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miércoles, 31 de octubre de 2012

Amarrado a ti Capítulo 45




Sábado por la mañana (Mara)

Suena el timbre sacándome de mi ensimismamiento. ¿Quién será?
-Abre- me ordena Giulia desde el sofá.
-¿Por qué no vas tú?- replico, sin moverme.
-Oh, Mara, estás más cerca- observo el recorrido que tendría que hacer hasta la puerta y suspiro.
-¡Sí, hombre! ¡Estás sentada a mi lado! Ves tú, anda, que tengo sueño- bostezo exageradamente. El timbre vuelve a sonar, insistiendo.
-¡Boh!- resopla Giulia, levantándose, arrastrando los pies. La observo irse. ¿Quién será?- ¡Ya va!- grita desde el recibidor.
Miro la televisión. No hacen nada, sólo son las diez de la mañana. Recorro todos los canales, lo más rápido posible, no, no hay nada. Genial…
-¡Mara! Es para ti- entra en el salón junto a una silueta más alta que ella. 
-Hola- saluda con la mano, tímido. 
Me levanto enseguida, dando un brinco y propinándole un beso en los labios de lo más apetecible. 
-¿Qué haces aquí a estas horas?- sonrío, ante la mirada atenta de Giulia.
-He venido a buscarte- sonríe, mirando a mi hermana, que está apoyada en el marco de la puerta.
-A mí no me mires, que haga lo que quiera- levanta las manos, caminando hacia la cocina.
-Ahora vengo, espérame aquí.
Corro hacia mi habitación, en busca de algo que ponerme. Sí, esa sudadera roja de Duff, con los tejanos y las Converse también en rojo. Me hago una coleta desaliñada y me echo un poco de rímel en las pestañas. Por último, un toque de mi colonia preferida.
Salgo, reuniéndome de nuevo con Carlo. ¿Le habrá dicho algo mi hermana? Espero que no. 
-¿Vamos?- él asiente y salimos de casa tras despedirnos de Giulia. 
Salimos a la calle, hace algo de frío, pero la sudadera me protege. Está llegando el invierno y se nota. Me cuelgo del brazo de Carlo y él me da un beso en la frente. Me encanta sentirlo tan cerca. Su perfume se cuela por mi nariz y sonrío, recordando todos los momentos juntos. 
-¿Adónde vamos?- pregunto, apoyando mi cabeza en su hombro.
-No importa, estamos dando un paseo. ¿Quieres ir a algún sitio en especial?
-Llévame al Parco Sempione- sonrío. 
-Bien- pasa su brazo por mis hombros, atrayéndome a él.
Caminamos en silencio, felices, como una pareja perfecta. ¿Lo somos? Estoy segura de que la gente que nos está viendo lo piensa. No importa si somos o no la pareja perfecta, para mí sí que lo es, le quiero tanto…
-¿En qué piensas, que estás sonriendo?- me mira curioso. Alzo la vista y cierro los ojos, perdiéndome en sus labios.
-En nosotros- le doy un beso en la mejilla.
-¿En nosotros? Explícate.
-Pues…- pienso-, en que no quiero que esto se acabe nunca, que te quiero más que a nada.
-¿Hasta el punto de no poder vivir sin mí?-pregunta, mirando el cartel que indica que hemos llegado al parque.
-Sí, hasta el punto en que no puedo vivir sin ti- le observo. No, no podría vivir sin él. 
-Eres increíble- me da un beso suave.
-No, no lo soy, soy una chica normal que quiere a un chico, sólo eso.
