Al día siguiente, en un hospital de Milán (Carlo)
Hoy es un gran día, ese que tanto estaba esperando. Entro en la habitación en la que estaba ingresada Mara y la encuentro de espaldas a mí, con la mirada fija en la ventana. Ya no viste con esa ancha bata característica de hospitales, ahora cubre sus curvas con unos tejanos rasgados y un jersey granate que contrasta gratamente con su cabello rubio recogido en una coleta.
No se ha percatado de mi presencia allí y su mirada distraída parece más tranquila que nunca. Me recuerda a cuando la observaba en clase mientras ella se ausentaba en matemáticas mirando por la ventana. Un dulce aroma comienza a inundar la habitación y, entonces, ella, llevaba por éste olor, se voltea, topándose conmigo a menos de un metro.
-¡Carlo! –se abalanza sobre mí y me besa por sorpresa.
-¿Cómo estás, preciosa? –le pregunto, entregándole el ramo de rosas amarillas, como a ella le gustan.
-¿Son para mí? –asiento-. ¡Jo, Carlo, me encantan! Eres increíble –sonríe, abrazándose a mi cintura.
-No más que tú –le saco la lengua y ella hace lo mismo.
-Qué idiota que eres… -ríe.
-Repito, no más que tú –y la beso, sin que pueda reprocharme nada más.
-Perdonad… Mara, ¿puedo hablar contigo? –nos giramos los dos hacia la puerta y nos miramos el uno al otro, sin saber qué hacer.
En la entrada del local de Donato (Giulia)
-Buenos días, fea –sonríe Darío acercándose a mí.
-Buenos días, idiota –le sigo el rollo, mirando a la carretera.
Se sienta a mi lado en la acera y nos quedamos en silencio, viendo cómo los escasos coches circulan a una velocidad reducida a esas horas de la mañana. El sol ha salido con una fuerza incalculable y no parece ir acorde conmigo.
-Eh, Giulia, ¿estás bien? –posa su mano en mi hombro para llamar mi atención y yo asiento con la cabeza no muy convencida de mi respuesta.
Llega mi padre y, con la ayuda de Darío, abre la persiana del local y entramos dentro. Enciendo las luces y una sensación áspera recorre mi cuerpo, como angustiosa.
-Hola –entra un joven de unos treinta años y se sienta en una mesa.
Es el primer cliente de la mañana y parece contento a pesar de ser martes y tener aún casi toda la semana por delante. Dirijo la mirada hacia donde está Darío y éste hace lo mismo, sonriéndome de forma tranquila.
-¿Qué quieren tomar? –le pregunto al joven que ahora ya va acompañado por una chica de más o menos su misma edad.
-Pues yo pediré un café solo y ella… -la mira esperando que le trasmita su pedido.
-Un zumo de naranja, gracias –me sonríe ella, dando por terminada la pequeña charla.
Me acerco desganada a la barra y le comunico a mi padre lo que ha pedido la pareja treintañera. Camino hacia el estudio para limpiarlo, pero una mano me lo impide.
-Vamos, Giulia, explícame qué te ocurre… -Darío me corta el paso y se coloca frente a mí, con los brazos cruzados.
-Que no me pasa nada, Darío, de verdad. Anda, déjame pasar, que tengo cosas que hacer- intento apartarle, pero es imposible.
-No te creo y lo sabes, sé que algo te ocurre y no me lo quieres contar –me sostiene las manos y espera a que le mire, pero me niego.
-Te vieron anoche con ella –me rindo y dejo salir las palabras que me estaba guardando.
-No me lo puedo creer… -Empieza a reír y yo me lo quedo mirando, sorprendida por su reacción-. Perdona, Giulia, pero no pensé que algo así te preocuparía.
-Darío, sé que echas de menos tu vida allí, que siempre la has echado de menos a ella, tus ojos lo decían todo… Y yo me siento estúpida, no pinto nada.
-¿En serio piensas eso? Ella ha sido mi pasado, pero en mi presente estás sólo tú, te quiero, estoy enamorado de ti, y ella es un bonito recuerdo que nunca olvidaré, pero a quien quiero es a ti, y no te quiero perder por una tontería así.
-Yo tampoco quiero perderte, pero…
-Pero nada, Giulia, por favor, créeme, no hay nada ya entre nosotros, te quiero a ti, ¿vale?
Tienes un blog precioso que encontré por casualidad, he leído un fragmento de tu entrada pero como veo que se trata de un relato empezaré desde el principio hoy mismo para poderme al día. Ya me hago seguidora. He leído algunas otras entradas con textos y debo decirte que me encanta de sobremanera tu forma de escribir.
ResponderEliminarTienes un blog precioso.
Un beso, -Anarquía.