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martes, 6 de marzo de 2012

Amarrado a ti Capítulo 10





Todavía en el autobús (Darío)
Esa chica rubia no me ha dejado indiferente. Tengo el presentimiento de que algún día nos volveremos a ver. Era muy guapa, nada más verla me he dado cuenta de que había algo, quizá conexión, o química. Pero bueno, ahora no debo pensar en ella, tengo que concentrarme en el examen si quiero ver a Aroa estas navidades. Aroa… Otra vez… ¿Es que no te vas a ir nunca de mi cabeza? Buuuf… ¡Mierda! ¡Son menos cinco! Como el conductor no se dé prisa voy a llegar tarde… ¡Venga! Aquí está mi parada. Pulso el botón para que el conductor pare y éste obedece a mi señal. Bajo corriendo los escalones, después de un “gracias” y un “adiós” rápidos, casi inaudibles. Ya ha tocado el timbre, tengo que darme prisa si quiero hacer el examen. Voy corriendo, esquivando una multitud de nuevos músicos, que caminan lentamente, algunos chocan con mis brazos y tengo que ir pidiendo perdón, cosa que realmente ahora mismo no me apetece hacer, no me puedo entretener. Subo las escaleras dando zancadas para llegar más rápido, aunque parece que de un momento a otro me vaya a comer el suelo. Allí está mi aula, la 103. Aguanto la respiración para tranquilizarme un poco, pero no sirve de mucho, mi corazón sigue latiendo con fuerza. Cojo el pomo y abro la puerta bruscamente. Todos me miran, habrá por lo menos 100 personas. Ya os imagináis la vergüenza de llegar tarde. El profesor se gira y me mira serio de arriba abajo.
-Perdón, ¿puedo entrar?-pregunto jadeante.
El profesor se acerca y me mira a través del cristal de sus gafas negras.
-Sí, pero que no se vuelva a repetir, que sea jugador de fútbol no quiere decir que se pueda permitir llegar tarde.
¿Qué quiere decir con eso? Como si estuviese en primera división…
-Grazie-me limito a decir, mientras busco con la mirada un sitio libre.
El hombre me entrega la hoja de examen y voy hasta mi asiento. Lo dejo sobre la mesa y saco un bolígrafo. Bueno, allá vamos…

Sobre la cama, mirando el techo de la habitación
Ya he leído su carta por lo menos diez veces y lo haría una vez más si no fuese porque mis lágrimas me lo impiden. Sí, estoy llorando, no he aguantado más, he tenido que soltar todo lo que llevaba dentro. Me trae tantos recuerdos… Ojalá pudiese coger un avión e irme hasta donde está él, a buscarle y decirle que no le he olvidado y que le sigo queriendo, pero es imposible. Sé que es imposible, pero pronto le veré, pronto es estas navidades. Cada vez que lo pienso se me encoge el corazón, queda todavía mucho, pero se me hace corto el plazo que me da la vida para aclarar mis ideas. Sí, porque Pablo se está convirtiendo en alguien muy especial y este sábado voy con él al concierto de Maldita Nerea. No sé qué voy a hacer. Y Darío, sigue aquí, en mi corazón. Tengo el móvil en las manos, su número está marcado, el mismo que me llamó el martes. Sigo preguntándome si debería llamarle. Quizá, si lo hiciese, todo sería más fácil… Vuelvo a mirar la pantalla y cierro los ojos, y así, me pierdo en mis pensamientos.