-No, no eres sólo eso- hace una pausa-, eres mi chica-me coge en brazos, corriendo conmigo encima. 
Llegamos al césped y nos dejamos caer en él. Río, revolviéndome en sus brazos. Carlo está encima de mí, viendo el efecto que hacen sus cosquillas en mis costados. Me retuerzo, intentando escapar de él, pero es imposible. Me quedo sin aire y le pido que pare. Deja de hacerme cosquillas, dejando sus manos en mi cintura y me mira, sonriendo. Me muerdo el labio inferior mientras le miro a los ojos. Sus ojos verdes se clavan en los míos y se van acercando poco a poco, hasta el punto en que parecen borrosos. 
-Scemo- sonrío antes de que me bese. 
-Sé que en el fondo te gusta que te haga cosquillas- baja hasta besarme el cuello, haciendo que me estremezca.
-Sí, para que me mates- ironizo.
-No, para acabar así- y me besa en los labios. No está tan mal, la verdad. 
-¿No hay otra forma de acabar así sin tener que pasar por las cosquillas?
-Mmm…- se muerde el labio, mirando al cielo-, no, creo que no.
-Qué pena- suspiro, escapando de sus brazos y sentándome a su lado. 
Carlo se ha quedado tumbado boca arriba. Me observa sin incorporarse. Cierra los ojos y sonríe exageradamente. Qué estúpido, pero es mi estúpido y no lo cambiaría por nada ni nadie.
-¿Carlo?- dice una voz masculina a nuestras espaldas-. ¿Carlo, eres tú?- se acerca más y más.
Carlo se incorpora y observa al chico que está a tan sólo un par de metros, yo hago lo mismo. ¡No puede ser! ¡Cuánto tiempo!
-¿Mara?- sonríe al verme-. ¿Cómo estás?- me da un abrazo seguido de dos besos.
-¿Qué haces tú por aquí?- pregunta Carlo algo tenso.
-He venido a veros, el lunes tengo fiesta y he decidido pasar aquí el fin de semana. 
-Genial- resopla Carlo. Yo no puedo dejar de sonreír.
-¿Y vosotros? ¿Qué hacéis de buena mañana aquí?
-Pasear un poco- digo, a la vez que Carlo pasa su brazo por mi cadera. Davide nos observa.
-Bueno, me voy a ir ya, que quiero descansar un poco, ha sido un viaje algo largo- se despide con dos besos y se aleja, no sin antes dedicarme una sonrisa.
-¡Qué casualidad!- sonrío, pero Carlo no está tan contento.
-Sí, ya- susurra.
-¿No querías verlo?- digo sin entender.
-¿Y tú? Se te ve muy contenta.
-Oh, Carlo, ¿otra vez? ¡Eres un celoso!- me aparto de él y me cruzo de brazos, resoplando.
-No, joder, no es eso, es que no me gusta cómo te ha mirado.
-¿Y cómo me ha mirado, si se puede saber?- pregunto molesta.
-Parecía que te iba a follar aquí mismo- susurra.
-¡Por dios, Carlo! ¡Pero si sólo me ha sonreído!
-Ah, ¿que le estabas mirando tú también? 
-Eres imbécil, ¡eres imbécil!- se acerca, rodeándome con sus brazos, pero me aparto-. ¡Déjame! Odio, odio que seas así conmigo, ¡ves cosas donde no las hay! ¡Eres un celoso de mierda!
-Vamos, perdona, no te voy a volver a decir nada de esto- suplica, acercándose de nuevo.
-Ese no es el problema, ¡el problema es que lo pienses! Déjame anda. ¡Se acabó!- me alejo de él, caminando hacia la salida, gritando las últimas palabras entre lágrimas.

