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lunes, 25 de junio de 2012

Amarrado a ti Capítulo 27




Entre sus brazos (Aroa)
 
¡No puede ser! Es precioso… El mar oscuro dibuja una gran macha negra, da miedo, con ese movimiento de olas, parece que baile. La luna le acompaña en esa danza, deja caer su vestido blanco sobre el gran manto negro, reluciendo como nunca arriba, llevándose todo el protagonismo de la escena. Las estrellas la miran, celosas de semejante belleza, sabiendo que nunca serán como ella. 
Este sitio es perfecto, Pablo guardaba un tesoro. 
-¿Te gusta?- apoya su barbilla en mi hombro.
-¿Bromeas? ¡Es increíble! Nunca he visto nada tan bonito- digo emocionada.
-No te creo, algo habrá que te guste más- susurra en mi oído.
Me encojo de hombros.
-¿Para ti hay algo más bonito que esto?- miro al horizonte.
Pablo hace lo mismo y luego me observa, sonriendo. Es tan guapo…
-¿Puedes ser tú?- y vuelve a girarse hacia el ventanal.    
No puedo evitar ruborizarme. Me tiemblan las piernas y noto el corazón a mil por hora en mi garganta. Trago saliva, nerviosa.
-¡No seas pelota!- río dándole un golpecito en el brazo.
-¡Ah!- ríe conmigo-. ¿Pelota por qué? Me has preguntado y yo he respondido.
Le miro de reojo, sonríe con esa peculiar sonrisa tan increíble. 
-¿No me respondes?
-¿Qué pregunta? ¿Cuál de las dos?
-Mmm…- piensa unos instantes-. Creo que prefiero saber la primera.
-Pues, no, no puedo ser yo.
-Pues entonces no puedo responder.
-¿Por qué?- pregunto sin entender.
-Porque no hay nada que supere este paisaje, excepto tú- vuelve a mirar el mar.
Me hace sentir tan bien… Uf… Sonrío como una estúpida ante su respuesta. Se gira hacia mí, buscando mi mirada, me da tanta vergüenza mirarle a los ojos… Rodea mi cadera con sus brazos, acercándome más a él y sonríe. Le miro a los ojos y me pierdo en ellos.
Siento que vibra el bolsillo de mi pantalón y empieza a sonar la canción de “Bipolar” de Pol 3.14. Lo saco de la funda corriendo y miro el nombre. Es mi madre.
-¿Sí?- pregunto, temiéndome lo peor.
-¿Ya ha acabado el concierto?
-Eh, sí.
-¿Estás de vuelta?- no le hace gracia que esté con Pablo.
-Eh, sí, sí, ya voy para allí. Estamos saliendo del aparcamiento- miento no muy segura.
-Ah, bueno, pues tienes la cena preparada.
-Está bien, gracias mamá, adiós- y cuelgo, mirando con fastidio a Pablo, va a pensar que soy una cría- Tengo que irme.
-¿Ya?
-Sí- suspiro-. Se ve que a mi madre no le hace gracia que vaya sola contigo.
Me mira extrañado, antes de soltar una carcajada.
- Bueno, pues si es así, tendrá que ver tu madre que llegas bien a casa. Vamos, que te acompaño.
Bajamos las escaleras en silencio, a la luz de las velas. Será aguafiestas mi madre… Buf… Le hubiese dicho que ya tengo edad para salir sin su consentimiento, pero paso de tener discusiones con ella, además, seguramente me daría la charla. Supongo que sabéis de cuál os hablo. Sí, de sexo, no sería la primera vez, creo que cuando iba a cuarto también me la dio. Y sí, se pasa mal, y sobre todo si está tu padre delante. Me ve como una niña pequeña. Buf… 
Pablo camina delante de mí y puedo observarle. Es tan guapo… Va sonriente, aunque quizá algo avergonzado por lo de mi madre. Quizá, si no hubiese llamado, esta noche… Me ruborizo por enésima vez esta noche y se da cuenta de que le estoy mirando. Me sonríe, esperando a que pase por la puerta de la torre para cerrar con llave. Nos apartamos un poco y pasa su mano por mis hombros, apretándome hacia su cuerpo y yo me abrazo a su cintura, sin parar de caminar. Está muy oscuro, así que intentamos no tropezar con ninguna rama, yendo despacio. Llegamos al coche, helados de frío. Pablo enciende la calefacción y esperamos unos minutos a que el coche se caliente un poco. Arranca y enciende el reproductor. 
-¿Te ha gustado?- pregunta rompiendo el silencio.
-¿El qué?
-Esta “tarde-noche”.
-Sí- sonrío-, me ha gustado mucho. Gracias.
-No tienes por qué dármelas, debería dártelas yo por venir conmigo.
-Si no hubiese querido no hubiese venido, así que tampoco hace falta que me des las gracias- río-. He venido porque me apetecía.
 
