Antes de nada quiero pediros disculpas ooootra vez, porque sí, estoy muy ausente últimamente... Pero es que no tengo nada de tiempo y, como ya dije, estoy en un período sin nada de inspiración, espero que me comprendáis, lo siento muchísimo, pero que no voy a dejar esto por nada del mundo eh, es sólo una mala racha de estrés. Siento también no haberme pasado mucho por los blogs, espero ponerme al día pronto, pero estas dos semanas que vienen ahora van a ser muy duras, estoy de exámenes... Así que, por favor, tened paciencia :(
Mil gracias a todos los que me leéis y a las dos nuevas seguidoras, bienvenidas :)
¡Un beso muy muy muuy grande! <3
En un hospital de Milán (Carlo)
Cuando le he visto entrar por la puerta de la habitación, no he podido evitar que mi cuerpo se tensase después de todo lo ocurrido. Estoy preocupado por lo que le quiere decir a Mara, pero confío en ella, ahora más que nunca, y aunque haya metido la pata, ella sabe que eso está más que olvidado, y que no la voy a juzgar por errores del pasado, ya que yo tampoco he sido un santo.
En una habitación de ese hospital (Mara)
Esperamos a que Carlo salga de allí, en silencio, y permanece a un par de metros de mí, cauteloso.
-Me alegro de que al final estés bien –comienza a decir, indeciso.
-Gracias, Davide… Entra, no hace falta que te quedes en la puerta…
-Perdón, Mara, por haber querido acercarme a ti aún sabiendo que estabas con mi hermano.
-No tienes porqué disculparte, no tienes la culpa, la que debe disculparse soy yo, que he jugado con tus sentimientos y los suyos.
-No pasa nada, gracias por darme aquel momento contigo, porque aunque no estuvo bien, no lo cambiaría por nada –le doy un abrazo, algo incómodo, pero me siento en paz con él.
-Me alegro de que no me tengas rencor, has sido muy bueno conmigo, gracias, de verdad- sonreímos.
-Me vuelvo a Roma, ya nos veremos en las comidas familiares, cuídate, Mara –me da un beso en la mejilla de forma cariñosa y nos reímos.
-Lo mismo digo, Davide, ojalá encuentres una chica que sepa valorarte como realmente te mereces, cuídate –me despido de él, mientras él desaparece tras cerrar la puerta.
Fuera de esa habitación (Davide)
Sé que he hecho bien, debía pedirle disculpas y ahora me siento mejor conmigo mismo. También sé que la echaré de menos, porque mis sentimientos por ella no serán tan fáciles de borrar.
-¡Eh, tú! –alguien llama a lo lejos y me giro por si es para mí.
En efecto, me estaba llamando a mí, no hay duda. Unos ojos verdes se acercan con decisión y enfado y yo levanto las manos en señal de paz.
-No me digas nada, que no hemos hecho nada –le advierto, creando espacio entre los dos.
-Ya sé que no habéis hecho nada, confío en ella.
-¿Entonces a qué vienes así? –pregunto sin entender por qué me llama.
-¿Qué le has dicho?
-Eso no es problema tuyo –le corto, cansado de tanta niñería.
-Tú eres el problema aquí –insiste. Realmente, no consigo entender qué pretende con toda esta absurda escena.
-Bueno, pues estate contento, porque este problema desaparece de tu vida por una temporada, me vuelvo a Roma.
-Ya estás tardando –me mira desafiante y decido hacer caso omiso de su actitud.
Me separo de él y camino hasta llegar a las escaleras. Al girarme, veo que sigue plantado en medio del pasillo.
-¡Eh, Carlo, ya que te quiere a ti, cuídala como se merece y no seas tan capullo, que a una chica no hay que hacerla llorar!
Me contesta, pero no consigo reconocer sus palabras, porque ya estoy casi en la otra planta.
Esa noche, en un deportivo por las calles de Barcelona (Pablo)
Los ojos marrones de Laia se clavan en mi cabeza, el recuerdo de anoche me martiriza por dentro. ¿Cómo he vuelto a caer en la tentación? Resoplo, sin encontrar ninguna respuesta. Tal vez es que no la quiero encontrar o no me atrevo a reconocerla…
Echo de menos a Aroa, ya está, ya lo he dicho, y quiero olvidarla como sea. Si necesito acostarme con Laia para conseguirlo… El problema es que no, no obtengo nada bueno de ello, excepto confundirme más y más. Porque el sentimiento hacia Laia de antes de conocer a Aroa ha vuelto a aparecer en mi vida. Es una atracción sexual, pura pasión y no puedo controlarme cuando la tengo cerca.
Debo reconocer, pero, que anoche, cuando estuve con Laia, pensé en Aroa, su imagen me estuvo persiguiendo y por un momento pensé que me estaba acostando con Aroa. Algunos pensarán que soy un cabrón, pues sí, lo acepto, he cometido un gran error, pero ahora mismo estoy tan decepcionado conmigo, que no sé qué hacer.
Cuando esta mañana he abierto los ojos, Laia no estaba en casa y sus cosas tampoco. Tenía la intuición de que se iría, la conozco, y aunque ayer me dijo que olvidase lo ocurrido, sé cuáles son sus sentimientos y cómo se siente por mi culpa.
Como siempre un capítulo magnífico,realmente adoro como escribes n.n
ResponderEliminarUn beso