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martes, 17 de julio de 2012

Amarrado a ti Capítulo 30




Al día siguiente, muy lejos de allí (Aroa)
                 
Si digo que no siento las piernas me quedo corta. Estoy súper nerviosa. A primera hora no he tenido clase con él, pero si no me equivoco ahora sí. Agarro la mochila y subo las escaleras, en busca de la siguiente clase. Miro a la puerta y no hay nadie. Me quedo quieta, mirando al frente, a la espera de su llegada. Aún faltan cinco minutos, quizá tarda en llegar. 
 
-¡Hola!- sonríe detrás de mí.
-Buenas- saludo.
-¿Cómo va todo? ¿Ya estás mejor?- me dedica una mirada preocupada.
-Eh, sí, sí, gracias- sonrío.
Quizá he tenido una primera impresión mala, pero creo que me estoy equivocando, parece buena chica. Lucía merece otra oportunidad, igualmente no pierdo nada.
-Perdona por hacerte hacer el trabajo sola- me disculpo.
-No te preocupes- sonríe amable-. Vi que no estabas bien y quise ayudarte, nada más.
-Muchas gracias- le dedico una sonrisa sincera.
Lucía dirige una mirada fugaz, disimulada, a “algo” que hay detrás de mí. Me giro y mis rodillas empiezan a flojear. Nuestros ojos se encuentran, tímidos y no puedo evitar sonrojarme. Millones de sensaciones aparecen, haciéndome recordar el pasado sábado. Mis manos juguetean con la pulsera de tela que llevo en la muñeca izquierda, temblorosas. Me siento estúpida por mi reacción, parece que tenga doce años. Pablo sonríe con la misma sonrisa de siempre, sí, esa que enamora a cualquiera que se atreva a pasar por delante de él. Entramos a clase y nos sentamos. Saco mi móvil y veo que tengo un sms nuevo, es de Pablo.
“¿Quieres desaparecer conmigo?”
No puedo evitar sonreír. Pablo se gira y me observa desde la tercera fila. “¿Qué dices?” leo en sus labios. Me dedica una sonrisa preciosa de por favor. Sonrío y asiento. 
 
El tiempo pasa, lento, interminable, bajo el tic tac del reloj, irritante. Las ganas de salir de esa clase se apoderan de todo mi cuerpo, deseando que la clase se acabe de una vez por todas. 
 
 
En un instituto de Milán (Mara)
 
Carlo ha venido a buscarme esta mañana a la parada de autobús que hay en la puerta del instituto. Sólo me ha susurrado un “Te quiero” al oído después de darme un beso en la mejilla y ha desaparecido. Anoche decidimos que la gente no supiese nada de momento, por Carolina. 
 
-Es que tía, ¡me siento como una mierda! ¡Se ha aprovechado de mí, mientras estaba con otra!- llora desconsolada-. No me quiso decir quién era la chica, ¡pero seguramente es una guarra!
Golpe bajo. Trago saliva. Me siento mal, pero mis sentimientos no los puedo evitar.
-Quizá se quieren de verdad- susurro.
-¿Acaso estás de su parte?- grita, desesperada. 
-No, sólo intento que veas las cosas desde otro punto de vista.
-¡Oh, Mara, por dios! ¿Acaso no crees que haya sido un cabrón?
Carlo pasa por delante de nosotras y me envía una mirada de preocupación.
-Tú sabes quién es esa chica, ¿verdad? Tú la conoces, Mara.
-No- me limito a decir.
-No me mientas, Mara, ¡sé que lo sabes! Eres mi mejor amiga, ¡dímelo por favor!- dice al borde de la desesperación.
-¡No puedo!- estallo.
-¿No puedes? Vamos, ¡soy tu mejor amiga! ¿Acaso prefieres a Carlo antes que a mí?- cruzo una mirada con mi amiga y me observa sorprendida. Se tapa la cara con las manos-. No puede ser… ¡No puede ser!
No puedo evitar llorar, esta situación puede conmigo. Sabía que llegaría de un momento a otro, pero no me lo esperaba, creía que iba a ser diferente, no de esta forma tan brusca.
-¡Me has traicionado!- se levanta, con los ojos empañados.
-Carolina, escúchame por favor…- susurro.
-No puedo, no puedo ni siquiera mirarte- entonces grita las peores palabras que me han podido decir nunca-. ¡Te odio! ¡Eres una zorra! Ni se te ocurra seguirme- y se va, seguramente al baño.
Carlo, que no está muy lejos, se acerca después de lo ocurrido. No puedo hablar, él lo sabe, y me abraza fuerte, estrechándome entre sus brazos, esos brazos prohibidos, esos que me han hecho perder a una amiga.
-Lo siento- susurra en mi oído-, lo siento mucho.
Hundo mi rostro en su pecho, dejando que las lágrimas salgan disparadas, como jarras. Me aferro a su abrigo con las uñas, impidiendo que se vaya, le necesito muy cerca, necesito sentirle. Sus manos sujetan mi espalda con firmeza, apretándome contra él, sintiéndome protegida. 
 