Aparca el coche delante de mi portal y sonríe.
-Bueno, ya estamos.
-Sí- sonrío, tímida-. Gracias.
Me acerco a su rostro para darle un beso en la mejilla. Después, a escasos centímetros, sujeta mi barbilla y se despide con un beso en los labios, dulce, robado, realmente apetecible. 
-Hasta el lunes- susurra en mi oído después de sentir sus labios sobre los míos.
-Adiós, Pablo- sonrío mirándole a los ojos, mientras me bajo del coche. Camino hasta la puerta y abro con llaves. Él todavía está allí, aparcado. Le digo adiós con la mano y veo como sonríe. Espero a que arranque y se pierda entre las calles para cerrar. Una gran alegría me invade todo el cuerpo, haciendo que esté en una nube de amor. Son las doce y media. Creo que no voy a cenar.
-Ya estoy aquí- digo entrando al comedor, seguida por la mirada preocupante de mi madre. 
-A buenas horas- dice chasqueando la lengua.
Suspiro.
-Bueno, voy a cambiarme y a irme a dormir, que estoy cansada- doy media vuelta para irme.
-Aroa, espera- dice levantándose.
-Dime- la miro mostrando indiferencia.
-¿Tienes algo con ese chico?
-¡Mamá!- digo sorprendida por su pregunta-. ¡No! ¡Ya te dije que sólo es un compañero de la universidad!
-Pues qué rápido que vais hoy en día- me encojo de hombros al escuchar su comentario, prefiero no llevarle la contraria. 
-Bueno, buenas noches, mañana hablamos- digo dándole un beso en la mejilla.
Ella hace lo mismo y también va a su habitación. Escucho los ronquidos de mi padre procedentes de la habitación de matrimonio. Entro en la mía y me desnudo. Busco el pijama y me lo pongo, a la vez que quito los muñecos de la cama. Entro corriendo y me tapo con todas las mantas posibles, acurrucándome. Un gran cosquilleo recorre todo mi cuerpo, haciéndose más intenso en el estómago, haciéndome recordar todo lo ocurrido y ese beso, bajo la canción de “Con trocitos”. Cojo mi MP3 y la busco. Pulso el play y vuelvo a ese momento. Sonrío al recordar el roce de sus labios y tengo ganas de gritarle al mundo que estoy más feliz que nunca. 
 
 
Bajo unas sábanas diferentes (Mara)
 
Buf… No puedo dormir… Miro el reloj. ¿La una? Buf… Seguramente Carlo ya estará en casa, pero no puedo arriesgarme a llamarle, si ella está con él y ve la llamada… Esta intriga me mata por dentro, quiero saber qué ha pasado esta tarde. Él me prometió que iba a dejarlo con ella, pero no sé lo que habrá ocurrido al final. He intentado dormirme y no comerme la cabeza, pero me es imposible. ¿Y si Carolina sabe que la otra chica soy yo? ¿Y si se ha enterado? Cierro los ojos de nuevo, obligándome a calmarme, intentando pensar en otras cosas. 

Al día siguiente (Darío)
 
Leo vino a hablar conmigo antes de que me fuera. No hizo falta que le explicase lo que había ocurrido por la noche, estaba al tanto de todo. Estaba muy enfadado, le había fallado. Le pedí perdón varias veces. Al final decidió que me dejaba volver a España, pero con una condición, que trabajase para ganarme el dinero del vuelo de ida .Él hasta que recogiese el dinero suficiente, me seguiría pagando la estancia. Realmente al principio no lo entendí. ¿El vuelo de ida? Cuando supe lo que significaba tragué saliva, él sí que me había fallado. ¿Qué iba a hacer yo ahora? ¿Qué les decía a mis padres? 
 
Esta noche no he dormido nada por estar pensando en lo que pasó ayer. Todavía no me lo puedo creer. Y lo que más rabia me da es que yo soy el culpable. Si no hubiese aceptado la invitación de Andrea, si no me hubiese acercado a ella, si no la hubiese besado… Sí, todo sería más fácil. Me he levantado pronto, tengo que buscar trabajo, sé que es domingo, pero quizá hay algún bar que necesite personal. Cojo la mochila llena de currículums y bajo las escaleras de dos en dos. Apenas hay gente por las calles, parece ser que he sido el único en madrugar. He guardado también en mi mochila unas partituras que tengo que aprenderme para tocar en la universidad con la guitarra. Hay un pequeño bar abierto y decido tomarme un respiro e ir a almorzar algo. Hay una tarima en frente de la barra, seguramente harán espectáculos, cantarán o harán monólogos. Pido un café y un croissant. No hay nadie más. Saco las partituras y empiezo a memorizar las notas. Un hombre de más o menos cuarenta años me trae lo que he pedido y me observa unos instantes.

5 comentarios:

  1. ¡Vaya!, un futbolista-cantator universitario. ¿Qué más hace el chaval?

    Me ha gustado mucho, mucho, mucho, MUCHO la descripción del paisaje.
    Pero lo mejor ha sido cuando dices "seguro que sabéis de cual os hablo. Sí: de sexo". No todos somos tan malpensados como tú, chérie.
    Jajajaja

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    Respuestas
    1. Coincido con Él en todo lo que ha dicho:
      1- Yo quiero un Darío para mí sola y, si puede ser, un Pablo para los fines de semana, que se ve que se los curra ;)
      2- Parecía que pudiera oler el mar y esuchar las olas, adoro esa descripción.
      3- En este caso, yo SÍ he sido una mal pensada ¬¬
      Muuuuchos besos

      Alex ;)

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    2. ¿De verdad que nadie ha pensado que le echaría la bronca por volver tarde?

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  2. Me ha encantado :) (Juraría ya haber comentado en este capítulo, pero me he metido y no :O) Aroa y Pablo... buf jejejejeje, me encantan los dos! Y quien será ese extraño hombre que mira a Darío? A la discusión de ÉL y Alex, sí, he sido mal pensada JAJAJAJAJAJAJAJA pero es que en esa escenita como para no serlo, jajaja me chifla, ya lo sabes un beso enoooooooooooorme :)

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