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martes, 11 de septiembre de 2012

Amarrado a ti Capítulo 38




Giulia empieza a cantar, mirándome de vez en cuando. Alzo la vista y me encuentro con sus ojos azules. Sonrío al ver que no aparta la mirada, ella también lo hace. 
-So many adventures couldn't happen today, so many songs we forgot to play, so many dreams are swinging out of the blue, we let 'em come true.- canto yo solo, bajo la mirada expectante de Giulia. 
-Forever young, I wanna be forever young. Do you really want to live forever, forever, or never?
Ahora es ella la que canta y yo la observo. No me he dado cuenta y he dejado de tocar, ella está cantando a capella. Lo hace sonriente, risueña, mirándome fijamente a los ojos, cantando sólo para mí. Cuando acaba, aplaudo sin dejar de mirarla y ella me da un suave golpe en el hombro. Hago que me retuerzo, y al abrir los ojos, me encuentro con los suyos a escasos centímetros, entre risas. Trago saliva y siento un cosquilleo en el estómago. 
-¿Qué chicos, cómo va?- dice Donato entrando por la puerta. Me aparto rápidamente de su hija y me encojo de hombros. Giulia me mira un segundo y luego se dirige a su padre.
-Muy bien- sonríe-, no es muy difícil y nos sale bastante bien.
-Bueno, pues, mañana será otro día, podéis iros ya, yo me quedo un rato más, luego cerraré. 
-Está bien- asiento, levantándome del taburete a la vez que Giulia. Ella se abriga y sale del estudio, despidiéndose con un adiós. Yo salgo después de ella.
-Te acompaño a casa si quieres, es tarde- digo alcanzándola.
-No te preocupes, no hace falta que te molestes.
-No, no es molestia- sonrío-. Te acompaño.
-Está bien- sonríe, cerrándose el abrigo y saliendo del local.
Son ya las doce de la noche y no hay nadie por la calle, están totalmente desiertas.  Las farolas iluminan algunos tramos de la acera, en grandes círculos de luz. Todo está en silencio, sólo se escucha el repiqueteo de sus tacones en el suelo. La observo de reojo. Está encogida, con las manos en los bolsillos y la cabeza ligeramente agachada, mirando al suelo, escondiendo su boca bajo el pañuelo que cubre su cuello contra el frío. Ella se da cuenta de mi mirada y se gira hacia mí, sonriendo unos segundos. Luego vuelve a fijar sus ojos en la acera. 
-¿De qué parte de España eres?- pregunta, rompiendo con el silencio.
-De Barcelona, está en Cataluña, ¿te suena?- digo sonriendo.
-Sí- dice sorprendida-, yo fui este último verano allí de vacaciones con mi familia.
-¿Ah sí? Pues vaya, qué casualidad.
-Sí- sonríe-, bueno, ya hemos llegado- hace una pausa mientras busca las llaves-. Gracias- dice subiendo el escalón que lleva a la puerta-, ya nos veremos, supongo que mañana.
-Sí, ya nos veremos- sonrío, levantando la mano en señal de despedida. 
Ella se gira un instante para mirarme y sonríe, cerrando la puerta justo después. Suspiro. Es extraño, no quería que cerrase la puerta. Y es que no puedo quitarme la imagen de ella bailando delante de mí. ¿Realmente quiero olvidarme de ello? Suspiro, y es que no encuentro la respuesta. Empiezo a andar de vuelta a casa, en silencio, pero tranquilo, sin ganas de llegar, me gustaría dar vueltas toda la noche sin rumbo, perdiéndome por esta ciudad, pero no debo, mañana tengo que entrenar y decirle a Leo si acepto su propuesta o no. Si digo la verdad, todavía no sé qué voy a hacer. Tengo tantas dudas en mi cabeza que ya no sé ni qué pensar. 
 
