Traducir

jueves, 28 de junio de 2012

Así es la vida

La verdad, no sé qué escribir, no sé cómo explicar todo esto, es que, no sé... A veces pensamos que la vida es una mierda, ¿por qué negarlo? Es verdad, alguna vez lo he pensado, pero, ¿qué haríamos sin ella? Ni tú, ni él, ni ella, ni yo estaríamos aquí, yo escribiéndolo ni vosotros leyéndolo si no fuese por la vida. Hay momentos duros, momentos en que lo dejarías todo estar, pero ¿qué harías? No harías nada, porque hay otros muchos momentos buenos, sí, los hay, el problema es que los duros son los que más nos pesan y creemos que son los más importantes. Pero no es así, todo lo contrario, ¿cuáles te hacen feliz? ¿cuáles te hacen sonreír después de un mal trago? Sí, son los buenos momentos. Pero éstos existen porque los malos   también. Sino, ¿cómo sabríamos que son buenos? No lo sabríamos porque siempre nos sentiríamos igual, habría una monotonía y no habría nuevas sensaciones. Y si necesitas llorar, llora, ya vendrá alguien que luego te haga sonreír, pero es necesario, nos sirve para desfogarnos, disminuir ese dolor intenso que nos mata por dentro, porque no es bueno guardárselo. Pero tampoco nos merecemos estar mal, a nadie le gusta sentirse así, porque sí, es una gran mierda. Pero hay que aprender a seguir adelante, cuesta, pero es así, hay que intentarlo, porque nos quedaríamos con el "¿Y si...?" y no podríamos avanzar. 
Fotos del perfil
Porque la vida no es más que eso, vivir, sentir, tomar decisiones y aprender. Aprender de los errores, intentar mejorar lo que no nos gusta, pero sin subestimarnos, porque nos tenemos que aceptar tal y como somos, porque es como una vida de pareja, nos tenemos que aceptar, habrán cosas que no nos gusten, pero no somos perfectos, no existe la perfección. Y durante tu trajecto, habrá personas que harán de los momentos buenos, momentos perfectos, y de los malos, unos un poco mejores. Así es la vida, así que SONRÍE :)

lunes, 25 de junio de 2012

Amarrado a ti Capítulo 27




Entre sus brazos (Aroa)
 
¡No puede ser! Es precioso… El mar oscuro dibuja una gran macha negra, da miedo, con ese movimiento de olas, parece que baile. La luna le acompaña en esa danza, deja caer su vestido blanco sobre el gran manto negro, reluciendo como nunca arriba, llevándose todo el protagonismo de la escena. Las estrellas la miran, celosas de semejante belleza, sabiendo que nunca serán como ella. 
Este sitio es perfecto, Pablo guardaba un tesoro. 
-¿Te gusta?- apoya su barbilla en mi hombro.
-¿Bromeas? ¡Es increíble! Nunca he visto nada tan bonito- digo emocionada.
-No te creo, algo habrá que te guste más- susurra en mi oído.
Me encojo de hombros.
-¿Para ti hay algo más bonito que esto?- miro al horizonte.
Pablo hace lo mismo y luego me observa, sonriendo. Es tan guapo…
-¿Puedes ser tú?- y vuelve a girarse hacia el ventanal.    
No puedo evitar ruborizarme. Me tiemblan las piernas y noto el corazón a mil por hora en mi garganta. Trago saliva, nerviosa.
-¡No seas pelota!- río dándole un golpecito en el brazo.
-¡Ah!- ríe conmigo-. ¿Pelota por qué? Me has preguntado y yo he respondido.
Le miro de reojo, sonríe con esa peculiar sonrisa tan increíble. 
-¿No me respondes?
-¿Qué pregunta? ¿Cuál de las dos?
-Mmm…- piensa unos instantes-. Creo que prefiero saber la primera.
-Pues, no, no puedo ser yo.
-Pues entonces no puedo responder.
-¿Por qué?- pregunto sin entender.
-Porque no hay nada que supere este paisaje, excepto tú- vuelve a mirar el mar.
Me hace sentir tan bien… Uf… Sonrío como una estúpida ante su respuesta. Se gira hacia mí, buscando mi mirada, me da tanta vergüenza mirarle a los ojos… Rodea mi cadera con sus brazos, acercándome más a él y sonríe. Le miro a los ojos y me pierdo en ellos.
Siento que vibra el bolsillo de mi pantalón y empieza a sonar la canción de “Bipolar” de Pol 3.14. Lo saco de la funda corriendo y miro el nombre. Es mi madre.
-¿Sí?- pregunto, temiéndome lo peor.
-¿Ya ha acabado el concierto?
-Eh, sí.
-¿Estás de vuelta?- no le hace gracia que esté con Pablo.
-Eh, sí, sí, ya voy para allí. Estamos saliendo del aparcamiento- miento no muy segura.
-Ah, bueno, pues tienes la cena preparada.
-Está bien, gracias mamá, adiós- y cuelgo, mirando con fastidio a Pablo, va a pensar que soy una cría- Tengo que irme.
-¿Ya?
-Sí- suspiro-. Se ve que a mi madre no le hace gracia que vaya sola contigo.
Me mira extrañado, antes de soltar una carcajada.
- Bueno, pues si es así, tendrá que ver tu madre que llegas bien a casa. Vamos, que te acompaño.
Bajamos las escaleras en silencio, a la luz de las velas. Será aguafiestas mi madre… Buf… Le hubiese dicho que ya tengo edad para salir sin su consentimiento, pero paso de tener discusiones con ella, además, seguramente me daría la charla. Supongo que sabéis de cuál os hablo. Sí, de sexo, no sería la primera vez, creo que cuando iba a cuarto también me la dio. Y sí, se pasa mal, y sobre todo si está tu padre delante. Me ve como una niña pequeña. Buf… 
Pablo camina delante de mí y puedo observarle. Es tan guapo… Va sonriente, aunque quizá algo avergonzado por lo de mi madre. Quizá, si no hubiese llamado, esta noche… Me ruborizo por enésima vez esta noche y se da cuenta de que le estoy mirando. Me sonríe, esperando a que pase por la puerta de la torre para cerrar con llave. Nos apartamos un poco y pasa su mano por mis hombros, apretándome hacia su cuerpo y yo me abrazo a su cintura, sin parar de caminar. Está muy oscuro, así que intentamos no tropezar con ninguna rama, yendo despacio. Llegamos al coche, helados de frío. Pablo enciende la calefacción y esperamos unos minutos a que el coche se caliente un poco. Arranca y enciende el reproductor. 
-¿Te ha gustado?- pregunta rompiendo el silencio.
-¿El qué?
-Esta “tarde-noche”.
-Sí- sonrío-, me ha gustado mucho. Gracias.
-No tienes por qué dármelas, debería dártelas yo por venir conmigo.
-Si no hubiese querido no hubiese venido, así que tampoco hace falta que me des las gracias- río-. He venido porque me apetecía.
 
