En el cambio de clase (Mara)
Necesito hablar con Carlo, pero no está, no le veo. Le busco con la mirada pero ni rastro de él. Se ha ido.
-¿A quién buscas?-me pregunta Carolina poniéndose delante de mí.
-Eh… No, a nadie, bueno, sólo miraba a ver si venía el profesor de matemáticas-improviso.
-Ah… ¡Tía! ¡Qué majo que ha sido Carlo! Es un sol…
Sí, un sol enorme, que me ha desconcertado bastante.
-Eh… Sí, ha sido muy bueno conmigo-admito.
Miro disimuladamente para los lados, en su busca, pero no aparece por ningún sitio. ¿Dónde se habrá metido este chico?
-Estás muy ausente, Mara, hoy. ¿Te ocurre algo?-dice pasando su mano por delante de mi cara- ¿me quieres mirar?-se está mosqueando, eso no es bueno.
-Eh… sí, es que el nuevo curso y eso, pues, estoy un poco estresada y no pienso bien- ¿Que no pienso bien? ¿Pero qué digo? Me río de mí misma, y Carolina conmigo.
-Ah-sigue riendo-. Oye, ¿sabes dónde está Carlo?- ojalá lo supiese, yo también le estoy buscando.
-No, ¿Por qué?-pregunto, sin que se me note.
-Es que me ha dicho de salir, pero no el día-dice buscándolo con la mirada.
Yo también le busco, haciendo como si le ayudase, aunque yo también necesito hablar con él. Ahí está, sale de la puerta del baño y viene hacia nosotras.
-¡Ah! ¡Mira Mara! Está ahí-se pone roja- ¿cómo puede ser tan guapo?- no lo sé, pero es guapísimo, intento reírme, pero es lo último que me apetece hacer.
-Ah sí, es verdad, ves a preguntarle-digo, sin mucho entusiasmo.
-Sí, sí, ¡deséame suerte!- dice alejándose, cruzando los dedos.
-Suerte-susurro, pero no me oye.
¿Todavía siento algo por Carlo? Claro que sí, ¿por qué mentirme? No consigo olvidarle. Y ahora mi mejor amiga va a quedar con él, a solas, sin saber que yo hace un tiempo también estuve igual de ilusionada que ella. Sus besos fueron únicos, me hacían sentir tantas cosas… Estaba enamorada… Y ahora sus besos serán para Carolina. Estoy feliz por ella, porque es mi amiga y quiero lo mejor para ella, pero estoy derrumbada por dentro. Siento que todo se me cae encima, que me vuelvo pequeña, insignificante a su lado. Pero no puede ser que Carlo me haya olvidado, si tan enamorado estaba como decía. Me gustaría tener esa confianza en mí misma de la que muchas hablan para poder acercarme a él y preguntarle por nosotros. Todo era perfecto, a pesar de que sólo nos mostrábamos cariño en el baño averiado, al que nadie iba, obviamente porque no funcionaba, o cuando quedábamos en su casa, porque en la mía estaban siempre mis padres, los cuales no conocían la existencia de esa relación. Delante de la gente sólo teníamos que comportarnos normal, nos hablábamos de cosas de clase, para que así nadie pensara que había algo, sobretodo Carolina, así de simple. Me sentía mal, pero esperaba que si llegase el momento de contárselo me entendería como buena persona que es. Ella siempre me ha apoyado y a veces me odiaba a mí misma por no contarle lo de Carlo, pero es que era tan bonito cuando estábamos juntos…
Están hablando y a Carolina se la ve tan ilusionada… Ella llevaba años esperando ese momento, me contaba cuando le miraba y se sonreían, y yo, como siempre me obligaba a sonreír, esperando que no se diese cuenta de mi amor hacia el chico de ojos verdes.
A cientos de quilómetros, en una habitación
-Aroa, ¡haz el favor de bajar!- grita mi madre desde la escalera.
Buf… Lo que faltaba… Miro el reloj, ya es tarde, me he pasado el tiempo mirando al techo, pensando, sin aclarar nada. Tengo que hacer un trabajo, pero no me apetece nada, además, tengo que quedar con Lucía para hacerlo, es en pareja. Lucía es la que va después de mí en la lista y es la razón por la que voy con ella. Parece buena chica, pero no me da muy buena espina, demasiado guapa. Tiene unos grandes ojos azules, casi grises, y el pelo muy rubio. Ayer la vi mirando a Pablo descaradamente, y luego vi como él le sonreía. Buf… Normal que se fije en él, es tan guapo…
-¡Aroa!- la voz insistente de mi madre, ahora más cerca.
Creo que ha subido. ¡Oh, no! Mi cara delata mi tristeza. Me levanto de un salto de la cama y voy hasta el espejo del escritorio. Oh… Tengo todo el rímel corrido, manchando mis mejillas de negro. Y mis ojos están hinchados y ojerosos. ¿Qué voy a hacer? Mi madre no se va a tragar que me he dado un golpe, no es tan inocente. Piensa Aroa, piensa… Saco una toallita de desmaquillar y me la paso por toda la cara y luego me lavo la cara con agua en el baño.
-Aroa, ¿qué estás haciendo?- pregunta mi madre entrando en el baño. Es tarde.
Pero, ¿tarde en el sentido de qué ya nunca sabrá que su hija había llorado, o en el que su hija no tiene tiempo de escondérselo?
ResponderEliminaroye, eso es verdad en que sentido de tarde¿? vaya capitulo mas deprimente, justo como estoy estos dias... no ayudas mucho ¬¬ jajajja es broma ya hemos subido el segundo cap de nustras nove pasate si puedes vale?? Ya sabes: http://www.laila-alexia.blogspot.com
ResponderEliminarun beso!!
Alexia ;)
Como siempre me encanta :) Amarrado a ti, no, por favor, que me enamoro :)
ResponderEliminar¿La habrá pillado su madre?
ResponderEliminarMucha chicas guapas en esta novela, eh, jajaja.
Besos, Amanda.