Merece la pena intentarlo

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Siempre hablando de historias de amor, que no se puede vivir sin éste, que nos gusta estar enamorados, que todo es de color rosa, esas mariposas en el estómago, el corazón latiendo con fuerza, las rodillas que flojean, los escalofríos ante el roce, los besos de buenos días, las cartas y mensajes diciendo lo mucho que le quieres, el sol que te despierta por la mañana después de haber pasado la noche con esa persona especial, esas sonrisas cómplices, llenas de recuerdos, de ilusión, siempre hablamos de eso, del “amor correspondido”.

Pero, ¿cuándo hablaremos de amor no correspondido sin sentirnos mal? ¿Por qué nos cuesta tantos explicar a alguien lo mucho que hemos llorado? Quizá es más difícil, pero, ¿cómo vamos a poder hablar de ello si ni nosotros mismos lo reconocemos? Siempre tenemos la esperanza de que algún día pase algo con esa persona, pero no nos damos cuenta que hay veces que no se puede, que no eres lo suficientemente importante para ésta, que no merece la pena. No lo entendemos, por mucho que nos lo digamos a nosotros mismos, una parte de nosotros mantiene siempre la esperanza.

Seguro que todos habéis tenido algún amor no correspondido, yo incluida. Y sí, cuesta asimilar que no va a ocurrir lo que uno quiere que pase, que esa persona no siente lo mismo, que esa persona no se muere por verte, sí, cuesta, y mucho. Pero no por eso tenemos que sentirnos mal. Ya llegará alguien que nos haga feliz.

Y es de todo esto de lo que quiero hablaros hoy. Porque no todo es de color rosa, ¿para qué engañarnos? Hay momentos buenos, pero lamentablemente, también hay malos, es inevitable. Ver a esa persona mirándote como hace con todo el mundo, con la misma mirada, mientras tú esperas una sonrisa que no va a aparecer, porque su corazón no siente lo mismo que tú. Que no todos los días hace sol, también llueve, pero eso no hace que el día sea menos increíble, hay que luchar, todos lo sabemos, porque levantarse ¿quién sabe levantarse? Nadie nace sabiendo cómo hacerlo, pero es fundamental para seguir adelante, para sonreír por alguna razón, por muy pequeña que sea, esa es la que te empuja, la que te guía, la que te ayuda a levantarte, a mirar al frente, con las cosas claras, conociendo tu objetivo, porque aunque cueste, merece la pena intentarlo.