Aparca el coche delante de mi portal y sonríe.
-Bueno, ya estamos.
-Sí- sonrío, tímida-. Gracias.
Me acerco a su rostro para darle un beso en la mejilla. Después, a escasos centímetros, sujeta mi barbilla y se despide con un beso en los labios, dulce, robado, realmente apetecible. 
-Hasta el lunes- susurra en mi oído después de sentir sus labios sobre los míos.
-Adiós, Pablo- sonrío mirándole a los ojos, mientras me bajo del coche. Camino hasta la puerta y abro con llaves. Él todavía está allí, aparcado. Le digo adiós con la mano y veo como sonríe. Espero a que arranque y se pierda entre las calles para cerrar. Una gran alegría me invade todo el cuerpo, haciendo que esté en una nube de amor. Son las doce y media. Creo que no voy a cenar.
-Ya estoy aquí- digo entrando al comedor, seguida por la mirada preocupante de mi madre. 
-A buenas horas- dice chasqueando la lengua.
Suspiro.
-Bueno, voy a cambiarme y a irme a dormir, que estoy cansada- doy media vuelta para irme.
-Aroa, espera- dice levantándose.
-Dime- la miro mostrando indiferencia.
-¿Tienes algo con ese chico?
-¡Mamá!- digo sorprendida por su pregunta-. ¡No! ¡Ya te dije que sólo es un compañero de la universidad!
-Pues qué rápido que vais hoy en día- me encojo de hombros al escuchar su comentario, prefiero no llevarle la contraria. 
-Bueno, buenas noches, mañana hablamos- digo dándole un beso en la mejilla.
Ella hace lo mismo y también va a su habitación. Escucho los ronquidos de mi padre procedentes de la habitación de matrimonio. Entro en la mía y me desnudo. Busco el pijama y me lo pongo, a la vez que quito los muñecos de la cama. Entro corriendo y me tapo con todas las mantas posibles, acurrucándome. Un gran cosquilleo recorre todo mi cuerpo, haciéndose más intenso en el estómago, haciéndome recordar todo lo ocurrido y ese beso, bajo la canción de “Con trocitos”. Cojo mi MP3 y la busco. Pulso el play y vuelvo a ese momento. Sonrío al recordar el roce de sus labios y tengo ganas de gritarle al mundo que estoy más feliz que nunca. 
 
 
Bajo unas sábanas diferentes (Mara)
 
Buf… No puedo dormir… Miro el reloj. ¿La una? Buf… Seguramente Carlo ya estará en casa, pero no puedo arriesgarme a llamarle, si ella está con él y ve la llamada… Esta intriga me mata por dentro, quiero saber qué ha pasado esta tarde. Él me prometió que iba a dejarlo con ella, pero no sé lo que habrá ocurrido al final. He intentado dormirme y no comerme la cabeza, pero me es imposible. ¿Y si Carolina sabe que la otra chica soy yo? ¿Y si se ha enterado? Cierro los ojos de nuevo, obligándome a calmarme, intentando pensar en otras cosas. 

Al día siguiente (Darío)
 
Leo vino a hablar conmigo antes de que me fuera. No hizo falta que le explicase lo que había ocurrido por la noche, estaba al tanto de todo. Estaba muy enfadado, le había fallado. Le pedí perdón varias veces. Al final decidió que me dejaba volver a España, pero con una condición, que trabajase para ganarme el dinero del vuelo de ida .Él hasta que recogiese el dinero suficiente, me seguiría pagando la estancia. Realmente al principio no lo entendí. ¿El vuelo de ida? Cuando supe lo que significaba tragué saliva, él sí que me había fallado. ¿Qué iba a hacer yo ahora? ¿Qué les decía a mis padres? 
 
