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jueves, 31 de enero de 2013

lunes, 28 de enero de 2013

Amarrado a ti Capítulo 58




A quilómetros de allí (Giulia)
 
Me dejo llevar entre sus brazos en ese sofá. Sujeto sus hombros con fuerza a la vez que Darío me hace suya. Me besa con firmeza, ahogando un gemido mío en su boca. Muerdo su labio inferior, pidiéndole más. 
 
En una habitación de Barcelona (Pablo)
 
Me estremezco al sentir su piel en mis manos. No sé qué hacer porque no quiero que piense que sólo quiero sexo con ella. Ella me encanta, pero no quiero sólo eso con ella. Además, ¿y si no quiere llegar hasta ese punto? ¿Y si todavía no está preparada? ¿Y si es muy pronto? No quiero forzarla, la decisión la debe tomar ella. Me aparto un poco de ella para mirarla a los ojos, pero ella me lo impide, mordiéndome el labio. ¿Eso qué quiere decir? Me estoy rallando demasiado. 
 
 
En un coche aparcado al lado de un portal (Davide)
 
Suspiro. He perdido la noción del tiempo. ¿Qué hora debe ser ya? Buf. No quiero volver a casa y encontrarme con mi hermano. La he cagado, pero realmente no me arrepiento de haberlo hecho. Me fastidia por Mara, que ahora estará hecha polvo. Esta chica desde que la vi en la casa de la montaña me atrae, me gusta mucho, así que no me arrepiento. No sé qué va a pasar ahora. Si mi hermano se entera habrá bronca seguro. Y sé que la que peor lo pasará será Mara, perderá al chico que quiere por un capricho que ha tenido conmigo, aunque me cueste decirlo. Yo lo sé, sé que no le gusto, que está enamorada del capullo de mi hermano, me duele, pero debo aceptarlo. No sé qué hacer. Me revuelvo el pelo y me dejo caer sobre el volante, buscando alguna solución. Me siento fuera de lugar. ¡Yo no puedo hacer nada! No puedo decidir si decírselo a Carlo o no, yo no puedo, sólo lo debe decidir Mara. Me siento inútil. No debería ni haber quedado esta noche con ella, he acabado perdiendo yo. El que siente soy yo. ¡Mierda! ¿He dicho que no me arrepiento? Una mierda no me arrepiento. No voy a negar que me haya gustado, pero hubiese preferido que hubiese ocurrido en otra ocasión, sin que mi hermano estuviese en medio. 
 
Entrando a casa (Mara)
 
Abro con cuidado, seguramente mis padres ya estarán en casa. Está todo oscuro. Me quito los zapatos y avanzo de puntillas, intentando no hacer ruido. Abro la puerta de mi habitación y entro rápido. Enciendo la luz y me ciega. Parpadeo varias veces hasta acostumbrarme. Saco el pijama del armario y lo dejo sobre la cama. Me acerco al espejo y me observo detenidamente. ¡Soy una puta! Odio mi aspecto despeinado, mi cara de arrepentimiento. El pantalón, todavía desabrochado, cómplice de lo que ha ocurrido hace un rato. ¡Soy una puta! ¡Me odio por ser así! La he fastidiado. Hoy Carlo me ha pedido otra oportunidad y mira de qué forma la he usado. Mierda… No sé qué voy a hacer ahora. ¿Debería contarle a Carlo lo ocurrido? Sí, debería hacerlo, pero le perderé para siempre. No quiero perderle, pero me lo merezco, merezco sufrir. No sé cómo se lo voy a decir.
 
 
Lejos de allí, en un apartamento (Aroa)
 
Siento las yemas de sus dedos recorriendo mi vientre a la vez que me besa el cuello. Me estremezco al sentir sus labios sobre mi piel. 
-Aroa, ¿quieres que…-comienza a decir Pablo, pero es interrumpido por una melodía procedente del bolsillo de su pantalón. Da un salto y se aparta un poco-. Es el mío, perdona-. Saca su móvil y observa la pantalla, luego me mira avergonzado.
-Cógelo- susurro con la voz entrecortada, todavía tumbada en la cama. 
-Es Javi- se levanta y descuelga-. ¿Sí?
 
