcos me vio y me hizo un gesto para que me acercara. Le dijo algo a la chica en el oído.
Me acerqué.
-¿Así que tú eres la niña que se olvidó el pañuelo?- me dijo la chica.
¿Niña? ¿Me estaba llamando niña una chavala que no tendría ni siquiera un año más que yo? La miré con cara de indiferencia.
-No era un pañuelo, era una bufanda-la miré con cara de asco.
-Ahora vengo-le dijo la chica.
Antes de irse le dio un beso en la boca a Marcos y me miró de reojo. La miré sorprendida. Así que era la novia de Marcos.
Marcos le dio un trago a la cerveza y sonrió.
-¿Qué haces aquí a estas horas?
-¿Y tú? ¿No tendrías que estar sirviendo a la gente?
-No, hoy tengo fiesta.
-¿Así que tienes novia?-pregunté nerviosa.
-Sí. ¿Y tú?-dijo mirándome directamente a los ojos.
-También.
Le dio otro trago a la cerveza y se me quedó mirando de arriba a abajo.
-¿Qué me miras?
-Nada-sonrió.
Mi móvil sonó.
-¡Ay! Hola Dani-me preguntó dónde estaba, por el ruido- estoy en el café- Me dijo que ahora venía que me quería ver- Vale, aquí te espero. Adiós.
Marcos me miró de reojo.
-Mi novio-sonreí.
Llegó otra vez la chica.
-¿Todavía estás aquí?-me preguntó.
-Déjala. No nos molesta-dijo el chico de ojos miel sonriendo.
Miré a Marcos. Estaba tan diferente a esa mañana. No lo reconocía. Me fui sin decir nada. Por el camino alguien me abrazó por detrás. Dani. Me besó.
-Tere, acompáñame a la barra que me quiero pedir algo de beber.
En la barra me encontré con el padre de Marcos.
-Buenas noches. ¿Has visto a mi hijo?
-Sí está allí al fondo.
El hombre se dirigió a donde estaba él.
-¿Lo conoces?- me preguntó Dani.
-Sí, es amigo de mi padre-dije mostrándome tranquila.
Pero no lo estaba, estaba triste. Que Marcos tuviera novia me molestó bastante.
Dani me besó. Nos estuvimos besando un rato hasta que alguien nos molestó.
-¿Qué os pongo?-Marcos me miraba serio.
-Una Coca-cola, gracias.
Dani se giró otra vez hacia mí y me besó otra vez. Me sentía incómoda.
-Aquí la tienes. ¿Tú quieres algo?- me dijo Marcos.
-No, gracias-dije sonriendo falsamente.
-Vale-dijo secamente.
Marcos me atraía mucho. Pero no podía acercarme a él. Su padre se creía que nos llevábamos bien. Yo también creía que nos llevábamos bien. Pero no era así. Las miradas de Marcos escondían algo que yo no sabía. Un sentimiento extraño crecía cada vez que miraba a Marcos. No me sentía a gusto con Dani cuando Marcos estaba cerca. Yo no quería estar con Dani. Dani era un chico muy atento conmigo, pero nunca lo había visto como algo más. No quería engañar a Dani más.
-Dani, necesito decirte algo.
-Dime.
-Es que llevo un tiempo pensando y creo que ya no te quiero como antes-le dije preocupada.
-A mí me pasa lo mismo. Era lo que te quería decir mañana, pero veo que ya no hace falta.
Le miré sorprendida.
-Pero yo quiero que sigamos siendo amigos.
-Y tanto, no te preocupes.
Lo abracé muy fuerte. Ahora veía a Dani con otros ojos. Él ahora era mi amigo, como lo habíamos sido antes, desde pequeños y sabía que las cosas no iban a cambiar.
-¿Cuánto tiempo vas a estar fuera?
-Dos semanas.
-Bueno, tampoco es tanto.
-Ya, bueno creo que esta es nuestra despedida, el avión sale mañana a primera hora. Yo me tengo que ir ya que es tarde.
-Vale, bueno, que te vaya bien el viaje, ya me contarás.
Nos abrazamos y él se fue.
 Miré el reloj, las doce y media. Fui a la mesa donde estábamos antes. Marta no estaba. La fui a buscar al baño pero tampoco estaba, así que la llamé al móvil. Decía que se había ido porque se encontraba mal, que me esperaba en su casa. Ahora tendría que volver sola. Pagué lo que nos correspondía y salí a fuera. La calle estaba desierta y se escuchaba la música del café. Entonces alguien salió por la puerta, un grupo de chicos borrachos sonrieron al verme ahí sola.
-Hola guapa-me dijo un chico rubio. Olía muy mal, a alcohol.
Me asusté un poco al ver que se me acercaban.
-¿Te quieres venir con nosotros?-dijo otro de ellos.
-Dejadme en paz-dije mientras entraba otra vez al café.
Me senté en una silla cerca de la puerta. ¿Cómo iba a volver a esas horas sola por la calle? Sin darme cuenta me quedé mirando un punto fijo durante un rato. Alguien me tocó el pelo. Me giré. Marcos estaba de pie detrás de mí. El local estaba vacío.
-¿Qué haces aquí sola a estas horas? No son horas para que una chica como tú esté aquí sola. Venga sal que tengo que cerrar el café ya.
-Mi amiga se ha ido y no me ha dicho nada. Tranquilo, ya salgo. Además, tampoco soy tan pequeña.
Marcos se rió. Salimos a fuera, ya éramos los últimos.
-Bueno, adiós.
-Adiós- sonrió.