Esta noche no he dormido nada por estar pensando en lo que pasó ayer. Todavía no me lo puedo creer. Y lo que más rabia me da es que yo soy el culpable. Si no hubiese aceptado la invitación de Andrea, si no me hubiese acercado a ella, si no la hubiese besado… Sí, todo sería más fácil. Me he levantado pronto, tengo que buscar trabajo, sé que es domingo, pero quizá hay algún bar que necesite personal. Cojo la mochila llena de currículums y bajo las escaleras de dos en dos. Apenas hay gente por las calles, parece ser que he sido el único en madrugar. He guardado también en mi mochila unas partituras que tengo que aprenderme para tocar en la universidad con la guitarra. Hay un pequeño bar abierto y decido tomarme un respiro e ir a almorzar algo. Hay una tarima en frente de la barra, seguramente harán espectáculos, cantarán o harán monólogos. Pido un café y un croissant. No hay nadie más. Saco las partituras y empiezo a memorizar las notas. Un hombre de más o menos cuarenta años me trae lo que he pedido y me observa unos instantes.

jueves, 21 de junio de 2012

Deixar-se portar pel destí...

¡Hola! Esta entrada la he querido hacer en catalán, lo siento, pero para que la podais entender, os la he traducido al castellano :)

"Sembla que tot s'acaba, només em queda un dia, sé que després serà impossible apropar-me a tu... Demà a la nit serà la meva última oportunitat, vull canviar d'aires, esborrar tot el passat per poder aprofitar al màxim tot el present, que realment és el que tinc a les meves mans. No sé què faré, no sé si ho aconseguiré, però demà et veuré i potser no et veig fins al curs següent... T'allunyaràs, jo ho sé molt bé, et conec encara que no ho sembli, encara que no passi molta estona amb tu, però sé que no serà el mateix... Serà com un final d'etapa, el passat serà passat, em deixaré portar pel destí, si existeix... No sé ben bé què és tot això que em passa, però ja porto un any així i crec que ja és massa temps, estic farta d'esperar i que no passi res. Demà a la nit, m'has dit que aniràs, tinc moltes ganes de veure't encara que no hagi passat ni mig dia des de l'última vegada que ens hem vist. Però, encara que no ho sembli, estic decidida, estic segura del que vull fer... Si no passa res, ni tan sols una mirada, et deixaré anar, sé que serà el millor, sobretot per mi, que sóc qui ho està passant més malament..."

Traducción:

"Parece que todo se acaba, sólo me queda un dia, sé que después será imposible acercar-me a ti... Mañana por la noche será mi última oportunidad, quiero cambiar de aires, borrar todo el pasado para poder aprovechar al máximo todo el presente, que realmente es el que tengo en mis manos. No sé qué haré, no sé si lo conseguiré, pero mañana te veré y puede que no te vea hasta el curso siguiente... Te alejarás, yo lo sé muy bien, te conozco aunque no lo parezca, aunque no pase mucho tiempo contigo, pero sé que no será lo mismo... Será como un final de etapa, el pasado será pasado, me dejaré llevar por el destino, si es que existe... No sé muy bien qué es todo esto que me pasa, pero ya llevo un año así y creo que ya es demasiado tiempo, estoy harta de esperar y que no pase nada. Mañana por la noche, me has dicho que irás, tengo muchas ganas de verte aunque no haya pasado ni medio día desde la última vez que nos hemos visto. Pero, aunque no lo parezca, estoy decidida, estoy segura de lo que quiero hacer... Si no pasa nada, ni tan sólo una mirada, te dejaré ir, sé que será lo mejor, sobretodo para mí, que soy quien lo está pasando más mal..."



lunes, 18 de junio de 2012

Amarrado a ti Capítulo 26


¡¡Hoooooooooolaa!!
¿Cómo estáis? Yo de exámenes... buf...
En este capítulo sale la canción de la que salió el título, Amarrado a ti... A mí me pareció muuuuuy bonita y me di cuenta de que era el adecuado :)
No os asustéis con lo del final, aún queda bastante, sólo era para ir avisando... Espero tenerla acabada este verano y supongo que vosotros leeréis el final a finales de verano o así, como ya dije, depende mucho de mi imaginación, pero me gustaría dedicarme este verano acabarla  :D Yo también tengo muchas ganas de verla terminada jaja No sé, no sé, ya se irá viendo... 
¡Un beso!

Cuando conseguimos salir vamos a donde está el coche y suspiramos a la vez. Enciende el reproductor de CD’s. Suena un violín, me suena la melodía. Pero no la reconozco hasta escuchar la voz del cantante. “Amarrado a ti” de Alex Ubago con Sharon Corr. 
 
“Los barcos no salieron hoy
guardaron puerto porque estoy amarrado a ti...
 