 
En esa misma habitación (Pablo)
 
-Eh, tío, ¿qué estás haciendo que no vuelves?
-Eh- hago una seña a Aroa, para que espere allí y salgo de la habitación-. ¿No tenías otro momento para llamar?
-¡Ah, joder! ¿Estás con ella?
-Sí, gracias por fastidiar.
-Perdona- suelta una carcajada.
-¿Qué quieres?
-Nada, tío, sólo era para saber si vas a venir otra vez. Laia me ha preguntado si ya tienes su número.
-Mierda, no me he acordado, mañana me lo das, ¿vale?
-¿Entonces no vas a volver?
-No, tío.
-Vale, pues mañana te paso el número.
-Vale, gracias, adiós.
-Adiós- cuelgo.
 
Vuelvo a entrar a la habitación. Aroa está sentada en el borde y me mira indecisa. 
-Perdona, Javi, que es imbécil.
-Ah- susurra. Se le suben los colores-. Creo que debería irme ya.
-Si es por…- no me deja terminar.
-No- me corta-. Es que es tarde- se pone de nuevo el vestido.
-Te llevo a casa.
-No hace falta- me observa mientras me pongo la camisa limpia.
-No te lo he preguntado, te llevo a casa- sonrío.
-Vale- sonríe, saliendo de la habitación. 

Salimos del apartamento y entramos al coche, en silencio. 
-Me encanta cuando te pones así- la observo.
-¿Así cómo?- se ruboriza.
-Así, cuando te sonrojas y te pones tímida.
-Soy así- agacha la cabeza.
-Pues entonces me encantas tú- me mira de reojo y le sale una sonrisita.
-Anda, calla- me da un golpecito en el hombro.
Suelto una carcajada y arranco el coche.

miércoles, 23 de enero de 2013

Que mañana sea un gran día

Asómate a la ventana y busca una estrella en la noche. Ahora cierra los ojos y pide un deseo. Viajar a un sitio perdido, una entrada para un concierto, un abrazo inesperado, un beso, ser feliz,  lo que tú quieras. Ahora imagínate cumpliendo ese deseo, ¿a que es una sensación increíble? Sí, ¿verdad? Entonces, ¿Qué haces llorando? ¿Acaso no hay metas que quieres conseguir? Las cosas que te hacen sonreír son por las que vale la pena que luches.
Wishes
Ahora yo voy a hacer lo mismo, me asomaré a mi ventana, buscaré la estrella que más me llame la atención y pediré siempre el mismo deseo. Y así día tras día para olvidar por momentos todo lo malo, para sonreír y coger fuerzas para seguir adelante. Mi deseo cada noche será el mismo: 'Que mañana sea un gran día'.


PD: El capítulo 57 está en la entrada anterior :)

lunes, 21 de enero de 2013

Amarrado a ti Capítulo 57




Ya en un piso en Milán (Giulia)

Entramos en su casa. No es muy grande. El recibidor da al comedor, que está junto a la cocina y luego hay un pequeño pasillo, supongo que para la habitación y el baño. Darío me da un beso en la mejilla y enciende la luz del comedor. La decoración es moderna y muy bonita. Aunque en estos momentos no puedo pensar en eso, mi cabeza está en otra parte, o mejor dicho, está pensando en lo que puede pasar.
Nos sentamos en el sofá y nos miramos en silencio, tímidos.
-¿Quieres algo?
-Bueno- sonrío. 
Darío se levanta y va hacia la cocina. Saca un par de botellas, una de J&B y otra de vozka.
-¿Qué prefieres?- me enseña las dos botellas de cristal.
-Vozka por favor, con lima.
-Perfecto- sonríe, dándose la vuelta para prepararlo.
Le observo y siento un cosquilleo en el estómago. ¿Qué me pasa? Me siento como cuando tenía quince años, hacía tiempo que no me sentía así.
Darío se separa de la encimera y me sonríe, acercándose de nuevo al sofá. Me pasa mi vaso de tubo, se sienta muy cerca de mí y apoya el codo en el respaldo. Doy un trago sin dejar de mirarle y sonreímos a la vez.
-Estás muy guapa- me ruborizo.
-Darío- le miro, molesta, dejando mi vaso en la mesa. Odio que me hagan cumplidos.
-Es verdad, no sé por qué te enfadas, sólo he dicho la verdad- se bebe medio vaso de un trago y lo deja sobre la pequeña mesa de cristal que hay delante.
Nos miramos un par de veces más hasta que enlaza sus dedos con los míos. Me sonríe y me pierdo en sus ojos color avellana. Sujeto con mi mano libre su nuca con cuidado y lo atraigo hacia mí. Posa su mano en mi espalda y me besa apasionadamente. Siento sus labios sobre los míos y saboreo el J&B en su lengua. 
 
