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martes, 5 de junio de 2012

Amarrado a ti Capítulo 24




En un campo de fútbol (Darío)
El pitido del árbitro me deja sordo. Una falta más y me expulsan. No sé qué me pasa hoy, bueno, por parte es por la resaca, sólo hace unas horas que me he levantado. Pero por otra parte es que no sé qué voy a hacer con Giulia. Es una chica preciosa, que realmente me tiene confuso. Hubo unos segundos cuando estaba con ella que pensé en Aroa, todavía no la he olvidado. Y con Giulia fue un momento de locura, no sé si ella piensa en mí como algo más. Yo realmente fue un momento de arrebato, no lo pensé, el alcohol hizo su efecto y me dejé llevar entre sus brazos. Sin apenas conocerla, un beso tras otro aparecía en ese pequeño espacio de paredes de plástico duro.
Leo pide al árbitro un cambio, seguro que es por mí. Y no me equivoco, a los pocos minutos estoy sentado en el banquillo frente a una mirada amenazante. No me quita los ojos de encima, al contrario que yo, que evito su mirada en todo momento. Está muy enfadado y no sé qué decir. He sido un estúpido, no debí salir ayer.
-¿Qué pasa Darío?- pregunta con las manos en la cintura- ¿Ya te has desmadrado?- dice en tono de pocos amigos.
Me muerdo el labio, aguantando la rabia acumulada. Con él no puedo revelarme, si lo hiciese mi sitio en este club se acabaría por completo. Él es el que manda, yo sólo obedezco y siento que le he fallado.
-Así que no contestas…- dice suspirando, sigo sin mirarle, bebo un trago de agua de la cantimplora blanca- Darío, si no vas a contestar haz el favor de levantarte e irte al vestuario, ya hablaremos tú y yo- dice apartándose y mirando de nuevo el partido.
Yo, sin soltar una palabra, dejo la cantimplora en el césped y me levanto en dirección a los vestuarios, dejando atrás toda la bronca. Siento su mirada en mi espalda, pero no me giro, prefiero no cruzarme con sus ojos llenos de ira. Nunca le había visto así conmigo, quizá porque nunca había hecho nada malo y está decepcionado. Cojo la toalla y voy hacia las duchas. Es lo que necesito ahora mismo. Una buena ducha para deshacerme de todo lo que ha ocurrido. Dejar que el agua camine por todo mi cuerpo, dejando salir todos los recuerdos y ahogándolos bajo el grifo de agua caliente. De una cosa estoy seguro. Me voy a tener que poner a trabajar si quiero irme estas vacaciones a Barcelona, es muy poco probable que Leo me pague el viaje de la manera en que están las cosas ahora. ¿Cómo pueden cambiar tanto las cosas? Hoy me he levantado con el pie izquierdo, nada ha ido muy bien que digamos. Cierro los ojos, a la vez que me enjabono el pelo, sintiendo las manos de Giulia sobre mí, un recuerdo vago que todavía ronda por mi mente y me estremezco una vez más.

En un portal de Barcelona
Estoy en la entrada observándome por enésima vez. Le voy a ver, en cuanto escuche pitar su coche tendré que salir y encontrarme con esos ojos casi negros que me encantan. La verdad es que me gusta el vestuario que he elegido. También me he pintado los ojos haciéndome la raya con eyeliner y un poco de rímel y me he echado un poco de gloss en los labios, tampoco quería ir pintada como una puerta. Espero que a él le guste. El pelo me lo he rizado un poco con las planchas, haciéndome pequeños tirabuzones. Me vuelvo a mirar al espejo, sin poder evitar sonreír de nuevo. ¿Por qué soy así de tonta? Oh… Odio cuando soy así. Esos sí, realmente, aunque me cueste aceptarlo, me gusta sentirme así de bien, ojalá todos los días fuesen de esta forma, levantarme con esta ilusión.
Saco un chicle del bolso negro y lo mastico sin perder la sonrisa. El sabor a fresa me inunda completamente, obligándome a pensar en él, en cómo sería un beso de su boca. Me siento estúpida por pensarlo, quizá es muy pronto. Pero la idea es muy tentadora. Estar los dos apretados entre la gente, escuchando un tema de Maldita Nerea, saboreando nuestros labios… Ah! Escucho el motor de un coche y sonrío de nuevo ante el espejo, nerviosa. Pocos segundos después pita tres veces. Espero unos segundos… uno… dos… tres… cuatro… cinco…Respiro hondo, cogiendo la fuerza suficiente para que no me tiemblen las piernas. Estoy como un flan. Sujeto el bolso con firmeza y abro la puerta. Entonces le veo. Lleva las gafas de sol y sonríe de oreja a oreja al verme. Me acerco lentamente a donde está él y me da dos besos en las mejillas. Se coloca a mi lado y me abre la puerta del copiloto de su deportivo negro. Su coche huele muy bien, su colonia se ha quedado en cada rincón y me encanta, es muy acogedor. Pablo enciende el reproductor de CD’s y suena Sobrenatural de Pol 3.14. Sonrío al reconocerla y él me mira avergonzado. Dirige su dedo índice hacia el botón para pasar a la siguiente, quizá cree que pienso que es tonto por escuchar canciones románticas. Yo evito que lo pulse, sujetando con firmeza su mano. Él me mira sorprendido. 
-Me encanta- sonrío mirándole a los ojos, o mejor dicho, mirando el cristal oscuro de sus Ray-Ban.
-Está bien, como tú quieras- me mira de reojo, a la vez que arranca el coche.
El sol pega con fuerza contra el cristal del deportivo. Los rayos me impiden mirar hacia la carretera y tengo que mirarle a él. Gracias sol… Su cara está iluminada y resalta su moreno. Está guapísimo. Siempre está guapo, pero ahora es sobrenatural.
-¿Cómo estás?- sonríe sin dejar de mirar a la carretera, rompiendo el silencio.
-Muy bien- sonrío, olvidando por un momento el rumor sobre su relación- ¿Tú?
-Ahora mejor- repite, como me dijo el otro día. Yo no puedo evitar sonrojarme ante la mirada pícara de Pablo. 

4 comentarios:

  1. Me pirra Pablo, me gustan esos tipos de chicos, eres genial =)
    Me ire a buscar a algun Pablo por ahi jajaja
    Un besote y nueva entrada
    tequiero <3

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  2. Holaaa :) Dios Darío la ha cagado pero bien, sigo flipando con lo de Giulia enserio, jajajaja dios que intriga que pasara con estos dos en el concierto? *__* Escribe pronto ah! y si puedes, pon algo sobre Mara jejeje, me chifla esa mujer, un beso enooooooooorme. :)

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  3. ¡Qué suerte que haga Sol, ¿verdad?! Piensas en todo, chérie.

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  4. Ay, que mono que es Pablo *__*
    Hoy no podré leer mucho más, prometo seguir mañana.
    Besos, Amanda.

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