Tú...juegas con mi alma entre tus manos
tú...y no la dejas escapar
tú...un abismo siempre al otro lado tú
tú...creo que seré capaz de saltar”
 
Seguimos sin mirarnos. Arranca y se adentra en la carretera, entre cientos de coches, todos en la misma dirección, intentando salir de ese gran atasco. Me siento mal, él seguro que se siente culpable. Ese tema no para de rondar por mi cabeza. ¿Y si es verdad? No puedo evitar soltar un suspiro, agachando la cabeza, esta situación puede conmigo. Siento una mirada furtiva por su parte, que vuelve a fijar en la carretera. Le miro de reojo. Se percata de mi mirada y sonríe, intentando suavizar el ambiente. Intento olvidar por un momento el rumor.
-¿Dónde vamos?- susurro, deseando que no vayamos a casa. 
-Ya lo verás- dice mirando hacia el asfalto, divertido.
No parece enfadado, y eso me alivia bastante. Miro al frente, ya es casi de noche y las luces del deportivo alumbran la carretera formando dos ondas de luz. Casi no hay ningún coche, él sigue recto por esa autovía. Nos estamos alejando bastante de la ciudad, los edificios altos ya no se ven, ahora sólo hay casitas pequeñas, chalets desperdigados. ¿Dónde me lleva? No puedo evitar estar nerviosa. Quizá mi madre tenía razón con que tuviese cuidado, que apenas le conocía. Le miro indecisa, él parece tranquilo. Me culpo por haber pensado eso, Pablo es un buen chico. Apoyo mi cabeza en el asiento, acomodándome. La única luz dentro del coche es la del reproductor, que alumbra los pequeños botones con una luz azul eléctrico. 
-Ya queda menos- sonríe mirando por la ventana. 
Me giro hacia la mía. La luna asoma entre las hojas de los árboles más cercanos al arcén. Pablo disminuye la velocidad para desviarse por un pequeño camino a nuestra derecha. Es un camino estrecho, sin asfaltar, con espacio para sólo un coche, lo que me preocupa bastante que venga otro en dirección contraria. Vamos hacia la costa, veo el mar al fondo de la escena, es hermoso y más cuando está iluminado por esa luz plateada tan característica de una luna llena. Estoy ansiosa por saber a dónde vamos. Miro el reloj y me sorprendo al ver que el tiempo ha pasado volando. Son casi las once de la noche. 
-Creo que nos hemos perdido- dice mirando al exterior.
¿Qué? ¿He escuchado bien?
-¿Qué has hecho qué?
-Pues eso, que creo que nos hemos perdido- dice saliendo del coche.
-No puede ser- intento pensar un poco-. ¡Pero si me has dicho hace nada que estábamos llegando!- digo alterada, saliendo y poniéndome a su lado.
-Ya, pero creo que me he equivocado- dice mirándome.
-Me estás tomando el pelo, ¿verdad?- digo intentando calmarme.
Me mira preocupado unos instantes, hasta apartar la mirada. 
-Vamos, contéstame- digo sujetando su barbilla para que me mire-. Es broma ¿no?
No me lo esperaba, Pablo aprovecha mi movimiento para juntar sus labios con los míos con un cálido beso, que contrasta con el frío que hay en el lugar. 
-Está bien, tú ganas, no nos hemos perdido- dice cuando acaba el beso, a escasos centímetros de mí. 
Le doy una cachetada suave en la mejilla. ¡Ya le vale! ¡Me había hecho pasar mucho miedo! En la oscuridad de la noche sus ojos brillan como nunca, misteriosos. Sus dientes blancos junto con una pequeña carcajada hacen que me estremezca. 
-Eh- dice aguantando la risa-, pero te has asustado.
-¡Para no asustarme! ¡Me has dicho que nos habíamos perdido! En este sitio- digo señalando a nuestro alrededor-, no hay nadie más.
-Estás conmigo- dice acercándose. 
Me ruborizo al escuchar el comentario y me muerdo el labio inferior para evitar sonrojarme aún más. ¿Cómo puede ser así? ¿Ahora qué le digo yo?
-Pero venga, vamos, que te quiero enseñar una cosa- sujeta mi mano con fuerza, corriendo por esos descampados. 
Apenas veo donde piso, pero Pablo parece conocer el camino. Caminamos con prisa, tropiezo un par de veces, pero eso no impide que siga adelante. Aminora el paso hasta quedarse parado. Levanto la vista y observo lo que tengo delante de mí. Es una casita antigua, blanca, con planta circular, como una torre. Saca una llave y entramos, en penumbra, bajo la leve luz de la luna que se filtra por el gran ventanal de la segunda planta.
-¿Podemos entrar? ¿De quién es?- pregunto sorprendida al ver la escena que tengo a mi alrededor. 
Una gran biblioteca invade toda la pared, junto a una chimenea de piedra blanca. Pablo, todavía de mi mano, se separa un poco de donde yo estoy y enciende con una cerilla una vela que hay en una mesita al lado de la puerta.
-Claro que puedes entrar, Aroa, esto es propiedad de mi padre- nos sentamos en el sofá cubierto por una gran pieza de lana-. De niño, vivía con mis abuelos aquí, junto con la casa de al lado. Cuando murieron, la casa quedó en manos de mi padre y decidí irme al centro, a estudiar, hasta ahora- su historia me conmueve y no puedo evitar apoyar mi cabeza en su hombro y abrazarle.
-¿Hacía tiempo que no venías?- digo con un hilo de voz.
Su mirada amarga se dirige hacia la chimenea, parece haberle afectado mi pregunta. Carraspea, buscando una respuesta.