En clase, esperando a la profesora (Mara)
Paolo me tiene deprimida. No me enamoré de él, pero sí que me ilusioné.
Era verano, yo estaba en España de vacaciones con la familia, en la playa. Era martes, lo recuerdo como si fuese ayer, estaba leyendo “Tre metri sopra il cielo”, hacía mucho calor y el aire bochornoso daba a entender que iba a hacer buena noche. Eran ya las 10 de la noche y en la playa ya no quedaba mucha gente, pero no estaba desierta. El cielo estaba oscureciendo y las letras del libro cada vez eran más difíciles de leer, la luz de la farola del paseo tampoco alumbraba demasiado, y eso no ayudaba en absoluto. Necesitaba desconectar del mundo, Carlo estaba a cientos de quilómetros de esa playa y ya hacía dos semanas que no sabía nada de él. Estuvimos juntos a escondidas un mes antes de venirme de vacaciones, después decidimos dejarlo, y en ese momento yo estaba destrozada. Y para colmo, mi mejor amiga Carolina estaba enamorada de él desde pequeña. Ella no supo nada de lo nuestro, ni lo sabe aún. Fue cuando, al cerrar el libro a falta de luz, me levanté y detrás de mí vi a un grupo de chicos. Me miraban sonrientes, esperando una mirada insinuante de mi parte. Me puse nerviosa y empecé a andar más rápido. Estaba sola, indefensa, pero me aferré a mi libro lo más fuerte que pude, como si me diese fuerzas para andar más rápido. Uno de ellos, un chico alto y delgado, me sujetó el brazo y me atrajo a él. Me intenté apartar, pero su fuerza me ardía en la muñeca. Tuve miedo y sentí impotencia al ver que no podía hacer nada. Tan insignificante al lado de esos chicos, me sentía perdida, no veía a mi alrededor más que esos torsos corpulentos, que cada vez sentía más cerca. Me sentía mareada, sin fuerzas. Pero alguien me cogió del otro brazo y me apartó de ese horror. Su mano no me apretaba, sólo me sujetaba con delicadeza, pero a la vez con firmeza. Escuché gritos a mi alrededor y mis párpados cedieron. Cuando los volví a abrir vi unos ojos negros mirándome bajo la luz de una farola. Una mirada preocupada, pero a la vez protectora. Fue entonces cuando escuché su voz “¿Estás bien?”, preguntó. Pero no respondí, no me salían las palabras, esos ojos me habían dejado sin habla, atónita. “¿Quién eres?” susurré con un escaso español, después de buscar las palabras adecuadas. “Soy el que trabaja en ese chiringuito”, contestó, señalando una caseta de la playa. Me levanté de un salto al ver que todavía era de noche, tenía que volver a casa. Me despedí de él y le prometí que nos volveríamos a ver. Al día siguiente fui al chiringuito y ahí estaba él, en la leve penumbra del techo de madera. Dos chicas en bikini estaban sentadas en una mesa cercana a la barra y miraban en su dirección, sonriendo. En ese momento, decidida, fui a donde estaba él y vi la tarjeta que colgaba del bolsillo de la camisa azul cielo: Pablo Sarrasec.
-¡Ciao Paolo!-sonreí.

8 comentarios:

  1. geniaaaaal! como siempree :)
    espero el proximo capii..

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  2. Creo que me he hecho un lío entre los personajes...
    ¿Me lo podrías explicar?

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  3. Hola! Me a enganchado un monton! Me gusta ese aire italiano qe le das a la historia. Me recuerda a cuando estuve en Roma y a 3MSC.
    Sigue asi.
    1Beso =)

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  4. Espero que le haya salido bien el examen y pueda ver a Aroa! ya queda menos para su reecuentroo! que ganas de saber como sigueee!
    Un beso!

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  5. Lo sabía, ¡lo sabía!
    Qué ganas de leer el próximo capítulo :)

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  6. Genial :) Nunca me decepcionas!

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  7. ohhh dios Pablo? :O menudo lío se va a montar aquí....
    Me dejas sin palabras!!
    Alexia :)

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  8. Vale, esto no me lo esperaba.
    ¿Pero por qué le cambia el nombre? Chiquilla que me llamo Pablo, le hubiera dicho yo a Mara, jajajaja.
    Besos, Amanda.
    P.D.:He decidido leerme 10 capítulos al día (o al menos lo intentaré) y así dentro de una semana ya me la habré leído toda :3

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