 
En casa de Pablo (Aroa)

Pablo me deja entrar delante de él e intento percibir algo en la oscuridad, pero no veo nada. De la mano, me lleva hasta un lugar más amplio, iluminado por la escasa luz que entra por un gran ventanal. Enciende la luz, rompiendo con la oscuridad de la noche. 
Pablo entra en el dormitorio que hay justo a mi lado y observo la habitación. Hay una cama de matrimonio en un rincón y un escritorio en el lado opuesto. Me apoyo en el marco de la puerta, sin saber si entrar o no. Abre uno de los cajones del armario que hay empotrado en la pared y saca una camisa blanca. 
-Puedes entrar, eh- ríe, observándome mientras se desabrocha los botones de la camisa manchada, uno a uno.
Sonrío, entrando y sentándome en la cama. Estoy muy nerviosa. Tengo miedo de que la cosa pueda acabar como podría terminar. En una habitación, los dos solos, por la noche. Trago saliva mientras veo cómo se deshace de la camisa, lanzándola al suelo. Algo se despierta dentro de mí. Tiene un torso perfecto, los abdominales bien trabajados, al igual que la espalda y los brazos. Siento un cosquilleo diferente y me imagino con él. Me culpo por ello. Se gira y me mira, sonriendo. En su costado izquierdo tiene un tatuaje, empieza en el pecho y baja más allá de lo que deja ver el pantalón. Son unos dibujos extraños, pero el tatuaje es impresionante.
-Qué bonito el tatuaje- sonrío-. ¿Cuándo te lo hiciste?-inicio una especie de conversación incómoda.
-Hará ya tres años o así- se sienta a mi lado, mientras se intenta poner las mangas de la camisa. 
-¿Por algún motivo?
-No- ríe-, tenía ganas de uno, eso es todo.
-Te debe de haber dolido mucho.
-No te voy a mentir, la verdad, sí, dolió, pero valió la pena. 
-A mí me gustaría hacerme uno también. 
-¿Ah sí? ¿Dónde?- me mira curioso.
Le señalo mi hombro y él posa su mano en él. Me giro para mirarle y sonríe.
-Debes estar segura-. No entiendo bien a qué se refiere, espero que sea al tatuaje.
-Cuando me dé un arrebato me lo haré- sonrío.
-Me encantas- me mira, buscando mis ojos. Me ruborizo sin poder evitarlo. Le miro, agachando la cabeza, no soporto que me digan piropos, siempre me pasa lo mismo-. Lo digo en serio, no me mires así, me encantas, de verdad- entrelaza nuestros dedos y me pierdo en sus ojos oscuros. Siento algo dentro de mí que necesita salir, manifestarse.
-Te quiero- susurro firme, muy cerca de su boca. Necesitaba decírselo.
-Yo te quiero más y te lo demostraré las veces que haga falta- nos miramos con un brillo especial, no puedo apartar la mirada de esos grandes ojos que me han vuelto loca. 
-Bésame- digo casi en un suspiro. Estoy deseando que lo haga, le miro, esperando a que dé el paso.
Me mira serio, como en el concierto, pero no está tenso, sólo algo indeciso. Le sonrío y él también lo hace. Me quita todos los nervios que tenía, sólo él sabe cómo hacerlo con una simple sonrisa. Pasa su mano por mi brazo, subiendo hasta mi cuello, y se aferra a mi nuca dulcemente, acercándome a él. Nos miramos una vez más a los ojos antes de fundirnos en un beso. Nuestros labios se encuentran y se juntan a la perfección, somos el uno para el otro, no hay otra explicación. Sujeto el cuello de su camisa, todavía desabrochada y lo acerco aún más a mí. Siento un cosquilleo por todo el cuerpo cuando noto el roce de sus labios por mis comisuras, bajando por mi barbilla, hasta llegar a mi cuello. Entreabro los ojos y sonrío, cerrándolos de nuevo. Me encanta este chico. Se detiene y siento su respiración en mi oído.
-Te quiero- susurra de una forma especial. 
Tengo ganas de gritar, de decirle al mundo lo feliz que estoy. Le quiero, le quiero, ¡le quiero! Se aparta un poco y me mira a los ojos. Me pierdo en esa mirada oscura, soltando un pequeño suspiro. Le contesto con un beso en los labios, uno de esos besos que lo dicen todo, sin necesidad de palabras. Nos besamos con más intensidad y nos recostamos en el colchón. 