Junto a ella, bajo el mismo techo (Pablo)

Recuerdo el último día. Hace unos meses. Ella estaba conmigo, abrazados junto al fuego ardiente de la chimenea, bajo las mantas, regalándonos besos, besos de despedida. Fue la última vez que la vi. 
-Te quiero- susurró en mi oído con su acento peculiar.
Yo la abracé fuerte, no quería decirle adiós.
-Yo te quiero más de lo que te puedas imaginar- dije mirando esos ojos azules. 
Me dio un beso dulce en los labios, lleno de miedos, miedo a no vernos más, a decir adiós sin un hola el día siguiente. Los dos sabíamos que iba a ser difícil. 
-Tengo que irme- dijo aguantando las lágrimas.
-¡No!- intenté pararle los pies. 
-Lo siento, Paolo. Los dos sabíamos que esto se acabaría de un momento a otro, cuando acabase el verano- dijo seria.
-Pero, ¿por qué?
-Sabes que no puedo quedarme, no lo hagas más difícil- no consiguió retener las lágrimas por más tiempo y su rostro se inundó.
-Lo siento- conseguí decir, dándole un abrazo triste, inspiré su aroma dulce por última vez.
Ella me dio un beso corto, pero intenso, el último beso, y desapareció por la puerta. No me moví, deseé ir tras ella, pero no quise complicarlo más. 
Ese verano fue increíble, ¿por qué negarlo? Pero el amor se ha ido apagando, hasta llegar a quedarse en una simple amistad, quizá el no verse ha separado nuestros caminos.
Ahora ha llegado ella, Aroa, ha hecho que vuelva a creer, a que es posible dejar el pasado atrás si uno quiere. Me mira preocupada, a la espera de una respuesta. Realmente no sé qué decir, no le puedo contar la verdad, pero no quiero mentirle.
-Hacía un tiempo que no venía- me limito a decir, sin concretar. 
Parece tener suficiente. Me da un beso en la mejilla y se levanta, caminando hacia la escalera. Voy tras ella, hasta llegar al gran ventanal. Ella suelta un “¡Ala!”, tapándose la boca. La abrazo por detrás y la beso en el cuello. Ella suelta un suspiro. 

lunes, 11 de junio de 2012

Amarrado a ti Capítulo 25


¡¡¡Hola!!!
Éste es un capítulo muy muy especial para mí, me encantó escribirlo, es una de las escenas más bonitas que he escrito y espero que os guste tanto como a mí :) Y me da pena decirlo pero... se acerca el final, ya lleváis más de la mitad, no sé cuánto se alargará, eso depende de mi imaginación jajaja ¿Que si sé cómo acabará? Pues más o menos ya sí y espero que os guste :) No estoy diciendo que se vaya a acabar ya, todavía queda mucho por ver, pero todo tiene un final, pero bueno, quiero que ese final lo disfrutéis como yo cuando acabe de escribirlo :) ¡Un beso muy muy grande a todos!

Ríe, moviendo la cabeza de un lado a otro, al ver mi reacción de niña tímida.
-¿De qué te ríes?- digo buscando sus ojos, como si no supiese nada.
-No me estoy riendo-dice aguantándose-. Sólo sonrío- y sonríe, provocándome una especie de cosquillas en la barriga con la punta de los dedos.
-¡Para, para!- grito, intentando apartarme de él como sea-. Y no te despistes, que estás conduciendo-digo con la voz entrecortada.
-Ya estamos llegando- dice buscando aparcamiento.
Me siento bien en el asiento, colocándome bien la camiseta que se ha descolocado con el movimiento.
Es inevitable mirarle, desprende tanta magia… Su sonrisa me pierde, hace que todo sea perfecto, no puedo evitar sonreír como una tonta.
-¿Y tú?
-¿Yo qué?- digo sin entender nada.
-¿Que por qué sonríes?- dice mirándome de reojo.
Se ha dado cuenta, río como una estúpida, como una niña pequeña que le han pillado haciendo una trastada. Esquivo su mirada, encogiéndome de hombros. Sin decirle que él es la razón por la que sonrío. Pablo suelta una carcajada al ver mi respuesta. Encuentra un sitio libre y aparca sin pensárselo dos veces. La música se para de golpe, dejando al cantante con la palabra sin acabar y bajamos. El sol luce encima de nosotros. Ayer hacía frío y hoy hace calor, no hay quien lo entienda. Caminamos, entre la gente, hasta llegar al Palau Sant Jordi. Después de mucho esperar conseguimos entrar. El concierto empezará dentro de cinco minutos. Las luces del pabellón lo hacen todo aún más espectacular. Nuestras manos están enlazadas. Estamos muy cerca del escenario, podremos verlos de cerca. Miro a mi alrededor, hay gente de todas las edades, pero sobretodo jóvenes, muchos más pequeños que nosotros.
Entonces las luces se apagan, nos quedamos a oscuras. Me agarro con fuerza a su mano, quizá por el entusiasmo. Unos acordes empiezan a sonar y la reconozco. Las luces del escenario azules se encienden, dejando paso al grupo de chicos. “Cosas que suenan a…”. Miro a Pablo y sonreímos a la vez que cantamos, junto con los demás fans.
“Verás a mí lo que me va es contarte primero
Que yo soy todo lo que piden
Las princesas que yo quiero
Si llueven pájaros mojados
Tu y yo no iremos nunca donde dicen”

