Traducir

martes, 6 de noviembre de 2012

Amarrado a ti Capítulo 46





Tomando un café con Lucía (Aroa)

-¿Entonces os habéis perdonado?
-No lo sé, supongo- suspiro-, no lo sé.
-¿Y qué vas a hacer? ¿Le vas a contar lo de Darío?
-Buf… No sé qué hacer… ¿Qué harías tú?
-Buena pregunta- piensa-, ni idea- resopla, dándole un trago a su café solo.
-Es que no sé qué hacer, tengo miedo a que se enfade, pero tampoco quiero mentirle.
-Pablo no creo que se enfadase, supongo que preferiría la verdad antes de que se la ocultases.
-¿Tú crees?- asiente, dando otro sorbo. Suspiro, llevándome la taza a la boca y oliendo el café recién preparado-. Bueno, ya veré qué hago. ¿Vas a ver a tu novio?- cambio de tema.
-Sí- sonríe-, me ha mandado antes un mensaje para ver dónde estaba y dice que viene para aquí.
-Es una pena que sólo os podáis ver los fines de semana.
-Sí, es una pena, si fuese por mí estaría siempre con Sergio.
Una moto se acerca a la terraza de la cafetería y grita el nombre de mi amiga.
-¡Es él!- se levanta sonriendo y va hacia él. 
El chico apaga la moto y se quita el casco para recibir a Lucía, que ya está a su lado. Tiene el pelo desaliñado, algo largo, castaño. Se saludan con un beso en los labios y Sergio rodea su cintura. Yo los observo, envidiosa. Ojalá viniese Pablo ahora y me besase delante de todos. Lucía le dice algo al chico, que mira en mi dirección y me saluda con la mano. Yo le correspondo, sonriendo. Ella se aleja de él y camina de nuevo hacia la mesa en la que estoy sentada. 
-Aroa, lo siento, pero es que me ha dicho de ir a dar un paseo- se disculpa.
-No pasa nada, ves anda- le sonrío.
-Ya hablaremos- recoge su chaqueta y camina de nuevo hacia Sergio, que ya se ha puesto de nuevo el casco y le coloca otro a su acompañante. 
Doy un último sorbo al café y les digo adiós con la mano mientras se alejan entre las calles de Barcelona. Le pido la cuenta al camarero, que me sonríe de oreja a oreja. Al momento aparece con una mini bandejita de metal, con dos papelitos encima. Uno es la cuenta y el otro… El otro es su teléfono. No puedo evitar soltar una carcajada. El chico me observa y ríe conmigo.
-Lo siento, no soy muy original- se disculpa, con una bonita sonrisa en los labios.
-Pues es la primera vez que me piden una cita de esta forma- río. 
-Me alegro- dice sin dejar de sonreír-, me llamo Javi. ¿Tú eres?- espera mi respuesta.
-Aroa- acabo su frase. El chico abre la boca para decir algo-. Ni lo intentes, lo siento- río-, tengo novio.
-Tampoco te iba a pedir que te vinieses a la cama conmigo- ríe fuerte-, sólo quería conocerte- sonreímos a la vez-. ¿Te apetece quedar esta noche para tomar algo?
-Lo siento, Javi, pero es que como comprenderás no puedo.
-Entiendo- se le borra la sonrisa de la cara-. Bueno, pues en otra ocasión- vuelve a sonreír, alejándose con la cuenta en la mano. 
¡Qué curioso! Río mientras le observo y niego con la cabeza. Es un caso. Ya no sabes ni lo que te puedes llegar a encontrar. Es guapo. Sus ojos azules llaman la atención, pero nada en comparación con Pablo.
Me levanto y camino hacia casa. Hace buen día, el sol reluce con fuerza. Miro al cielo, no hay ni una nube. 
 
En la puerta del Parco Sempione (Carlo)

¿Realmente ha dicho eso? ¿Ha dicho que lo nuestro se ha acabado? No puede ser, no puede ser… ¡No puede ser! La quiero demasiado, soy un estúpido, siempre la estoy fastidiando. Me he quedado callado en vez de ir a por ella y pedirle una vez más perdón. Joder… Me enciendo un Marlboro. No suelo fumar, sólo en algunas ocasiones. Mara no lo sabe, nunca me ha visto. Mara, Mara… Siempre pensando en ella. Y me acaba de dejar… No me lo puedo creer.

Ya afuera (Mara)

Soy estúpida, no sé por qué le he dicho que lo dejábamos, pero es que estoy harta de que siempre sea así. Me refriego los ojos con los puños, evitando soltar más lágrimas.
-¿Mara? ¿Estás bien?- noto una mano que me sujeta con fuerza el brazo derecho. Me giro para mirarle. Es Davide. 
-Estoy bien- digo secamente. No, no estoy bien.
-Sé que no estás bien- ¿No me digas? Me lleva hasta un banco-. ¿Ha sido otra vez mi hermano?-  le miro y sonrío triste. Asiento-. ¿Pero no estáis juntos?
-Hasta hace cinco minutos lo estábamos- sollozo.
-Lo siento- susurra-. ¿Quieres que te acompañe a casa?- me mira preocupado.
-Si no te importa…- suspiro.
Nos levantamos y caminamos en silencio. Me acurruco en mi sudadera, evitando cualquier contacto con el exterior. Me siento fatal por haberle dicho que lo dejábamos, me arrepiento tanto… 
-¿Por qué lo habéis dejado?- rompe el silencio.

1 comentario:

  1. Otro más? No puede ser! Esta chica va a acabar con todas las existencias de hombres!!
    Y bueno, Carlo... Pues, mira, en el fondo no creo que sea tan malo, sólo que se expresa de forma muy tosca

    ResponderEliminar