viernes, 18 de enero de 2013

Será eterna

8113906566_0ba97c99a5_z_largeEnciende el reproductor de música de su móvil y se deja caer en la cama, rendida después de un día muy ajetreado. Se deja llevar por las lentas notas que suenan a lo lejos, haciendo eco entre sus dedos y cierra los ojos, sumergiéndose en sus pensamientos una vez más. La buena música la ha acompañado siempre, sabe que es la única que no la va a abandonar, que nunca va a morir y será eterna. Suena una canción de Love of Lesbian, pero ignora la letra, no necesita escucharla porque se la sabe ya de memoria. La música indie le relaja mucho y le hace ver el mundo de forma distinta, no sabe si mejor o no. Últimamente podría pasarse horas y horas escuchando canciones que no se cansaría de ello y es que se han convertido en sus mejores amigas, simplemente entienden cómo se siente. La música ha pasado a ser su método de supervivencia.

jueves, 17 de enero de 2013

Harta del mundo

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¿Sabéis esa sensación de que necesitáis dar un giro en vuestra vida? ¿Que no podría ser más aburrida? ¿Que habéis llegado al extremo de la monotonía? Bueno, no sé si os ha pasado alguna vez, pero últimamente así es mi vida. No digo que no haya momentos buenos, porque sí, los hay, pero no avanzo. Me refiero a que es como si cada año se repitiese la misma historia, gente que entra, gente que sale de mi vida y así continuamente. Personas que me marcan, pero que poco a poco voy siendo menos imprescindible para ellas y así siempre. Es una putada, y lo siento por la expresión, pero es la mejor para expresar esto. Porque la gente va cambiando, en cambio, yo sigo igual, observando a los demás y pasándolo mal por sus traiciones. Porque al fin y al cabo, son personas equivocadas en el momento adecuado, sí, adecuado, porque aparecen cuando más las necesito, pero equivocadas, porque antes o después me acaban fallando. No sé qué puedo hacer, he aprendido a poner las cartas sobre la mesa cuando tengo que enfrentarme a algo, pero no es suficiente. Necesito algo, un cambio, algo capaz de hacerme ver todo de distinta forma, de hacerme sentir bien después de tantos chascos que me han ido llegando poco a poco. Porque estoy harta de falsedades, de mentiras, de sonreír siempre después de cada caída. ¿Qué digo? Estoy harta, pero del mundo que me hace ser así.

miércoles, 16 de enero de 2013

Yo lo necesito


"¿Tú me quieres, Sam?
¿A ti qué te parece?
¿Por qué no me lo dices nunca?
¿Cómo que no te lo digo nunca? No paro de decirlo...
Eso no es verdad, tú dices "ídem" y no es lo mismo.
Todo el mundo dice "te quiero", ya no significa nada.
Pero algunas veces necesitas que te lo digan. Yo lo necesito."  
Ghost
Tierische Strickereien: Der Himmel ist um einen tollen Menschen reicher