jueves, 25 de octubre de 2012

1º ANIVERSARIO + CAPÍTULO 44 EXTRA AMARRADO A TI


¡CUQUIIIIIIS! 
¡No podéis ni imaginaros las ganas que tenía que llegase el día! Es 25 de octubre y eso significa que... ¡ES EL ANIVERSARIO DE ESTE BLOG! Quién iba a decirme a mí que el blog iba a durar tanto... Y todo gracias a vosotros :) Buf... Me tiemblan las manos ¡¡¡y es que estoy tan feliz!!! Poco a poco esto ha ido creciendo y debo agradecéroslo a cada uno de todos vosotros. 
Recuerdo cuando empecé con el blog, LadyRebel me animó a que lo crease (por desgracia ella dejó el suyo un tiempo después) y eso hice, escribí mi primera entrada (Cuando todo se acaba) y en ese momento empezó todo. 
También quiero dar las gracias a mi lectora audaz , a Pau (buen consejero y amigo), a Te quiero entre nubes de algodón (que llegó cuando este blog llevaba muy poquito tiempo), a Marcos Bah (que siempre consigue sacarme una sonrisa), a Magu, a Sonia :), a *_::AnNa CuLleN::_* , a ForeverYoung, a Luna, Mariniya, a Drea y un largo ETC  en resumen (siento si me olvido a alguno, no me lo tengáis en cuenta), a todos, porque TODOS habéis hecho que este blog siga adelante :)
Vuestros comentarios hacen que este blog exista día tras día y, por supuesto, me da muuuucha felicidad jaja 
Espero que esto no termine nunca...
¡MUCHAS GRACIAS DE VERDAD!

PD: Ah, se me olvidaba, cómo ya llevo un año, creo que ya es hora de salir del anonimato jajaja Beh, mi nombre es Sonia, aún así podéis seguir llamándome LeoPresumida eh, no voy a cambiarme el nombre de usuario :) 
Eso es todo, ¡UN BESO, OS QUIERO MUUUUCHO!