Me susurra Pablo al oído, provocando en mí una gran felicidad. Bailamos al ritmo de sus canciones, gritando las letras de éstas, dejándonos llevar por la alegría.
Pablo es increíble, todavía no me puedo creer que esté aquí con él. Si hubiese ido con una amiga estoy segura que no me lo pasaría igual, él es especial. Pasa su brazo por mi cintura y me atrae hacia él, haciendo que nuestras caderas choquen suavemente. Le dedico una sonrisa. La canción se acaba y las luces se apagan un poco, creando un ambiente más tenue. Le miro a los ojos, que brillan bajo la escasa luz y sonríe, con esa preciosa sonrisa que sólo él sabe hacer. Me da un beso en la mejilla, haciendo que me sonroje, pero no se percata de ello, gracias a la falta de luz, en este momento lo agradezco. Empieza a sonar otra canción, ésta más lenta, parece que esté hecho a propósito. (es la canción del video) 
“Con trocitos, de lo verde del jardín,
hace enteras las mitades,
y las pega para mí...”
 
Le abrazo. No se lo esperaba y sonrío ante su mirada de sorpresa. Él pasa sus manos por mi cadera, acercándome más a él. Nuestras caras a escasos centímetros. No puedo apartar mi mirada de esos ojos casi negros que me miran felices. Nuestras narices se rozan.
 
“Y con tanto y con tan poco,
se hizo grande la ilusión,
se acercaron las distancias,
dejamos clara la intención...
de ser todo, lo que somos
el dos en uno, y uno en dos...”
 
Sonreímos a la vez al escuchar la canción. La ilusión… Yo tengo mucha en estos momentos. Bailamos, moviendo nuestros pies, al ritmo de la canción. ¿Será nuestra canción? Me pierdo en sus ojos. Me siento como en una nube, sigo sin creérmelo. Espero que no sea un sueño. Siento su respiración nerviosa demasiado cerca, pero realmente creo que yo estoy aún más nerviosa. ¡Estoy como un flan! Me siento estúpida, no sé qué hacer. ¿Debería lanzarme? Sí, debería. Buf… Pablo se acerca un poco más a mí y se queda justo a punto de rozar mis labios con los suyos. Trago saliva, esperando. Pero se queda así, mirándome y susurrando la letra.
 
“Y yo te lo cuento y tu no me crees,
cierra los ojos,
dime que ves”
 
Me quedo inmóvil, asimilando lo que está ocurriendo. Está serio, pero no enfadado, sus ojos lo dicen todo. Está como yo, indeciso. Sonrío, ante la curiosa escena. Él también sonríe, viendo que estoy a gusto con él. Nos miramos a los ojos, felices y ansiosos por lo que puede ocurrir de un momento a otro. Mis manos rodean su cuello con delicadeza, sus brazos sujetan mi cintura, evitando que pueda apartarme de él. Me muerdo el labio inferior, deseosa. La canción se está acabando, no quiero que termine, me encanta. “Con trocitos” se llama. Él sonríe de nuevo, provocándome un escalofrío. Se acerca un poco más, nublando mi vista. Sus labios se posan sobre los míos, al fin. Cierro los ojos, dejándome llevar por el momento, ahora perfecto. Dejo que me bese una vez más, ésta más intensa. Acaricio su pelo corto con los dedos,  deslizándolos suavemente, él sigue besándome apasionadamente. Para un instante, para mirarme a los ojos. Sus ojos brillan, con un destello diferente, especial. Es inexplicable lo que siento en este instante. Es algo muy fuerte, sabía que era especial, pero ha crecido de manera descomunal, le ha dado fuerza a este sentimiento, lo ha fortalecido, creando una gran confusión en mi cabeza, hecha un lío ahora mismo. Pablo me agarra con fuerza y me eleva, obligándome a cruzar mis piernas alrededor de sus caderas. Sin parar de besarle sonrío, entre beso y beso. Me aferro a su cuello con fuerza para no caerme hacia atrás. La música cesa y la gente aplaude incansablemente. Siento como si el aplauso fuese para nosotros, en el momento adecuado. Él se da cuenta de mi pensamiento y ríe entre dientes. Me siento la mejor persona del mundo a su lado, ha sido increíble, esta tarde será inolvidable, y todo gracias a él. Me hace sentir tan bien… “Porque a veces se cruzan dos ríos…”
Le doy un beso rápido antes de que empiece la última canción “Por eso”. Él sonríe al reconocerla. 
“Vivo y por eso me tumbo en las piedras
mirándote hasta el mediodía
Si me acompañas no tengo,
por eso ni hambre ni frío, ni miedo ni sueño
Vivo y por eso tumbada en la hierba
mirándome hasta el mediodía
No tengas si estoy contigo
ni hambre ni frío, ni miedo ni sueño”
 