Sonreír como siempre

Tumblr
Rebusco sin cuidado entre mis cosas, revolviendo los papeles y libros viejos, sin importarme en absoluto las consecuencias. Sé que después de todo esto entrará mi madre y me echará la bronca del siglo, pero no será diferente a otros días, después de unas horas se olvidará de mi desastre y lo dejará estar. He encontrado lo que quería, ese álbum de fotos del año pasado con un estampado de flores horrendo. En la primera página salgo yo con dos amigas más en el parque de atracciones, pero en las siguientes sólo sale él. Hace ya demasiado tiempo que no sé de su vida, ¿dónde estará? Sólo recuerdo lo bien que me hacía sentir cuando estábamos juntos y su aroma a One Million. Rebusco un poco más en el cajón, saco su camiseta, acercándomela a la nariz, e inspiro con fuerza, recordándolo.
No debería estar haciendo esto, sólo me hago daño, seguramente él ya ni se acuerda de mí, normal, nadie lo hace. Últimamente me he alejado del mundo y no he dejado que nadie sepa de mí aparte de lo que mi apariencia enseña, ya que al final todos me han ido traicionando.
Sé que lo mejor es empezar de nuevo y buscar una salida a este martirio, porque no me siento bien conmigo misma, no sé el por qué, pero siento que hasta yo me he fallado. Me dejo arrastrar día tras día por los recuerdos, creando una gran nube de polvo delante de mí, sin dejarme ver el presente.
Siento el suave algodón de su camiseta en mis dedos y la lanzo con fuerza contra la puerta, evitándola. ¿Por qué siempre está él en mis pensamientos?
Busco la papelera y saco un mechero. Recojo el álbum y la camiseta y lo meto todo dentro. Es la hora de dejar todo atrás.
-Dice mamá que bajes, que vamos a cenar ya- un renacuajo asoma la cabeza por la puerta y me sorprendo, apartando de una patada lo que había preparado.
-Ya voy- se limita a hacer un leve movimiento con la cabeza en símbolo de conformidad y desaparece.
Pues nada, hoy no ha sido el momento, pero, ¿lo será algún día? ¿Me volveré a atrever? No lo sé, pero será mejor que baje, me están esperando. Salgo de la habitación, bajo las escaleras a toda prisa y me obligo a sonreír como si no hubiese pasado nada, como hago siempre.

lunes, 14 de enero de 2013

Amarrado a ti Capítulo 56





Allí, al lado de Aroa (Pablo)
 
-Y bueno, cuenta Laia, ¿qué es de ti?
-Pues no mucho, la verdad- ríe-. Estudiando, supongo que como todos los que estamos aquí.
-¿Arte?
-¿Te acuerdas?- sonríe, ilusionada.
-Claro, no podría olvidarlo, ¿y sigues igual de loca?
-Bueno, un poco sí- todos los demás ríen, pendientes de la conversación-. Tú has cambiado, eh.
-¿En qué?
-Estás más viejo- suelta una carcajada.
-Tú también, ya no eres tan cría- y ahora estás más guapa.
-No, es broma, estás igual, más alto, pero igual de tonto que siempre. ¡Niño, qué ganas tenía de verte!- me vuelve a abrazar.
-¿Y qué? ¿Casada?- río.
-No, todavía no, pregúntamelo dentro de unos años- ríe.
-Está bien, me lo apuntaré- le revuelvo el pelo.
-Odio que me hagas eso, no soporto que me toquen el pelo- me da un golpe en el hombro. Sigue siendo la misma de siempre.
-Qué tonta eres- sonrío. La echaba de menos, hacía mucho que no nos veíamos, éramos muy amigos. 
-Sabes que lo soy.
- Sí, no hace falta que te lo diga.
-Idiota.
Me giro hacia Aroa para ver qué hace, pero está hablando con Raúl.
-Bueno, Pablo, voy a bailar un poco con estas dos. Me alegro de haberte visto de nuevo, ya nos veremos esta semana que viene, que todavía estoy aquí, ¿vale?- me levanto y le doy dos besos en las mejillas, despidiéndome de ella.
-Por supuesto, te llamo.
-¿Cómo?
-Luego le pido tu teléfono a Javi- sonrío.
-Está bien, más te vale- ríe, alejándose.
-Adiós, Laia.
-Adiós, hasta pronto.
 
-Eh, tío, estás empanado- doy un salto en el asiento y sin querer me mancho la camisa con el cubata. 
-Hostia, qué susto me has dado. Mierda- Raúl está mirándome, esperando que diga algo-. Voy a limpiarme esto.
-Te acompaño- Aroa se levanta, preocupada. Qué guapa es.
-¿Te lo estás pasando bien?
-Sí, estoy a gusto- sonríe como sólo ella sabe.
-¿Quieres que vayamos a mi apartamento?- se sonroja-, es que esta mancha no se va a ir, es para cambiarme la camisa y eso- aclaro.
 