 
En la puerta del aula (Aroa)
 
-¿A dónde vamos?- pregunto.
-¿Qué te parece si nos perdemos por la ciudad?
-Me encanta la idea- sonrío.
Bajamos las escaleras rápido, deseando salir fuera del edificio y tomar un poco de aire. De la mano, recorremos los largos pasillos hasta llegar a la puerta de entrada. Me deja pasar e inspiro profundamente. Pablo enlaza nuestros dedos y empezamos a caminar. Con él me siento bien, no puedo evitar sentirme feliz a su lado. 
 
Entramos a un bar y nos pedimos un café largo los dos. Es todo de madera y el ambiente es muy acogedor. Una señora mayor, de unos cincuenta y tantos años nos trae los cafés, sonriendo.
-Dos cafés para la parejita- nos los entrega.
Pablo me mira y me ruborizo. A él también se le han subido los colores, pero sonríe ante la mirada curiosa de la mujer. 
-Muchas gracias- me limito a decir, aguantando la risa floja.
 
-¿Te gusta?- dice refiriéndose al lugar, a la vez que se acerca el café a la boca.
-Sí- sonrío. La mesa es muy estrecha y me encanta tenerlo tan cerca. No puedo evitar mirarle. Sus movimientos me encantan. Da tres sorbitos antes de separar la taza de sus labios, ya lo ha hecho dos veces. Y sus ojos casi negros, ahora que me fijo mejor, tienen un toque de verde en el borde.
-¿Qué miras? ¿Qué pasa?- se percata de mi observación.
-Sólo te estaba observando- sonrío.
-¿Y qué observabas?- ríe.
-Tus ojos- le miro fijamente.
-¿Te gustan?- sonríe pícaro, acercándose para que le vea más de cerca.
-No- miento y se pone serio-. Me encantan- sonrío de oreja a oreja.
-A mí me encantas tú- siento sus labios con sabor a café sobre los míos y los saboreo con gusto.
Sonreímos a la vez y le doy un beso rápido, dejándole con ganas de más. Bebo un último sorbo de mi café y sonrío coqueta. Pablo se levanta para pagar, pero la señora se adelanta.
-¡Invita la casa!- la mujer me mira y sonríe, le devuelvo la sonrisa, avergonzada al saber que ha visto la escena.
-¿Vamos?- asiento con la cabeza y Pablo me da un nuevo beso, agarrándome de la mano.
-¡Hasta pronto! ¡Y gracias!- grito, despidiéndome de la señora del bar.
Salimos disparados, en busca de otro sitio. Todo esto parece un sueño, todo es perfecto, él es perfecto. Caminamos, en dirección al puerto, de la mano. Es uno de los sitios que más me gustan de Barcelona. El puerto es mágico. 

¡Hola!
¿Cómo os va el verano? Yo, la verdad, no me puedo quejar jaja
Perdonadme por no poder publicar ayer, lo siento, de verdad. Pero bueno, mejor tarde que nunca, ¿no? 
¡Ah! Me presenté para ser representante Blue Jeans en mi ciudad y... ¡Me han cogido! Me enteré el domingo cuando pusieron las listas y estoy muy muy feliz :D
Bueno, espero que paséis una buena semana :)
¡Un beso!

7 comentarios:

  1. me encanta tu blog tanto que estoy pensando hacer un foro de el si no te importa :)

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    1. No es mala idea, la verdad :) Ya me lo enseñarás cuando lo tengas hecho :D Lo que sea, con tal de dar a conocer el blog! Gracias Marina :)

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  2. Por que no haces mas Pablos y bottas a Carlo dirrctamente? Jajaja

    Te han cogido??! OMG Y que tienes que hacer como representante?

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  3. Hombre, Pau, porque todos tienen algo jajaja
    No, no me han cogido! Lo que tengo que hacer es esconder el premio de los que concursen en algún lugar de la ciudad y que me encuentren :)

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    Respuestas
    1. Ui jajaja perdón, sí que me han cogido jaja
      Había entendido que si me habían secuestrado o algo jajaj

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    2. Tienes que esconder un premio? Dime donde está!!!
      O es que te han secuestrado y intentas decirlo sin que te pillen los secuestradores??

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    3. Nono, ni te voy a decir donde está porque ni yo misma lo sé ni me han secuestrado. jajaja

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