Estoy muy feliz y salto, desgarrándome la voz, gritando esa letra, sin soltarme de la mano fuerte de Pablo, que me mira entre risas ante mi graciosa reacción. Su beso me ha dado mucha fuerza, me ha dado vida, ha despertado ese sentimiento que pensaba que estaba durmiendo bajo el colchón de mi habitación, con un sueño profundo difícil de despertar. Él lo ha conseguido, ha hecho que vuelva a sentir… ¿amor? Ahora mismo no importa, me siento bien conmigo misma, algo que hacía tiempo que tampoco sentía. Eleva su brazo, obligándome a dar una vuelta sobre mí, entre sonrisas cómplices, como si estuviese posando para él, enseñando mi modelito, acabando el movimiento con un regalo de lo más dulce. Un corto beso de sus apetecibles labios. Esto parece irreal. Me aferro a su cuello con las manos y le sorprendo con un nuevo beso, muerdo delicadamente su labio inferior, produciendo un cúmulo de deseos, algunos salvajes. Su respiración entrecortada impide que su boca pueda soltar palabra. Pablo me besa con más intensidad, subiendo unos grados la temperatura de nuestros cuerpos. Saboreo sus labios una vez más, provocando un deseo de más en todo mi ser. 
Pero hay algo dentro de mí que se ha despertado, que me dice que tenga cuidado, una luz de alerta me avisa de que pare. Me aparto un poco, de forma delicada, de manera que no se percate de mi pequeña preocupación. Intento sonreír, al ver su mirada atónita. La música cesa, después de las últimas notas graves de una guitarra y salimos entre el gran grupo de gente que va en la misma dirección que nosotros. No cruzamos palabras, caminamos sin expresión, entre gritos de alegría de todas esas personas. Nosotros estamos serios, me siento extraña, no me atrevo a mirarle por miedo a ver decepción en esos ojos increíbles. 

miércoles, 6 de junio de 2012

Como la vida misma

TumblrDa rabia no poder evitar mirar hacia atrás, hacia el pasado, recordar esos momentos que no volverán, esas personas que no volverás a encontrarte porque salieron de tu vida por algún motivo. Intentas encontrar el principio del camino, donde empezó todo, donde empezó tu vida. Y vas avanzando entre los recuerdos, los cumpleaños, los primeros días de instituto, la primera vez que sentiste mariposas en el estómago, la primera sonrisa, el primer beso. Instantes imborrables que quedaron guardados en algún lugar de nuestra mente, que te han hecho crecer como persona, que te han marcado, quizá para siempre. Te encierras, creyendo que puedes seguir adelante sujetando todos esos recuerdos con las manos. Pero son demasiados y te pesan, te hacen graves heridas, arrancándote la piel. Y te sientes débil, sin ganas de seguir adelante. Caes. Caes contra el suelo, pero no es el que tocas con la planta de tus pies, no, es uno aún más profundo, uno que creías que nunca llegarías a conocer, oscuro como la vida misma. Intentas escalar de nuevo por esas paredes, pero es imposible, todo el peso que llevas encima no te deja avanzar y te arrastra otra vez hacia abajo, y es que esos recuerdos sólo te hacen daño, te agotan y sólo tienes ganas de llorar, de dejarlo estar, de quedarte donde estás para siempre. Se te pasa por la cabeza continuamente dejar allí todos los recuerdos que cargas y subir, pero sientes que es imposible. Hasta que arriba algo aparece y te llama, pidiendo que subas. Te niegas, diciendo que no puedes porque no quieres separarte de tu pasado. Pero te ruega que lo hagas, dice que será mejor para ti. No sabes por qué insiste, no sabes qué te vas a encontrar allí y tienes miedo de que sea malo. Siempre te han dicho que "Más vale malo conocido que bueno por conocer" y no quieres arriesgar. ¿Qué haces? Te quedas parada, sin saber qué decisión tomar. ¿Arriesgar? "Quizá vale la pena..." Susurras, cerrando los ojos. Te miras las manos con detenimiento. Hay tantos instantes guardados... Vuelves a alzar la vista hacia arriba y ves como ese "algo" te acerca su mano para ayudarte a subir. Quizá es la única oportunidad. Intentas subir sin dejar nada allí, pero es imposible, tienes las manos ocupadas. Resoplas, no será nada fácil olvidarlo todo. Te deshaces de todo tu pasado y empiezas a escalar las paredes con la ayuda de esa mano. Arriba, el sol brilla con fuerza, cegándote. ¿Y ahora qué? Empiezas a andar, sin soltarte de esa mano, que, después de que te revelase su nombre, sabes que se llama FUTURO.