En un portal (Darío)

No me puedo creer lo que acaba de pasar. Abro la puerta que da a la calle y el viento frío me da una bofetada en la cara, en efecto, no ha sido un sueño. ¡Son hermanas! Con razón me parecía familiar la cara de Giulia el primer día que la vi. Los rasgos son muy parecidos. Me quedo quieto en la acera, pensativo. Dos, tres, cinco minutos, no lo sé. Sólo sé que hace frío. Hay que ver cómo es el destino de caprichoso conmigo últimamente… Podría haberme ayudado un poco con el tema de Leo y no haber tenido que tomar una decisión. Igualmente, creo que ha sido la correcta y no me he dejado llevar por ningún capricho, aún así sé que será duro. 
 
 
Dos días antes, miércoles por la tarde, en un campo de fútbol (Darío)

Trago saliva. ¿Realmente estoy seguro de lo que voy a decirle? No, no estoy seguro, pero debo hacerlo, se lo prometí y no pienso fallarle esta vez. 
-Bueno, ¿lo dices?- insiste Leo, viendo que me he quedado callado.
-Eh, sí, sí- respiro hondo y suelto todo el aire-, he decidido seguir, seguir en el club, aquí, aunque no tenga vacaciones de navidad y no pueda irme.
Ya está, ya está dicho. Me he quitado un gran peso de encima. Suspiro y siento ganas de llorar, pero está claro que no lo voy a hacer, no pienso llorar en público, a penas lo hago estando solo. 
-Buena elección- me estrecha la mano-, espero que no la desaproveches.
-No lo haré- sonrío, aunque ahora es lo que menos ganas tengo de hacer.
-Así me gusta- se aleja, de camino al campo.
Suelto un suspiro y me dejo caer en el suelo. ¿He hecho bien? Se supone que sí. Me duele, me duele no poder ir a verla, la echo mucho de menos. Cierro los ojos, revolviéndome el pelo y suspirando una vez más.
-¡Tsh!- escucho no muy lejos-. ¡Tsh!- ¿Es a mí? Abro los ojos y miro a mi alrededor.
-¡Mierda! ¡Joder!- grito al encontrarme con la cara de mi amigo.
-Joder… ¿Tan feo soy?- hace una mueca. Me limito a observarle y hacer un gesto de asco con la boca-. Gilipollas…-me da un puñetazo en el hombro.
-¡Serás bestia! ¿Crees que es normal aparecer así porque sí cuando uno está con los ojos cerrados?
-Claro que es normal, lo que no es normal es que te asustes.
-Bah, déjalo, lo que me faltaba, discutir por esta tontería.
-¿Has hablado con Leo ya?
-Sí- me limito a decir, sin ganas de hablar en este momento.
-¿Y qué le has dicho?
-Que me quedo.
-¿Te quedas?- dice sorprendido y me abraza, alegre.
-¡Bien!- digo irónico.
-¿Acaso no era lo que querías?- le miro, expectante. ¿Era lo que quería?
-Sí y no, ya sabes que me ha costado escoger.
-Oh…- resopla-, ¿otra vez con lo de esa chica? Joder tío, que le jodan, ¡que ya ha pasado mucho tiempo! ¿No te ha servido de nada enrollarte con la chica ésta, eh… Giulia?
-Hostia, Andrea- le fulmino con la mirada-, lo dices como si la hubiese utilizado.
-¿Acaso no lo has hecho?- me mira frunciendo una ceja-. Vamos, yo también soy un chico, sé que lo has hecho por eso. ¿Me equivoco?
-Sí, te equivocas. No sólo fue sexo, ¿vale?
-¿Ahora te me pones sentimental? Fue mucho más que sexo, la sentí, fuimos uno- pone cara de estúpido y me retengo para no darle un bofetón-. Tío, yo os vi y a eso se le llama calentón.
-No te digo que no, pero no sé.
-Que sí tío, fue un calentón, un rato de sexo y ya está. 
-Estuvo bien.
-Pues si te dice de quedar otra vez acepta, no seas niñato y déjate llevar, somos jóvenes, ¡hay que vivir la vida! Y ella está muy buena, si no te la quedas tú me la ligo yo.
-Qué gilipollas…- tiene razón. Quizá sólo fue un rato de calentón. Podría vivir así siempre, a él no le va tan mal y no tendría que atarme a nadie ni pillarme por ninguna chica.
-Qué gilipollas tú, que no sabes disfrutar de la vida, anticuado.
-Joder tío, es que luego mi consciencia me pasa factura.
-Bah, se acostumbra. Cuando ya te has tirado a cuatro o cinco tías seguidas te acostumbras. Si hay que joderse, que se joda ella.
-Yo no soy así, no soy tan cabrón.
-Cabrón no se nace, se hace- ríe, mirándome de reojo.
-No sé, no sé. Por lo pronto tengo que cantar con ella el viernes.
-Joder, tío, ¡te lo ha puesto a huevo! Si se te presenta alguna ocasión lánzate, seguro que ella no se niega- sonríe, pensando en su idea-, tenía pinta de ser un poco zorra.
-Ahí te equivocas eh, es una chica muy legal, es muy simpática.
-Y está muy buena.
-Que esté buena no quiere decir que sea una zorra.
-No, pero se lo puede permitir.
-Hostia, que gilipollas- me llevo las manos a la cabeza.
-Gracias, pero sabes que tengo razón.