 
En frente de él (Aroa)
 
-Vale- sonrío, pero mis piernas han empezado a flojear. 
Él, yo, en su apartamento. Vale, Aroa, tranquila, que sólo va a cambiarse la camisa, nada más. Vamos, como si fueses una niña pequeña. Buf, si es lo que soy, no hace ni dos meses que soy mayor de edad.
Caminamos hacia la salida de la casa, en busca del coche. Subimos y me sonríe. Cojo aire y suspiro, nerviosa. Me odio por ser así. 
 
 
Muy lejos de allí, en un coche (Mara)
 
Davide deja caer su cabeza sobre el asiento y suspira, cerrando los ojos. Yo me echo hacia atrás, dándome un golpe brusco con el volante en la espalda y opto por dejarme caer sobre su cuerpo, perdiéndome en su cuello. Vuelvo a ser yo porque los efectos del alcohol ya se han esfumado.
-Lo siento- susurra con aspereza.
-Mierda- susurro-. Mierda, ¡mierda!- subo el tono de voz y golpeo con fuerza el asiento del copiloto.
-No sé ni por qué te he hecho caso.
-Yo no sé ni por qué te he dicho que lo hagas.
Nos quedamos en silencio, sin mirarnos. ¿Qué voy a hacer yo ahora? Le miro de reojo. Está muy serio, pero él no tiene la culpa. La culpable sólo soy yo, yo le dije que lo hiciese, yo soy la que está enamorada de su hermano y no de él. Ha sido un arrebato de niña caprichosa. Me siento mal por ser así, por no saber comportarme. 
-Me quiero morir- susurro.
-No digas estupideces- clava sus ojos en mí. 
-Lo digo muy en serio, la he cagado, soy imbécil, no entiendo por qué me he dejado llevar- siento que empiezan a salir lágrimas de mis ojos y no puedo evitarlo.
-Mara, ya está hecho, no le des más vueltas.
-¿Qué va a pensar Carlo? ¡Soy una puta!
-Mara, ya está, ni tú eres una puta por acostarte conmigo ni él es perfecto.
-Sí lo soy, me dejo llevar enseguida.
-Mara, joder, ¡para ya! Espero que no se te pase por la cabeza que yo me he aprovechado de ti porque no es así, ¿de acuerdo?- asiento-. Nos hemos dejado llevar y punto, se acabó, no le des más vueltas al asunto. 
Este chico es increíble, la he cagado. Le doy un abrazo en señal de agradecimiento por ser como es y bajo del coche. 

martes, 8 de enero de 2013

Amarrado a ti Capítulo 55




Trago saliva y le beso. ¿Realmente es lo que quiero hacer? No lo sé, pero los efectos del alcohol no me dejan pensar con claridad. Davide me acerca aún más a él, obligándome a sentarme sobre sus piernas. Me dejo llevar, besándole con más intensidad. Se separa un poco y me mira a los ojos, con la respiración entrecortada.
-Mara, mañana te vas a arrepentir de esto, será mejor que te vayas ya, antes que sea tarde.
Observo sus grandes ojos marrones y suspiro, cerrando los ojos. No sé si me arrepentiré o no, pero la atracción que siento ahora mismo hacia él es inmensa. Mi cuerpo no me deja pensar en mañana, sólo en esta noche, en ahora. Me vuelvo a acercar, intentando juntar de nuevo sus labios con los míos.
-Mara, en serio, estás borracha y ahora no puedes pensar bien, vete a casa y descansa, mañana hablamos.
-¿Quieres que me vaya?- me acerco a él y le beso en el cuello.
-Es lo mejor, créeme- siento cómo traga saliva.
-¿Pero tú quieres que me vaya?- susurro en el lóbulo de su oreja derecha.
-No, pero es lo mejor- aprieta los dientes.
-¿No decías que ibas a hacer que olvidase a tu hermano? Pues hazlo- entreabro los ojos para mirarle fijamente.
-¿Tú quieres?
Le beso en señal de afirmación. Davide me atrae hacia él, perdiéndose en mi cuello. Me aferro a su nuca y le muerdo el labio inferior. Abro los ojos y trago saliva. Me deshago de su camiseta, dejando su torso al desnudo. Desabrocha mi pantalón y yo hago lo mismo con el suyo. Es como si fuese Carlo el que está ahora mismo en el coche, besándome, cuando en realidad es su hermano. Me acerca aún más a él, obligándome a hincar mis rodillas en el asiento, y se coloca un preservativo con facilidad. Davide me besa a la vez que me hace suya y me arrepiento en ese mismo instante de lo que acabo de hacer. He sido una idiota. ¿Olvidar a Carlo? ¿En serio pensaba que lo conseguiría? Pero ya es tarde, ya no puedo volver atrás. Hundo mi cabeza en su cuello, aguantándome las lágrimas. Le siento dentro de mí y me arrepiento muchísimo. Davide me quiere, pero yo no siento nada por él. Soy imbécil. Mierda alcohol.

