Amarrado a ti Capítulo 62

Me acerco más a él y siento su respiración tranquila muy cerca. Me da un beso en la comisura, obligándome a cerrar los ojos. Acaricio sus labios con los míos, sintiendo un escalofrío recorriéndome todo el cuerpo, llegando a los pies. Siento su mano en mi nuca, atrayéndome más a él, juntando nuestras barrigas. Noto sus abdominales marcadas al otro lado del algodón de su camisa y lo atraigo aún más a mí, como si quisiese fundirme en su cuerpo.

Giro mi cara hacia la ventana y observo la luz de la cocina encendida y una sombra.

-Pablo, lo siento, pero será mejor que me vaya ya- me aparto un poco y sonrío con tristeza.

-Joder, no quiero que te vayas- suplica, rodeándome con sus brazos.

-Debo irme.

-¿Eres cenicienta? Te tienes que ir así sin más- ríe.

-Sí, puede ser, algo así- río tímida-. Bueno- me acerco y le doy un beso tierno en la mejilla-, me voy- abro la puerta.

-Buenas noches cenicienta- sonríe.

-Buenas noches príncipe azul- río saliendo del coche.

Siento el frío del noviembre en la cara y me abrazo la cintura hasta llegar al portal. Saco las llaves y abro la puerta, sabiendo lo que me voy a encontrar. Las luces del recibidor están encendidas y en la puerta de la cocina está mi madre, apoyada. Me siento culpable. 

-Aroa, que tengas ya dieciocho años no quiere decir que puedas volver a la hora que te dé la gana. ¿Sabes qué hora es?- niego con la cabeza, buscando el reloj de la cocina con la mirada-. Las cinco y media. Me tenías preocupada.

-Lo siento- me limito a pedir disculpas.

-Espero que no estés haciendo ninguna tontería- advierte.

-¿A qué te refieres?- pregunto sin entender.

-Ya sabes a qué me refiero-. ¿Sexo?-. No quiero que hagas nada con un chico que apenas conoces, me decepcionarías, Aroa.

Joder… Pues hoy he estado a punto. Me entra la risa, pero intento aguantarme. 

Pero al final no, hoy no ha sido el momento adecuado. ¿Llegará el momento adecuado? Bueno, con él todos los momentos son perfectos, así que no habrá problema. Me siento algo extraña pensando en esto, algo ha cambiado en mí. 

-¿Aroa? ¿Quieres contestarme? No has hecho nada, ¿verdad?

-¡Mamá! Ya te he dicho que es sólo un amigo.

-Aroa, que no nací ayer, a mí no me mientes- se apoya en el marco de la puerta. Resoplo.

-Mamá, déjalo ya, no quiero hablar más del tema.

-Está bien, sólo espero que luego no te arrepientas- sale de la cocina y sube las escaleras.

En fin… No me gusta que mi madre piense así de mí. Ya lo sé, tiene razón, pero no es para tanto, ya soy mayor para saber qué tengo  que hacer y lo que no. ¿Lo soy? Sí, quiero estar con Pablo, necesito estar con Pablo. 

Muy lejos de allí, en una casa de Milán (Mara)

Resoplo, dándome la vuelta entre las sábanas, nerviosa. Miro el despertador por enésima vez, ya son casi las seis de la mañana y todavía no ha llegado Giulia. Necesito hablar con ella y que me aconseje, tenía razón, debería haberle hecho caso, debería haber ido con cuidado. Es que he sido una imbécil, me he dejado llevar con un chico que yo sé que no me gusta. Soy idiota. Es que no ha sido un beso, ni dos, ni tres… ¡He tenido sexo con él! Suspiro, cerrando los ojos, intentando dormirme.

-¿Mara? ¿Ya estás despierta?- asoma la cabeza por la puerta y me observa, extrañada.

-Sí, no puedo dormir, me duele la cabeza- susurro, observándola desde la cama.

Mi madre se queda ahí, callada, pensando.

-Haces mala cara, ¿quieres que te traiga algo?- insiste.

-No, gracias- hago una pausa, frunciendo el ceño-. Por cierto… ¿Qué haces levantada tan pronto?

-Voy a ayudar a tu padre a limpiar el bar, que anoche no nos apetecía y hemos decidido hacerlo hoy.

-Ah- me limito a decir.

-Bueno, si necesitas algo me avisas, ¿vale?- sonríe preocupada desde la puerta.

-Sí, gracias- alzo la mirada al techo, soltando un suspiro. 

Sé que no voy a dormir más, aún así me quedaré un rato más en la cama.