lunes, 22 de octubre de 2012

Amarrado a ti Capítulo 44




Tumbada junto a un chico de ojos verdes (Mara)
 
Abro los ojos lentamente, con miedo a que lo que ha ocurrido antes haya sido un sueño más. Pero no es así. El aroma de su perfume se filtra por mi nariz, ese olor que tanto me hipnotiza. Abro los ojos del todo y le observo. Me da un beso en los labios.
-¿Ya estabas despierto?- susurro, después de ver que todavía son las tres de la madrugada.
-Sí, he escuchado un ruido hace cinco minutos y no me he vuelto a dormir.
-Ah… Habrán sido los vecinos- suelto un suspiro- Tengo sed- me levanto de un salto y siento que me mareo. Me sujeto al borde de la cama y me llevo la otra mano a la frente. 
-¿Estás bien?- se levanta y se pone a mi lado.
-Sí, tranquilo, sólo ha sido un mareo- sonrío, incorporándome de nuevo-. Es que me he levantado demasiado rápido- no es la primera vez que me pasa.
-¿Te traigo algo de beber?
-No, no, ya voy yo, sólo iba a buscar un vaso de agua. ¿Quieres algo?- sonrío.
-No, no tengo sed. ¿De verdad no quieres que te acompañe?- me observa con preocupación.
-No, en serio, no te preocupes, estoy bien- le doy un beso en los labios para que vea que se me ha pasado el mareo y sonríe mientras me alejo.
Salgo de la habitación, a oscuras, y voy hacia la cocina. Siento el sabor de sus labios en los míos y sonrío como una estúpida, todavía no me creo que haya venido a mi casa sin avisarme, para darme una sorpresa. Es increíble, Carlo es el chico perfecto, es normal que Carolina también esté enamorada de él. Buf… Carolina… Espero que me perdone pronto.
Espera. 
¿Yo dejé la luz de la sala de estar encendida? No, creo que no. ¿Entonces? Mierda. Me asomo a la puerta con miedo a que me descubran y veo a mi hermana. No está sola. Está con un chico. Se separan un poco y me encuentro con esos ojos color avellana que creía que no encontraría nunca más. ¡Dios! El chico me mira sorprendido y se aparta de mi hermana. Ella se gira y me observa, en estado de shock, sin saber qué hacer. 
-¿Pero no dijiste que no había nadie?- pregunta el chico sin entender.
-Eh… Sí, eso creía yo- se levanta de un salto y se acerca a mí.
El chico también se levanta y viene a la puerta.
-¿Vivís juntas?- pregunta sin entender.
-Es mi hermana- decimos las dos al unísono.
-¿Os conocéis?- se lleva las manos a la cabeza, desesperada.
-Sí, bueno, nos hemos visto un par de veces- digo y le lanzo una mirada fugaz al chico. Giulia le mira, esperando una afirmación por su parte.
-Sí, es verdad- asiente.
-Dios… ¿Estáis juntos?- pregunto, sonriendo.
-Eh…- los dos se miran avergonzados-, como le digas algo a mamá o a papá te mato- me advierte, cambiando de tema. 
-Bueno, será mejor que me vaya- dice Darío, saliendo de la sala de estar. 
-Eh, bueno, ya hablaremos- Giulia le dice, acompañándolo a la puerta.
Yo los observo, mientras escucho unos pasos detrás de mí. Me giro y me encuentro con la mirada de Carlo, observando la escena. Giulia le mira sorprendida y el chico que hay delante de ella también.
-Y luego soy yo- susurra Giulia.
-Eh, no te quejes, que has hecho lo mismo.
-Eso habría que cuestionarlo- pronuncia mientras observa a Carlo, que sólo lleva puestos los bóxer.
-Déjalo- la mando callar-, si tú no dices nada de esto, yo no diré nada de lo que he visto- le advierto.
-Bueno, me voy- susurra Darío, después de darle un beso rápido en la mejilla a mi hermana. Cierra la puerta.
-Sí, yo también- Carlo va hacia mi habitación para recoger sus cosas. Voy tras él.
-Joder- susurro, indignada-, lo siento- bajo la mirada-, no te enfadas ¿verdad?- Carlo se acaba de abrochar el pantalón y me mira.
-¿Cómo me voy a enfadar?- sonríe, dándome un beso de despedida, aún con el torso desnudo-. Al menos no nos ha visto tu madre, algo es algo- se coloca la camiseta y abre la puerta de nuevo.
-Sí, algo es algo- repito-. Jo… No quiero que te vayas- le miro triste, acercándome de nuevo a él.
-Es mejor que me vaya- susurra en mi oído-, ¿nos veremos mañana?
-Sí- le doy otro beso, saboreando sus labios.
-Te quiero- pronuncia mirándome a los ojos. Mi corazón parece que se vaya a salir de mi cuerpo.
-Bien, porque yo también te quiero- y nos fundimos en un último beso, corto, pero intenso. 
Sale de la habitación y cierra tras él.
 