En un coche (Aroa)
 
-Ya hemos llegado- anuncia Pablo aparcando el coche. 
Miro por la ventana. Delante de nosotros hay una gran casa blanca, seguramente estamos en las afueras o en alguna urbanización privada. Salgo del coche y nos encaminamos hacia allí de la mano.
-Es la casa de Javi.
-¿Ah sí? Es enorme.
-Lo es, yo tampoco me lo creí cuando vine por primera vez.
Pablo llama a la puerta y nos abre una chica más o menos de nuestra edad. Nos saluda y nos dice que entremos, que Javi está en el patio. Parece una fiesta universitaria, la gente va bastante arreglada.
-No está mal, ¿no?- me dedica una de sus sonrisas increíbles.
-Está muy bien, ah, que sepas que estás muy guapo.
-Y tú eres preciosa y lo sabes- me vuelve a sonreír y me acerca a él-. Oye, que sepas que me debes un beso.
Sonrío. No lo había olvidado, sólo esperaba que él me lo pidiese. Sujeto su nuca con delicadeza y junto sus labios con los míos, entre la gente.
-Eh, tío, anda que avisas que has venido- grita una voz detrás de mí y me cruzo con unos ojos azules. 
-Hola, tío- se chocan la mano. Es Javi. 
-¿Por qué no os venís a la terraza? Hay algunos que te están esperando- ¿Soy yo o lo ha dicho de una forma extraña? ¿Algunos? ¿O alguna en especial?
-Vale, vamos- me sujeta de la mano y salimos fuera. Javi nos lleva hasta una parte algo alejada donde hay un grupo de chicos y chicas. Entre ellos está Raúl. En total son tres chicas y tres chicos. 
-¡Pablo!- grita una de las chicas y se levanta corriendo. Va hacia él y le da un abrazo que dura más de lo que me gustaría. Es morena y de ojos marrones, algo corriente, pero es guapa.
-¡Laia! ¡Cuánto tiempo!- ríe, sosteniéndola en sus brazos-¿Qué haces tú aquí?
-He vuelto de Madrid durante un tiempo y he hablado con Javi esta mañana por teléfono. 
-Capullo, ¿y no me has dicho que venía?- le reprocha a Javi. ¿Quién es esta chica?
-Le he dicho que no te dijese nada, quería darte una sorpresa.
-Hostia, Laia- se vuelven a dar un abrazo-, qué bien verte de nuevo. ¿Cuánto hacía ya que no nos veíamos?
-Dos años- sonríe. La chica me mira-. ¿Qué? ¿No me vas a presentar a tu novia?- me sonrojo.
-Eh- me mira un segundo-, sí, claro- sonríe de una forma especial-, es Aroa. Aroa, ella es Laia, una amiga de la ESO.
-Hola- saludo-, encantada- me da dos besos.
-Igualmente- sonríe.
-¿Qué queréis chicos para beber?
-Yo nada, gracias- sonrío.
-Ponme un Gintonic, anda- dice Pablo.
-Perfecto- Javi va hacia la barra.

martes, 1 de enero de 2013

Amarrado a ti Capítulo 54




En un portal, lejos de allí (Darío)

Toco el timbre un par de veces y al cabo de unos segundos escucho su voz por el telefonillo.
-Ahora bajo- sonrío.
Me apoyo en la fachada, esperando a que baje. Tengo ganas de verla. La puerta se abre y me encuentro con sus ojos azules. Le doy un vistazo rápido a toda ella. Lleva unos tejanos y una camiseta de encaje rosa palo. Su pelo castaño está recogido en un moño despeinado. Está muy guapa.
-Hola- sonríe, a la espera de un beso en los labios que no tardo en regalarle. 
-Hola- sonrío-. ¿Vamos?
-Sí- sonríe ella también.
Caminamos a esas horas de la noche, bajo la luz de la luna y de las farolas, cogidos de la mano. 
 
