Te echo de menos.
Te echo de menos cuando camino de vuelta a casa, sin que me impidas irme dándome un último beso. Ya no estás. Echo de menos el sabor de tus besos, no pude aguantarlo el tiempo suficiente para poder recordarlo, y tengo heridas en los míos de tantos mordiscos con el intento fallido de hacer volver esa sensación que solamente tú has conseguido proporcionarme. Tu mirada ya es un caso aparte, porque soy incapaz de hacerme a la idea de no sentirla cerca, de no tener que pedirte que la apartes de mí porque me intimidas, cuando realmente me encanta que me observes en silencio. Porque cualquier silencio llevaba a risas tontas para acabar con él, aunque no fuesen incómodos.
En esos seis días nos conocimos mejor que nadie, y aunque mi miedo por sentir más de la cuenta creaba un muro de hielo entre nosotros, tú conseguiste convertirlo en vapor con el roce de tus labios sobre mi nuca. Madre mía, cómo me marcaste, dejaste señales más profundas de lo que creía... ¿Tú no fuiste quién me juró que sería imposible que te llegase a querer?
Aunque te tengo a ratos, al igual que tú a mí, nunca me ha gustado dejar las cosas a medias. Y tú te fuiste sin llegar a un final, o quizá sí llegó aquel veintinueve de julio y no quise aceptarlo. Día a día sigues recordándome entre bromas lo que pasó y mis manos todavía no asimilan que te has ido. ¿No entiendes que cada recuerdo es un puñal más contra mi espalda, una punzada dolorosa clavada en lo más hondo de mi ser? Sigues aquí y yo también, con la única complicación de que te echo de menos, sin cuandos ni dondes ni porqués, simplemente es un te echo de menos en toda regla, punto final.
Porque no sé cuándo volverás y te echo de menos.
"Me moriré de ganas de decirte que te voy a echar de menos"
Ains, Dios santo... Cuantos "te echo de menos" salen de nuestra boca y a veces por desgracia a las personas que menos se lo merecen. Aquellas a las que ahora sería un "te echo de más". Es increible como nuestro cuerpo se acostumbra a las personas que llegan nuevas a nuestras vidas. Como hace un intento por encajar con ella cual puzzle de mil piezas. Observar en silencio, como bien dices tú, pretendiendo entrar en el interior de esta persona para arrebatarle todos sus recuerdos y poder conocer un poquito más de ella.
ResponderEliminarEse sentimiento innovador y con aires renovados que nos da encontrar a esa persona especial.
Impresionante ♥
Carolina
Me he sentido tan identificada que se me ha erizado la piel. Es la historia de mi vida, echar de menos... Aiss... me encantan este tipo de textos.
ResponderEliminarUn besazo <3
Aquel silencio que acababa en risas, esas miradas largas, tantos recuerdos, tantos sentimientos de nostalgia, volvieron a mi se. Bonito texto, un abrazo enorme:)
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