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miércoles, 25 de julio de 2012

Amarrado a ti Capítulo 31




No hay mucha gente, seguramente están trabajando. Da pena ir allí, se esconden recuerdos en cada rincón, pero estoy dispuesta a reemplazarlos. Hace viento y el olor a mar es más intenso. Paseamos por la Rambla del Mar, de la mano, tranquilos.
-¿En qué piensas?- pregunto, apoyando la cabeza en su hombro.
-En todo.
-¿En todo?- miro al frente, al mar.
-Pues eso, en todo, en el pasado, en lo que pasó el sábado, en todo.
-¿Te arrepientes?- pregunto preocupada.
-¡No!- me mira a los ojos fijamente, alterado-. No estoy para nada arrepentido, sólo que me preocupa que se acabe rápido. No me gusta ir rápido, no tengo muy buenas experiencias que digamos.
Nos sentamos en un bordillo y suspiramos a la vez.
-¿A qué te refieres?- pregunto y me mira sorprendido, no se esperaba esa pregunta, pero todavía me ronda el rumor de esa chica por la cabeza.
-Pues eso, que me gustaría ir más despacio, conocerte bien y asegurarme antes de ilusionarme demasiado- susurra, avergonzado, ante tal declaración. 
Me acurruco en su pecho y le doy un beso en la mejilla.
-Estoy de acuerdo. Pero no me refería a eso- trago saliva-. Me refería a lo de las malas experiencias.
-¿Qué quieres saber?- pregunta serio.
-Pues eso, que a qué te refieres, puedes contármelo.
Pablo me mira unos instantes, preocupado, inseguro. 
-Pues, digamos que conocí a una chica y todo se esfumó.
-¿Qué pasó?- me muero de intriga.
-Era verano- carraspea- y ella venía de vacaciones aquí. Nos conocimos en la playa y me volví loco- Hace una pausa-. Luego el verano se acabó y se fue.
-¿Y supiste algo más de ella?
-Sí, mantengo el contacto por msn, pero como amigos, lo nuestro se acabó ese verano.
-Ah- me limito a decir.
-Supongo que todos tenemos malas experiencias, pero son eso, experiencias que se quedan ahí, en el pasado.
-¿Todavía sientes algo por ella?- cierro los ojos, esperando una respuesta. Pablo suspira y me temo lo peor.
-No- dice al fin-. Eso ya es pasado.
Me abraza, rodeándome con los brazos, sabiendo que me ha gustado escuchar eso. Me besa la frente y me sujeta firmemente. No quiero soltarme nunca. Cierro los ojos y dejo que la brisa del mar me acaricie las mejillas. 
 
-No debería habértelo contado- se arrepiente.
-No- hago una pausa-, gracias por decímelo, me gusta saber cosas de ti.
-¿Cosas como éstas?- pregunta dudoso.
-Sí, cosas como éstas- repito.
-¿De verdad no estás molesta?
Le miro a los ojos, está preocupado y sonrío para calmar la situación. 
-No- le beso en la mejilla. 
Pablo no puede evitar sonreír al sentir mis labios. Me siento bien ante su reacción. Me abrazo a él, me encanta tenerlo tan cerca.
 
-Aroa- susurra.
-Dime- miro el mar.
-Mírame- su voz suena dulce.
Levanto la cabeza y me encuentro con sus ojos, esos que me hacen perder la cabeza. Se acerca y roza sus labios con los míos, provocándome un cúmulo de sensaciones. Un beso increíble, inesperado, de esos que vuelven loco a cualquiera. Se aparta un poco y sonríe.
-¿Y esto?- sonrío de forma estúpida, aún sorprendida por el beso.
-¿Necesito una razón para besarte?- pregunta divertido, a escasos centímetros de mi boca. 
-No sé, supongo- me muerdo el labio inferior, saboreando el beso.
-Está bien- hace que piensa-. Éste- me da un beso rápido en los labios-, porque me alegro que estés aquí; éste- me besa de nuevo-, porque me apetece; éste- una vez más-, porque me encantas; y éste- me da uno más-, porque eres increíble.
-¿Y no tienes más razones?- le miro curiosa, con ganas de más, como una niña que quiere más chucherías.
-No acabaría nunca.
-No importa, no acabes nunca- le pido, acercándome. 
Pablo suelta una carcajada y me mira a los ojos fijamente. Sonrío y me acerco hasta acabar con el espacio que nos separa. Pablo sujeta mi nuca con firmeza y me besa. Algo dentro de mí se despierta y me pide más. Me aferro a su cabello corto con las manos y beso sus labios con fuerza, intentando juntar los suyos con los míos para siempre. Pablo acaricia mi mandíbula con los pulgares, hasta llegar a mis comisuras. Se aparta un poco e intenta respirar hondo. Nos miramos a los ojos, deseosos, olvidando las palabras suyas de hace un rato. El ir despacio, es imposible. Sus labios son como un imán para mí. Pablo desvía su mirada y me besa el cuello, provocándome un escalofrío. Me da pequeños besos, cada uno más intenso que el anterior, haciendo que mis piernas flojeen hasta llegar a mi boca. Nos miramos a los ojos un segundo y sonreímos a la vez, y nos reímos de eso. Nos fundimos en un beso. Nuestras bocas se entreabren y  nos encontramos. Mi cabeza da vueltas, un leve mareo, dulce, me hace volar. Un hormigueo sube desde mis dedos de los pies hasta ahogarse en mi garganta. No puedo evitar sonreír.