 
En un local de Milán (Mara)
 
-¿Qué vas a hacer?
-Supongo que estudiaré periodismo.
-No me refería a eso.
-¿Entonces?- le observo. Le doy un trago al cubata, sí, ya es el segundo que me bebo aparte del cóctel, esto se me está yendo de las manos.
-Quería decir con mi hermano, que qué vas a hacer, si le vas a perdonar o no.
-Pues, no lo sé, ¿quizá?- me cuesta pensar con claridad-. Sí, eso, quizá, no lo sé.
-Yo creo que deberías olvidarte de él.
-No es fácil, le quiero.
-Pero también tienes que pensar en ti, te mereces a alguien mejor, alguien que te trate siempre bien.
-¿Alguien como tú?- suelto una carcajada, echándome hacia atrás en el sofá y topando con su boca. Siento un cosquilleo en el estómago.
-Supongo- no alza la voz. Bebe un poco más de su vaso.
-No sé si lo encontraré.
-Quizá ya lo has encontrado y no te has dado cuenta todavía- se apalanca en el sofá, quedando aún más cerca y se me nubla la vista-. Sólo debes mirar delante de ti- me quedo parada, intentando entender el sentido de sus palabras. Antes de llegar a asimilarlo todo, siento sus labios recorriendo los míos con firmeza. Siento una gran atracción hacia él y me dejo llevar. Quizá es el alcohol, no lo sé. Saboreo el vodka en sus labios, mezclándose con mi J&B y siento cómo el mundo da vueltas alrededor nuestro. Me aferro a su cuello con fuerza y jugueteo con su lengua.
-No debo, Davide- susurro, apartándome de él. 
-Yo haré que te olvides del capullo de mi hermano.
-Eso es imposible.
-Ya te digo yo que no es imposible, créeme.
-Llévame a casa, por favor- me siento bien en el sofá.
-¿Tan pronto?
-Por favor- esquivo sus ojos. 
Intento pensar con claridad. ¿Acaso me gusta este chico? Yo quiero a Carlo. Pero Carlo es un capullo y Davide no, Davide es un sol.
-Perdóname por besarte, no debería haberlo hecho.
-Olvídalo, no pasa nada- miro al frente, evitando cualquier contacto con él. 
Pagamos y salimos del local. Hace frío en la calle, me coloco la chaqueta hasta llegar al coche para taparme un poco. Davide abre con el mando a distancia y subo, en silencio.
-¿Estás bien?- pregunta preocupado.
-Sí- miento.
-Sé que no estás bien-me observa.
-¿Entonces por qué me preguntas?- pongo los ojos en blanco.
-Es por el beso, ¿verdad?- niego con la cabeza-. ¿Entonces?
-Carlo tiene razón, ¿verdad?
-¿A qué te refieres?- carraspea.
-A que te gusto- mierda alcohol-. Es decir, ¿es verdad que me quieres?
-Mara, has bebido, déjalo estar- arranca el coche.
-Dicen que los borrachos dicen la verdad- giro la llave de contacto, parándolo de nuevo. 
-Mara- baja la mirada.
-Davide, contéstame, por favor. ¿Ese beso ha sido a causa del alcohol o porque te gusto?
-Déjalo, Mara, en serio- arranca de nuevo y acelera, llevándome a casa.
Nos quedamos en silencio, uno, dos, tres minutos, hasta llegar a mi portal. Aparca delante de la puerta y me mira, esperando a que salga.
-Pero, ¿por qué no me contestas?
-No quiero contestarte y punto.
-¿Te gusto?
-Eres pesada, ¿eh?
-Va, contéstame- me acerco a él y le zarandeo el brazo. Davide intenta apartarme con cuidado, pero sólo consigue que quedemos aún más cerca. Estoy algo mareada.
-Vale, sí, ¿contenta?- ¿ha dicho que le gusto? Me mira desde muy cerca.