Traducir

lunes, 30 de septiembre de 2013

Amarrado a ti Capítulo 92

Nunca la he visto así, siempre está sonriente, alegrando la vida a todos y animando a cuantos la rodean. La pena que ahora la acompaña la muestra frágil, rota y sensible a cualquier factor externo. Duda unos instantes y se encoge de hombros.
-Lo he dejado con mi novio- sorbe los mocos y mira a la carretera, triste.
-Ah… Lo… lo siento- le paso la mano por la espalda, intentando consolarla.
-¿Y Aroa? ¿Sabes si vendrá?
-Eh… No, no va a venir…- trago saliva.
-¿Qué le pasa?- pregunta sin entender.
-Se ha ido esta mañana a Milán…
-¡¿Que ha hecho qué?! –Sus ojos parecen salirse de sus órbitas-. ¿Se ha ido a Milán? Oh, esta chica está loquísima, yo le dije que… pero no pensé que me haría caso…- se lleva las manos a la cabeza.
-¡¿Tú le diste la idea?!- me giro, atónito.
-¡No! O sea, sí, pero fue un simple comentario, no tenía la menor idea de que se lo tomaría al pie de la letra… Oh, Dios mío…
-Bah, ya da igual…- intento quitarle importancia.
-¿Vosotros…?
-Sí, también lo hemos dejado…-aclaro, con amargura en la voz-. Era… Era absurdo, ¿sabes? Lo nuestro era un camino sin salida…- aparto la mirada y observo los coches pasar por delante de nosotros.
-Lo siento, me gustaba la pareja que hacíais…
-Yo también pensaba lo mismo- suelto una carcajada sin ganas.
-¿Y qué vas a hacer?- me observa con tristeza.
-¿Qué quieres decir?
-O sea, ¿la has dejado ir así porque sí?- se gira hacia mí, indignada.
-Pues sí… ¿qué iba hacer?
 
En un bar de Milán (Darío)
 
Subo la persiana con la ayuda de Donato, mientras Giulia nos observa algo distante. Un silencio doloroso se ciñe sobre nosotros y el local parece más desdichado que de costumbre. Giulia entra con decisión y abre las luces, cegándome. 
-Bueno, será mejor que hagamos como si nada, sino los clientes se preocuparán- sentencia Donato, colocándose detrás de la barra para prepararse un café largo.
-Sí- susurra Giulia, sonriéndome levemente.
El teléfono del bar suena de inmediato y Donato corre hacia el almacén, nervioso.
-¿Sí? Hola, cariño, ¿cómo está…?- responde-. Oh, Dios…- observo cómo se deja caer contra la pared y se tapa la boca con la mano que tiene libre.
 
Media hora antes, en el hospital (Carlo)
 
-Buenos días- nos observa el médico, inseguro-. Vengo a comunicarles que Mara ha mejorado, los daños cerebrales son inofensivos para el correcto funcionamiento de éste y afortunadamente irán desapareciendo. Aún no se despertará. Si todo va bien, dentro de veinticuatro horas debería abrir los ojos o responder a algún estímulo externo. Pueden visitarla, pero con tranquilidad, y sólo dos minutos por persona. La enfermera acompañará uno a uno a todos los que quieran ir a visitarla. 
-¡Oh, gracias a Dios!- agradece su madre.
A medida que el doctor iba recitando su discurso, yo me iba sintiendo mejor. Ha sido como si me quitasen un peso de encima. 
Por cierto, ¿dónde estará Carolina? Tengo que informarle de lo que nos ha dicho el médico.
 

5 comentarios:

  1. Creo que voy a tener que empezar la historia entera porque me gusta mucho como escribes pero quiero saber por qué ha ocurrido todo ésto y que es lo que ha ocurrido antes.
    Besos.

    ResponderEliminar
  2. Que bien que Mara haya mejorado!! Tengo ganas de saber que ocurre en ese bar y sobretodo, que es esa llamada telefonica :0
    Un besazo, sigue escribiendo asi de bien!

    ResponderEliminar
  3. ¿Dónde está Carolina? ¡¿Dónde está?!...por dios...ojalá no se lleve ningún mal trago...me pondría a llorar yo, jajaja. Cada día escribís mejor, y cada vez la historia es más y más atrapante. Te felicito por la cantidad de GRANDES capítulos que lleva esta novela :) Un beso ENOOORME

    ResponderEliminar
  4. "¿La has dejado ir así porque sí?" Y para cuando queremos darnos cuenta el avión ya ha despegado.

    ResponderEliminar