En un instituto de Milán (Mara)
 
-Mira el lado bueno- le miro triste-, así podremos estar juntos sin tener que escondernos.
-¿Es que no lo entiendes?- me aparto de sus brazos, él me mira sin entender mi reacción-. ¿No te das cuenta que he perdido a mi mejor amiga?
-Mara, sí que te entiendo, pero es que desde que decidimos empezar con esto sabíamos que iba a ocurrir- me acaricia la palma de la mano.
-¡Me siento como una mierda! Si es que parece una chorrada, pero tienen razón cuando dicen que “uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde”. 
-Pero ahora me tienes a mí- intenta abrazarme.
-Sí, pero he tenido que perder a Carolina por estar contigo, ¡a mi mejor amiga!
-¿Y no te compensa?
-Carlo, por dios, es diferente.
-Vamos, que preferirías no estar conmigo y tenerla a ella que tenerme a mí y perderla a ella- me mira serio.
-Carlo… ¿No crees que estás siendo algo egoísta? No me eches en cara esto ahora, que he traicionado a Carolina por querer estar contigo.
-La que está siendo egoísta ahora eres tú. No se puede tener todo.
-Egoísta no, estúpida. Mira lo que está pasando ahora, ya estamos discutiendo.
-Yo no quiero discutir- me sujeta la mano y me mira a los ojos.
-Tengo miedo, Carlo.
-No tienes por qué tenerlo- me sostiene entre sus brazos.
-Lo tengo, tengo miedo a que todo se acabe, perderte a ti también por alguna tontería, porque dicen que nada es para siempre.
-Sé mi nada- sonríe.
-Típico- evito esos ojos verdes que me vuelven loca.
-No, en serio, yo no quiero que esto se acabe, te quiero demasiado- me da un beso en el hombro, provocándome un dulce escalofrío.
-Yo también te quiero mucho, mucho, mucho- sonrío.
-¿Hasta dónde?- me mira por detrás de mi hombro.
-Hasta el infinito- jugueteo con sus dedos.
-¿Me puedes enseñar dónde está ese sitio?
-No- susurro, negando con la cabeza.
-¿Por qué?- me pregunta curioso.
-Porque si te llevase hasta el infinito dejaría de quererte y no quiero dejar de sentir lo que siento.
Me giro para mirarle y éste me observa detenidamente, con un brillo especial en los ojos.
-¿Y qué sientes?- dice a escasos centímetros.
Me acerco a él y le beso suavemente, saboreando cada instante, nuestro primer beso en público, libre, increíble, como si fuese el primero, el primero de una nueva historia.


5 comentarios:

  1. Tengo que decirlo, sabes que no lo suelo decir, pero tengo que decirlo: esa forma de describir el ratito de Aroa con Mario es...Fantástico, no se puede decir de otra forma, de verdad. Muchas veces hablamos de lo buena que es una historia, pero no nos damos cuenta de que esa historia la escribe una persona, y que como cuenta esa persona puede llevarnos desde escuchar una historia hasta vivirla. Síguenos haciendo vivir hisorias, por favor.

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    1. Muchísimas gracias Pau, ojalá todos pensasen como tú :)

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  2. genial, como siempreee chica:)
    eres muy buena sigue asii jaja
    tengo nuevo blog, con mmisma historia +fotoos
    te pasas?? ^^
    besoos::*
    http://elmeucrepuscle13.blogspot.com.es/

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