Tumbada en la cama (Aroa)
 
Odio esta situación. ¿Cuándo? ¿Cuándo conseguiré olvidarme de Darío? ¿Cuándo? No puede ser tan difícil, creí que conociendo a otra persona lo conseguiría, pero ya veo que no. Pero es que no lo entiendo, no pasó nada, sólo un beso, que ahora ya no es nada, ¡un beso no es nada! Fue un gran amigo, pero ya está, no entiendo por qué me cuesta tanto. Y me odio también a mí misma, siento que estoy traicionando a Pablo, pero lo que le dije es verdad, lo siento, le quiero, pero no sé hasta qué punto. El problema más grande que tengo es que no sé qué haré cuando vea a Darío en navidades. ¿Qué haré? ¿Cómo será volver a verle? ¿Habrá cambiado mucho? ¿Sentiré lo mismo? Tengo miedo, miedo a ver que no es igual, que no es el mismo chico que me enamoró, miedo a no reconocerlo. Aunque bueno, quizá es mejor. Si ha cambiado quizá veo que ya no siento lo mismo que antes y que a quien realmente quiero es a Pablo. Menudo lío… Ojalá pudiese contarle a Pablo lo que me está pasando, pero sé que se enfadaría y con razón. Tengo miedo de perderle, de verle todos los días y no poder besarle, sentir su cuerpo, sentirle a él. No sé cómo arreglar todo esto, pero sé que no tardaré mucho en saberlo. Menos de dos meses. Buf… ¡Qué dolor de cabeza! Será mejor que duerma un poco, si es que puedo dormir algo.


¡Hola! ¿Qué os ha parecido el hecho de que sean hermanas? ¿Os lo imaginabais? 
El jueves intentaré, a pesar de que tengo un examen el viernes, ¡subir un CAPÍTULO EXTRA!
Y quizá os preguntaréis... ¿Y eso, por qué? Pues porque este jueves, 25 de octubre, es el aniversario de este blog y quiero daros las gracias :)
Bueno, no os entretengo más, espero que os haya gustado y comentéis :D
¡Un beso muy muy grande!

lunes, 15 de octubre de 2012

Amarrado a ti Capítulo 43




Deseando volver a verla (Pablo)

¿Cómo ha podido ocurrir? Ya hemos discutido… Menos mal que no ha acabado del todo mal. He hecho bien en dejar el orgullo a un lado e ir a buscarla. Siento algo muy fuerte por ella, cosa que sólo he sentido dos veces, será mejor no recordar la anterior… Realmente no sé qué siento, es extraño, ¿la quiero? Buf… ¡Yo que sé! ¿Por qué me preocupo tanto? Sólo hace una semana desde el primer beso. Acaso, ¿estamos juntos? Tampoco lo sé, estoy hecho un lío. Antes con un beso ya se decía que una pareja eran novios, pero ahora, ¿yo cómo sé si estamos juntos? Quizá todavía es pronto, nos estamos conociendo, o eso creo, porque todavía no sé nada de ella. Sólo sé que es bastante vergonzosa, inocente, que es de Barcelona y que estudia Periodismo como yo. Bueno, y que tiene un pasado que no quiere recordar. ¿Qué será? Tarde o temprano acabaré averiguándolo. Estoy casi seguro que es por un chico, pero, ¿quién? ¿Le habrá hecho daño? ¿Llevaban tiempo sin verse y se han vuelto a ver? Sólo sé que el miércoles pasó algo, algo que no me quiere contar. 
 