martes, 5 de junio de 2012

Amarrado a ti Capítulo 24




En un campo de fútbol (Darío)
El pitido del árbitro me deja sordo. Una falta más y me expulsan. No sé qué me pasa hoy, bueno, por parte es por la resaca, sólo hace unas horas que me he levantado. Pero por otra parte es que no sé qué voy a hacer con Giulia. Es una chica preciosa, que realmente me tiene confuso. Hubo unos segundos cuando estaba con ella que pensé en Aroa, todavía no la he olvidado. Y con Giulia fue un momento de locura, no sé si ella piensa en mí como algo más. Yo realmente fue un momento de arrebato, no lo pensé, el alcohol hizo su efecto y me dejé llevar entre sus brazos. Sin apenas conocerla, un beso tras otro aparecía en ese pequeño espacio de paredes de plástico duro.
Leo pide al árbitro un cambio, seguro que es por mí. Y no me equivoco, a los pocos minutos estoy sentado en el banquillo frente a una mirada amenazante. No me quita los ojos de encima, al contrario que yo, que evito su mirada en todo momento. Está muy enfadado y no sé qué decir. He sido un estúpido, no debí salir ayer.
-¿Qué pasa Darío?- pregunta con las manos en la cintura- ¿Ya te has desmadrado?- dice en tono de pocos amigos.
Me muerdo el labio, aguantando la rabia acumulada. Con él no puedo revelarme, si lo hiciese mi sitio en este club se acabaría por completo. Él es el que manda, yo sólo obedezco y siento que le he fallado.
-Así que no contestas…- dice suspirando, sigo sin mirarle, bebo un trago de agua de la cantimplora blanca- Darío, si no vas a contestar haz el favor de levantarte e irte al vestuario, ya hablaremos tú y yo- dice apartándose y mirando de nuevo el partido.
Yo, sin soltar una palabra, dejo la cantimplora en el césped y me levanto en dirección a los vestuarios, dejando atrás toda la bronca. Siento su mirada en mi espalda, pero no me giro, prefiero no cruzarme con sus ojos llenos de ira. Nunca le había visto así conmigo, quizá porque nunca había hecho nada malo y está decepcionado. Cojo la toalla y voy hacia las duchas. Es lo que necesito ahora mismo. Una buena ducha para deshacerme de todo lo que ha ocurrido. Dejar que el agua camine por todo mi cuerpo, dejando salir todos los recuerdos y ahogándolos bajo el grifo de agua caliente. De una cosa estoy seguro. Me voy a tener que poner a trabajar si quiero irme estas vacaciones a Barcelona, es muy poco probable que Leo me pague el viaje de la manera en que están las cosas ahora. ¿Cómo pueden cambiar tanto las cosas? Hoy me he levantado con el pie izquierdo, nada ha ido muy bien que digamos. Cierro los ojos, a la vez que me enjabono el pelo, sintiendo las manos de Giulia sobre mí, un recuerdo vago que todavía ronda por mi mente y me estremezco una vez más.

En un portal de Barcelona
Estoy en la entrada observándome por enésima vez. Le voy a ver, en cuanto escuche pitar su coche tendré que salir y encontrarme con esos ojos casi negros que me encantan. La verdad es que me gusta el vestuario que he elegido. También me he pintado los ojos haciéndome la raya con eyeliner y un poco de rímel y me he echado un poco de gloss en los labios, tampoco quería ir pintada como una puerta. Espero que a él le guste. El pelo me lo he rizado un poco con las planchas, haciéndome pequeños tirabuzones. Me vuelvo a mirar al espejo, sin poder evitar sonreír de nuevo. ¿Por qué soy así de tonta? Oh… Odio cuando soy así. Esos sí, realmente, aunque me cueste aceptarlo, me gusta sentirme así de bien, ojalá todos los días fuesen de esta forma, levantarme con esta ilusión.
Saco un chicle del bolso negro y lo mastico sin perder la sonrisa. El sabor a fresa me inunda completamente, obligándome a pensar en él, en cómo sería un beso de su boca. Me siento estúpida por pensarlo, quizá es muy pronto. Pero la idea es muy tentadora. Estar los dos apretados entre la gente, escuchando un tema de Maldita Nerea, saboreando nuestros labios… Ah! Escucho el motor de un coche y sonrío de nuevo ante el espejo, nerviosa. Pocos segundos después pita tres veces. Espero unos segundos… uno… dos… tres… cuatro… cinco…Respiro hondo, cogiendo la fuerza suficiente para que no me tiemblen las piernas. Estoy como un flan. Sujeto el bolso con firmeza y abro la puerta. Entonces le veo. Lleva las gafas de sol y sonríe de oreja a oreja al verme. Me acerco lentamente a donde está él y me da dos besos en las mejillas. Se coloca a mi lado y me abre la puerta del copiloto de su deportivo negro. Su coche huele muy bien, su colonia se ha quedado en cada rincón y me encanta, es muy acogedor. Pablo enciende el reproductor de CD’s y suena Sobrenatural de Pol 3.14. Sonrío al reconocerla y él me mira avergonzado. Dirige su dedo índice hacia el botón para pasar a la siguiente, quizá cree que pienso que es tonto por escuchar canciones románticas. Yo evito que lo pulse, sujetando con firmeza su mano. Él me mira sorprendido. 
-Me encanta- sonrío mirándole a los ojos, o mejor dicho, mirando el cristal oscuro de sus Ray-Ban.
-Está bien, como tú quieras- me mira de reojo, a la vez que arranca el coche.
El sol pega con fuerza contra el cristal del deportivo. Los rayos me impiden mirar hacia la carretera y tengo que mirarle a él. Gracias sol… Su cara está iluminada y resalta su moreno. Está guapísimo. Siempre está guapo, pero ahora es sobrenatural.
-¿Cómo estás?- sonríe sin dejar de mirar a la carretera, rompiendo el silencio.
-Muy bien- sonrío, olvidando por un momento el rumor sobre su relación- ¿Tú?
-Ahora mejor- repite, como me dijo el otro día. Yo no puedo evitar sonrojarme ante la mirada pícara de Pablo.