 
Al día siguiente, en una universidad de Barcelona (Aroa)
 
-Creo que el examen será muy largo, tengo esa sensación- Lucía no para de mirar sus apuntes y de vez en cuando asoma su cabecita entre las hojas de libreta.
-Vamos, no creo que sea para tanto- suspiro, relajada por la situación.
-No lo sé, pero es mi primer examen en la universidad, ¡no lo quiero suspender!- se tapa la cara con los apuntes, estresada de tanto estudiar.
-También es el mío- río-, vamos, relájate o te quedarás en blanco.
-Uh, vaya, así ayudas mucho eh- dice irónica Lucía.
-Soy realista- río, guardando mis apuntes en la carpeta y levantándome de la mesa de la cafetería.
Lucía hace lo mismo mientras mira el reloj. Son las doce y veinticinco. Dentro de cinco minutos empieza el examen. Salimos de la cafetería y andamos por los pasillos en busca del aula. Es la 54.
-¿Preparadas?- se acerca Pablo, rodeando mi cintura con el brazo. Está guapísimo. Lleva una camiseta azul marino con letras en el centro en blanco y azul claro, que resalta su moreno. Abajo, unos tejanos claros rasgados y unas bambas negras. 
Lucía niega con la cabeza, ha estudiado mucho, pero está demasiado preocupada, no para de decirse que va a suspender. Yo me encojo de hombros, tranquila.
-¿Cómo estás? ¿Nerviosa?- susurra Pablo en mi oído, cuando se aleja Lucía.
-No, pero ahora me estás poniendo tú nerviosa- susurro al ver que él está demasiado cerca.
-¿Ah, sí?- me limito a asentir, a escasos centímetros de su boca. Pablo me roba un beso unos segundos antes de que Lucía se gire y me mire preocupada. Disimulo y le hago una señal de suerte, elevando el pulgar. Entramos a clase y me separo de Pablo.
-Suerte- puedo leer sus labios a unos metros y sonrío como una tonta. Me dedica una de sus increíbles sonrisas y me pierdo en sus ojos casi negros.

Dos horas más tarde…
 
-¡Aiiiish!- suspira Lucía, contenta-, ¡Me ha ido muy bien! Ha sido ver el examen y se me han quitado los nervios, ¡lo he contestado todo!- grita eufórica- ¿A vosotros cómo os ha ido?
-Pues yo me he dejado una pregunta- contesta Pablo con menos entusiasmo que Lucía-, pero en general no me ha ido mal, ¿y a ti?- me mira, sonriente.
-Eh… Bien, bien, mejor de lo que pensaba- le sonrío como una estúpida y Lucía se da cuenta de mi gesto. Ella me lanza una mirada fugaz, suplicándome que luego le cuente lo que siento por Pablo. No puedo evitar sonrojarme y bajo la mirada, mirando al suelo. Él también se percata de su observación.
-Bueno, chicas, debo irme, ya nos veremos- me lanza una mirada disimulada. 
Yo le miro esperando a que me diga algo más, pero se gira y se va. Joder… Podría haberme hecho alguna señal para quedar luego, no podrá o quizá no quiere… No, no, no puede ser, seguramente lo habrá hecho para disimular, para que no se notase, sí, seguro que es eso. Alzo la vista y me encuentro con los ojos de Lucía, abiertos como platos.

4 comentarios:

  1. Holiiiiis
    Me gusta la pareja que hacen Giulia y Dario y la de Aroa y Pablo también, peeeeeero prefiero a Dario y Aroa juntos *.* son muy cuquiiiiiiis xD
    Me encanta tu historia!!!
    Un beso!
    Raquel xx

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  2. Hola guapa ! En cuanto pueda me pongo a leer todos los capitulos :D
    Te he nominado en mi blog a un premio, muchos besos, te lo mereces!

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  3. ¿Qué sabe Lucía de Pablo? ¿Se le romprerá una cuerda de la guitarra a Darío? Hm...
    De todas formas con tanto practicar nerviosos por estar juntos, no se les va a notar cuando haya gente jajajaja :)

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