jueves, 27 de octubre de 2011

Un bonito recuerdo Parte 2

De camino al instituto iba pensando en Marcos, en su sonrisa transparente i dulce, en cómo sería conocerlo. Cuando llegué volví a la realidad. La profesora entró por la puerta. La Señora Hernández era muy estricta y siempre nos decía que nuestra forma de comportarnos no era adecuada para nuestro futuro.
-Tere, ¿has hecho los deberes?- susurró.
-No, ya te contaré luego lo que me pasó ayer.
Marta me sonrió preocupada. Entonces escuché lo que no quería escuchar.
-Señorita Teresa, por favor, ¿nos puede corregir el ejercicio tres?
Miré a Marta preocupada. Ella se rió. Yo normalmente hacía los deberes. Me levanté.
-Lo siento profesora, ayer no pude hacer los deberes.
La profesora se puso las gafas y me miró extrañada. Dio una vuelta alrededor mío. Observó mi libro y vio que no había nada escrito.
-Lo quiero para el lunes, señorita, espero no tener que arrepentirme por darle otra oportunidad, ahora, siéntese.
Suspiré aliviada. Los demás empezaron a hablar. Marta me miró y me preguntó qué había pasado ayer.
-¡Silencio!- gritó la Señora Hernández.
El resto de la hora se hizo eterna. No podía concentrarme. Esos ojos de color miel no paraban de rondar por mi cabeza. Era una sensación extraña. Nunca había sentido algo así.


Al cabo de un rato me llegó un mensaje de texto al móvil. Decía: <<Tere, me ha dicho mi padre que nos vamos un tiempo de vacaciones, no me ha dicho a donde. Quiero que nos veamos mañana a las siete en el café. Necesito hablar contigo.>> Era de Dani. Se iba de vacaciones y no sabía a dónde. Tampoco me había dicho cuanto tiempo iba a estar fuera.

Me puse a hacer los deberes que me habían mandado ese día y salí a dar un paseo con Marta.
-¿Qué Dani se va?
-Sí, pero sólo durante un tiempo, de vacaciones.
-¿A dónde?
-No lo sé, él tampoco lo sabe.
Seguimos caminando en silencio.
-Teresa, me tienes que contar lo de ayer.
Dudé, pero luego se lo conté todo lo que había pasado con pelos y señales. Marta me miraba sorprendida, como si sus ojos negros se le fuesen a salir.
-No me lo puedo creer. ¿En serio? Encima te quería llevar en moto. Tú eres tonta, ¿verdad? ¿Por qué no quisiste?
Me la quedé mirando.
-Marta, no lo conozco de nada. ¿Cómo quieres que me monte en su moto? Tú sí que eres tonta.
La verdad es que sí que me hubiese gustado que me llevase en moto, pero era arriesgarse a que Dani me viera.
-No, ahora me llevas al café y me dices quién es. ¡Ah! Y créeme, tonta no, lista.
-Vale. Y no, lista no, salida.
-Contéstame una pregunta y te lo digo en serio-dijo preocupada.
Asentí.
-¿Te gusta?-preguntó mirándome a los ojos.
-¿A qué viene esta pregunta?-pregunté nerviosa.
-Responde.
-No. Además yo estoy con Dani.
-Eso no tiene nada que ver-dijo mirando al frente.
-Sí. Si estoy con Dani quiere decir que lo quiero y no me voy a fijar en nadie más.
-¿Estás segura?
No, no estaba segura. Ese chico estaba consiguiendo que mis sentimientos hacia Dani cambiaran y Marta se había dado cuenta.
-Haz lo que creas mejor-dijo abrazándome.
Me llevó a rastras todo el camino. Ya era de noche. Eran las once. Llamé a mi madre para avisarle de que me quedaba a casa de Marta a dormir.