 
En un portal (Darío)

Giulia me guía en la oscuridad de las escaleras. No quiere que los vecinos la vean y luego cuchicheen sobre ella y sus padres se enteren. Saca las llaves del bolso y, con cuidado, inserta la correcta en el cerrojo y le da dos vueltas. La puerta cede y suelta un leve chirrido. Entrelaza sus dedos con los míos y me lleva hasta lo que debe ser la sala de estar. 
-Siéntate, ahora vengo- me dedica una sonrisa, mientras desaparece por la puerta de cristal ahumado. 
 
 
No muy lejos (Giulia)

Creo que no hay nadie, pero debo asegurarme. No vaya a ser que alguien los vea allí. Me llevaría una gran bronca. Camino en silencio por el pasillo. Miro en el baño, no hay nadie, ni en la habitación de mis padres tampoco. Espero que no esté mi hermana. La puerta está cerrada. Me asomo sin hacer ruido. ¡Mierda! ¿No estaba de fiesta? Eso creía… Pero espera… ¡No está sola! Es… Es… ¡Es un chico! Madre mía, como los pille papá y mamá la van a matar. Normal que no los haya escuchado ni ellos a nosotros, están durmiendo. ¡Juntos! Oh, dios… No me esperaba esto de mi hermana, sabía que estaba con un chico, pero no que habían llegado hasta ese punto ya. ¡Será guarro! ¡Pero si es una cría! Bueno, la verdad es que no tiene mal gusto mi hermana, parece guapo. Bueno, será mejor que no se entere Darío de que está allí mi hermana, sino se querrá ir. Estoy nerviosa. Suspiro y cierro la puerta de la habitación. Me alejo en silencio y cruzo de nuevo la puerta del comedor. Allí me espera Darío, sentado en el sofá, sonriéndome. 
-¿Quieres algo de beber?- susurro.
-¿Por qué susurras? No hay nadie, ¿no?- ríe.
-No, no hay nadie- espero que no note que estoy mintiendo-, pero ya sabes, los vecinos…
-Está bien, pues hablaré bajito- dice imitándome.
-¿Entonces te pongo algo de beber?- insisto, con un sonrisa.
-Vale- acepta-. ¿Qué tienes?
-Ah- me hago la interesante-, no te lo voy a decir, es una sorpresa.
 
 
Sentado en el sofá, observándola (Darío)

Se aleja sonriendo, dejándome con la intriga. La verdad es que tiene buen cuerpo, es muy guapa. Esos pantalones negros le hacen un culo increíble. 
Unos minutos después vuelve con dos copas de cóctel, el líquido de dentro tiene un color rojo intenso. Los deja en la mesa y se sienta muy cerca, acomodándose. Se deshace de los tacones y coloca los pies sobre el sofá. Coge una copa y me la entrega.
-¿Qué lleva?- pregunto antes de probarlo.
-No te lo voy a decir- susurra, enrollándose un mechón castaño en el dedo índice a la vez que sonríe.
-¿Por qué?- le doy un pequeño sorbo. Está buenísimo y está muy dulce. Ella coge el suyo y también bebe un poco.
-Es un secreto- me dice al oído.
-Puedes contármelo, no se lo voy a decir a nadie.
-Se llama “Me gustas” y sólo es para ocasiones especiales-sonrío.
¿Indirecta? Segurísimo. Me mira. Está muy cerca. Me gusta esta chica.
-¿Ésta es una ocasión especial?- sonrío, mirándola a los ojos.
-Eso parece- sonríe también-, pero que sepas que aún y así no te diré qué lleva.
-Bueno, ya iré a algún bar y preguntaré por él.
-No lo intentes, te mirarán con cara de póquer- hace una pausa-, sólo sé hacerlo yo, entonces, si quieres otro como éste otro día, tendrás que venir a pedírmelo.
-¿Me estás pidiendo quedar otra vez?- pregunto, algo sorprendido.
Ella se limita a sonreír y a darle un sorbo más a su copa. 
-Eso tendrás que decidirlo tú- susurra.
-¡Tú también! Quién sabe, quizá eres tú la que luego no quiere quedar conmigo.
-¿Por qué no querría?- da un nuevo trago a su cóctel.
-No sé, quizá no disfrutas lo suficiente conmigo.
-¿Ah no?- dice sorprendida.
-¿Sí?
-¿Qué?-decimos los dos al unísono. Reímos, sin que nos importen los vecinos. ¡Qué lío nos hemos hecho! No puedo parar de reír. Bebo un poco más y acabo con todo el líquido que quedaba en la copa. 
-Estaba riquísimo- digo entre risas.
-¿El qué?- dice sin entender.
-El cóctel- río-, estás espesa hoy eh- no puedo parar de reír.
Scemo!- ríe, colocando su mano en mi hombro y dejándose caer hacia adelante.
-Oh, gracias- sonrío irónico. 
Se incorpora de repente.
-¡Ah!- dios, me ha dado un cabezazo en la nariz.
-¡Ai! Dios, perdona, perdona, ¿estás bien?-dice sin parar de reír, sujetando mi rostro con delicadeza para mirar si estoy bien.
-Sí, sí, pero, menuda noche, entre lo de insultarme, el cabezazo y luego vas y te ríes de mí…-la observo detenidamente a escasos centímetros-, a ver si voy a ser yo el que no va a querer volver a quedar eh, si seguimos así vas a acabar conmigo.
-No será para tanto- sonríe-, pero en serio, ¿estás bien?
-Bueno, mañana tendré un morado, pero bien, estoy bien- suelta una carcajada.
-¡Qué exagerado! ¡No te he dado tan fuerte!
-¿Que no? ¡No me ha sangrado de milagro!- realmente no ha sido para tanto, pero me gusta hacerla enfadar.
-Boh… Exagerado- chasquea la lengua.
-Tonta- sonrío al verla seria. 
-¿Tonta yo? Já- aparta la mirada y me observa de reojo.
-Puedes mirarme de frente eh, sé que me estás mirando de reojo.
-No te estoy mirando-se pone colorada.
-¿Entonces por qué te pones roja?- se toca las mejillas con las palmas de las manos y sonríe.
-Soy así- se muerde el labio inferior como lo hizo en el pub, pero esta vez es diferente. 
-¿De tonta?- suelto una carcajada.
-¡Boh! No soy ton…- le doy un beso suave, casi acariciando sus labios- …ta- susurra, casi en un suspiro, y sonríe.
Se acerca de nuevo y ahora es ella la que me besa, con un poco más de intensidad, pero igual de dulce. Es un beso con sabor a ese cóctel que sólo ella sabe preparar, ese sabor tan dulce, riquísimo, pero intenso. 

