Amarrado a ti Capítulo 9

En una habitación, en un barrio de Barcelona

Navidades… Ya queda poco… Falta poco para verle. Aunque me duela admitirlo, tengo ganas de que llegue el día que regrese a mi lado y me susurre un “Hola”, aunque eso significase volver a sentir por él. Me acuerdo de su llamada. ¿Debería llamarle? ¿Devolverle esa llamada? Deseo escuchar su voz, sentir su respiración, cerca, en mi oído, aunque esté a quilómetros de distancia. Todo sería tan fácil si él no se hubiese ido… Quizá ahora estaríamos juntos, o por lo menos lo habríamos intentado, cosa que no nos dio tiempo a nosotros, no tuvimos esa oportunidad que muchos rechazan. Ese beso se podría haber repetido. Pero ahora estoy aquí, no debería estar pensando en qué hubiese pasado, pero es inevitable. Y es que todavía le quiero como el último día que le vi. No logro olvidarle.  Me levanto de un salto y busco entre los cajones. Tiene que estar, yo la guardé por aquí. Levanto la ropa de los cajones, pero no está, ni rastro de ella. ¡Ah! ¡Ya sé! Voy corriendo al cajón más alto del armario. Palpo con las manos la superficie y consigo tocar una caja. La acerco al borde con los dedos y la dejo caer. La cojo al vuelo y respiro hondo. La abro despacio, sabiendo que los recuerdos me van a invadir totalmente. Allí están todos. Todo lo que tengo de él. Todos los momentos que pasamos juntos están ahí escondidos. Cientos de fotos amontonadas, olvidadas en ese rincón. Están boca abajo y no las veo. Las cojo y me dejo caer en la cama. La primera foto es de un día que fuimos a la heladería de su primo. Salimos los dos, sentados en la mesa que nos sentábamos siempre, sonrientes, como si todo fuese perfecto, sólo éramos amigos, pero en su momento yo ya tenía suficiente con estar a su lado. Estaba feliz, recuerdo aquel día como su fuese ayer, fue inolvidable, fue el primer día que salí sola con él, al que le siguieron muchos más. Encuentro también una lista con mis canciones preferidas. Miro la última. “Puede” de El sueño de Morfeo. Recuerdo el día que la escuché por primera vez, fue unos días después de que Darío se fuese a Milán. Me identifica muchísimo. Voy hasta el escritorio y cojo el mp4. Busco la canción y pulso “Play”. La tristeza de aquellos días de mayo, de junio, de julio, de agosto, de setiembre… de todos esos meses, hasta ahora, hasta este maldito segundo, me invade y me es inevitable volver al pasado… ¿Qué es esto? Susurro. Es una hoja de libreta cuadriculada. Está doblada por la mitad. Empieza así: “Aroa, de verdad que a mí esto me duele mucho, no te imaginas cuánto” Creí haberla tirado, pero no. Estaba aquí guardada. La leo, después de casi un año y medio…

En una parada de autobús, al lado de un instituto de Milán (Mara)

Me acabo de bajar del autobús y todavía no me lo creo. Ese chico era guapísimo. Era bastante más grande que yo, seguro que ya va a la Universidad. Pero me ha mirado de tal forma… Esos ojos color almendra no me quitaban ojo. Vestía con un pantalón tejano y una chaqueta azul marino. Pero no parecía de aquí. Cuando le he visto entrar al autobús y le he escuchado saludar al conductor me he dado cuenta de que su acento no es italiano, parecía español, pero no lo puedo garantizar. He sentido algo extraño, como si conectáramos, ha sido especial. Él se ha fijado en mí y me ha sonreído en varias ocasiones. Tenía una sonrisa perfecta y su pelo alborotado, pero fijado con gomina, le daba un toque interesante.  Creo que me estoy yendo por las ramas. Volvamos a la realidad.  Miro la entrada, ahí está Carolina, mi mejor amiga.

-¡Ciao Mara!-viene hacia mí, sonriendo y cuando llega a mi lado me abraza.

-Ciao-susurro, sin entender qué pasa.

-¿A que no sabes qué es lo que me ha pasado?-dice en un perfecto italiano, dando saltitos y llevándome hacia la escalera.

-No, no lo sé, ¿cómo lo voy a saber?-río.

-¡Aaaish Mara! ¡Estoy feliz! ¡Carlo me ha invitado a salir!- a mí esa noticia no me hace tan feliz como a ella. Carlo me ha gustado desde primaria, pero nunca dije nada, porque sabía que a Carolina le gustaba.

He intentado olvidarle tantas veces, todos los intentos han sido en vano. No consigo olvidarle ni por asomo. Siempre aparece en mis pensamientos cuando menos me lo espero.

-Eh, Mara ¿ocurre algo?-pregunta Carolina zarandeándome.

-¿Eh? No, no… sólo me había quedado pensando.

-Ah, bueno…-dice agachando la cabeza-. ¡Oye! ¿Y tú? ¿Qué tal con ese tal Paolo?

-Bueno, más o menos, pero sólo nos vemos de vez en cuando por cam, otras veces él me llama por teléfono, pero así es imposible que ocurra nada. Hay veces que me dice que vendrá a verme, pero estando a quilómetros de distancia es casi imposible. Además, él ahora ha empezado la universidad y tiene menos tiempo.

-Pero, ¿tienes noticias nuevas?-dice, escuchándome atentamente, esperando a que le diga algo bueno.

-No, bueno, buenas no, sólo que ha conocido a una chica.

-¿A una chica? ¡Será capullo!

-Lo sé, le odio, ya le vale, pero bueno, tampoco hay nada entre nosotros, lo que pasó aquella noche es pasado.

-Sí bueno, pero no hacía falta que te lo restregase.

-No me lo ha restregado, sólo me lo ha comentado, para que lo supiese-aclaro, sin mucho entusiasmo.

Me he ilusionado mucho con este chico y al final me dice que ha conocido a otra chica. Sé que ya hace casi un año desde que ocurrió eso, pero no puedo quitármelo de la cabeza.  No puedo olvidar esos ojos oscuros. El chico del autobús me recuerda a Paolo. Paolo fue tan bueno conmigo…

-¿Pero está con ella?

-No lo sé, espero que no, pero seguro que no tardarán mucho tiempo en estar juntos, sino no me lo hubiese dicho-digo, algo triste, al aceptar que lo nuestro será imposible.