lunes, 8 de octubre de 2012

Amarrado a ti Capítulo 42




En una calle desierta de Milán (Darío)
 
-¿Quieres ir a tomar algo a mi casa?- sonríe Giulia, rodeándome el brazo.
-¿Y si me ven tus padres?
-Lo dudo, mis padres están en el bar y normalmente no vienen hasta la mañana y mi hermanita supongo que estará de fiesta.
-Entonces vale- sonrío ante su proposición.
Caminamos en silencio, pero no es un silencio incómodo, sólo que hay veces que no se necesitan palabras. Estamos a gusto así. De vez en cuando un cruce de miradas y alguna sonrisa cómplice. 
 
 
En una playa (Aroa)
 
Sentada sobre la arena, húmeda por las olas, veo cómo Pablo se acerca a mí. Sonríe de oreja a oreja bajo la luz de la luna. Sus ojos casi negros parecen más claros, se ven increíblemente bonitos. Se sienta a mi lado y mira al mar, inmenso, delante de nosotros, que se mece en la oscuridad de la noche, precioso, pero a la vez lleno de peligros, rincones inhóspitos se esconden en cada ola que aparece bajo la espuma que brilla con gran intensidad, resaltando su blancura.
-Me encantaría estar así siempre- cierro los ojos, dejando que la brisa me acaricie las mejillas.
-¿Así cómo?- pasa su brazo por mis hombros y me atrae hacia sí, cobijándome en su pecho.
-Tranquila, sin preocupaciones ni problemas, con la mirada perdida en el mar. 
-Todo es posible, Aroa.
-No, todo no, es imposible olvidar lo que hace daño.
-¿A qué te refieres con eso?- pregunta preocupado, buscando mi mirada.
-Es imposible ser feliz del todo- llevo desde el miércoles sin dejar de pensar en Darío.
-¿No eres feliz conmigo?- baja la mirada.
-Sí, lo soy, pero hay algo que no me deja avanzar.
-¿Y qué es ese algo?- niego con la cabeza.
-Entiéndeme, no puedo- Pablo aparta la mirada cuando intento mirarle a los ojos.
-Te gusta otro chico ¿verdad?- ha dado en el blanco.
-Me gustas tú- digo al borde de la desesperación.
-Aroa, no sé nada de ti, llevas desde el miércoles muy extraña conmigo, ¿qué te pasa?- se levanta de un salto.
-No me pasa nada- susurro, yendo a donde está él.
-¡No me mientas!- alza la voz-. Aroa, si te gusta otro chico lo entenderé, joder, no hace ni dos semanas que nos conocemos, pero no me mientas- intenta calmarse.
-Pablo, ¿es que no entiendes que quiero empezar de cero? – No puedo evitar llorar, esta situación está pudiendo conmigo-. ¿Dejar mi pasado atrás e intentar centrarme en ti? Por lo que más quieras, no me saques más ese tema, por favor- me llevo las manos a la cara y me refriego los ojos con los puños.
-Pero, entiéndeme a mí también, eres un interrogante en mi cabeza, ¡no sé nada de ti! - dice desesperado ante mi reacción. 
-No puedo, lo siento, pero es que mi vida llevaba un año sin tener sentido, ¡no hay nada que contar!
-Y ahora tampoco tiene sentido, ¿verdad?- me mira a los ojos.
-Te equivocas- miro el mar.
-¿Ahora tiene sentido? -dice sujetándome los hombros con firmeza.
-Sí, más de lo que pensaba- susurro, cabizbaja.
-¿Por qué?- insiste.
-Te quiero- me sorprendo al escucharme decir eso. Pablo abre los ojos como platos y se queda parado, incapaz de reaccionar. 
-No sé qué decir- susurra.
-Da igual, no digas nada. 
Me aparto de él y corro hacia la parada de autobuses. ¿Tan difícil es decir un “Yo también”? O no sé, cualquier otra cosa antes que quedarse en silencio. Me siento absurda. ¿Que si lo siento? Para qué mentirme, siento algo muy fuerte por él, sí. 
-¡Aroa, espera!- grita en la lejanía.
No me giro, sigo corriendo decidida. El autobús ya ha llegado. 
-¡Aroa!- me frena, sujetándome por el codo- Déjame explicarte, perdona.
-Déjame- le miro a los ojos, dolida.
Me aparto de él y subo al autobús, pagando el viaje de vuelta a casa. 
 
 
En la carretera, mirándola (Pablo)
 
Soy gilipollas. La he dejado ir, no he sabido reaccionar ante su “Te quiero” y ahora ya es tarde. Mierda… Es que soy estúpido, debería de haberla entendido, si no me lo puede contar es por algo, no soy nadie para obligarla a que lo haga. Me arrepiento tanto… 
Me dejo caer en la carretera, sentándome sobre el asfalto, viendo cómo se aleja el autobús. 
 
 
En un autobús, de regreso a casa (Aroa)
 
Las luces pasan rápido, una tras otra, iluminando la oscuridad de la calle. Son pequeños destellos, como un tic nervioso, continuo. Suenan los 40 Principales en la radio del autobús. Sólo hay una pareja al fondo, regalándose besos, ¡qué inoportuna! Suena “Culpable” de Lagarto Amarillo. Lo que faltaba… 
 
Bajo del autobús, cabizbaja y camino en silencio, despacio, de camino al portal. 
-Aroa, lo siento- susurra a mi espalda. 
Me paro en seco al escuchar su voz. No respondo.
-Lo siento, en serio, no debería haberte insistido, es cosa tuya, tendrás tus motivos para no contármelo- me sujeta dulcemente la mano, acariciando la palma-. Por favor, mírame.
Me giro hacia él y le miro a los ojos, esperando.
-Lo siento, de veras, por favor, perdóname- hace una pausa, bajando la mirada. Luego la vuelve a fijar en mí- Te quiero- añade.
-¿Ahora sí? Antes no lo parecía- susurro, caminando hacia el portal.
-Aroa, joder, en serio, perdón. Me has pillado desprevenido, no sabía qué decir, lo siento- Se lleva las manos a la nuca y suspira, nervioso. Parece sincero.
-Es que, ¿acaso te crees que tú no eres un interrogante? ¿Cómo sé yo que tú no me estás mintiendo?
-Confía en mí- coloca sus manos en mis mejillas, haciendo que me ruborice. 
-No es fácil- bajo la mirada.
-Nada es fácil, pero pon un poco de tu parte, por favor- me mira a los ojos. Recuerdo el sábado pasado, en el concierto. Fue increíble. ¿Por qué no confiar? Suspiro.
-Lo intentaré- hago una pausa-, lo siento.
-No lo sientas, pero te prometo que puedes confiar en mí- me da un beso en la frente. 
-Buenas noches- susurro apartándome. 
-Buenas noches, preciosa- me dedica una sonrisa de las suyas antes de que entre a casa, en cambio, yo no puedo corresponderle. 
Me ha dicho lo mismo que me puso en el mensaje hace unas noches. Soy demasiado desconfiada. Él es un sol. Voy hacia la cama, recordando su última frase, “Buenas noches, preciosa”.