En un local de Milán (Giulia)
-¿Cómo es que has venido? ¿No tenías la noche libre hoy? –le pregunto sorprendida por su llegada.
-Exacto, pero me apetecía verte antes de irme a dormir.
-¿Ya se ha ido? –ignoro su respuesta y voy directa.
-Sí, hace una hora ha cogido el avión –alza la voz a causa de la música.
Está tocando un grupo de jóvenes en el escenario una versión de la canción Just give me a reason de P!nk.
-Siento mi comportamiento de niña pequeña… He sido una estúpida…
-No te disculpes, entiendo tu reacción- acepta, sentándose en un taburete-. Bueno, ¿qué? ¿No me vas a servir nada? –sonríe, pícaro.
-¿Qué quiere el señorito? –le sigo la broma.
-Pues… La verdad es que es complicado, no sé a quién invitar esta noche a mi casa, si a la chica que me está hablando ahora o a aquella que se está tomando un Gin-tonic al final de la barra.
-Oh, pues yo creo que deberías de llevarte a la cama a la segunda, sí, tiene pinta de querer darlo todo –comento sarcástica.
-Otro día será, esta noche me decantaré por esta camarera tan guapa.
-¿Tú crees que ella querrá quedar contigo esta noche? –aguanto la risa.
-No creo que pueda resistirse a mis encantos… Pero, no lo sé, ¿por qué no le preguntas?
-Mm, está bien –hago una pausa-. Dice que de acuerdo, que quiere salir contigo y que la esperes a que termine de trabajar, que sólo le queda media hora.
-Dile que la esperaré –sonríe de oreja a oreja y me roba un beso entre la gente.
-Qué idiota eres –sonríe inevitablemente.
-Oh, gracias, bonito piropo, yo también te quiero- suelta una carcajada que se ahoga en los acordes de aquella canción que parece terminar.
En un aeropuerto de Barcelona (Aroa)
Recojo las maletas de aquella cinta gigante y camino, perdida por el aeropuerto. Realmente no sé por dónde debo ir, le he mandado un mensaje a mi madre para decirle que acabo de llegar, pero que cogeré un taxi. Me siento un poco mareada a causa del vuelo, ha habido una serie de turbulencias que me han revuelto el estómago y ahora mismo no me encuentro muy bien. Son altas horas de la madrugada ya y no hay muchas personas en la zona de llegadas.
Consigo salir al exterior después de pasarme aproximadamente un cuarto de hora dando vueltas sin rumbo y me dirijo a la gran fila de taxis. Me acerco a uno de ellos y…
-¡Hola, señorita! –me saluda. Su rostro me suena y no tardo en reconocerlo, es el mismo chico que me vino a buscar con su taxi a la casa de la playa…
-Hola –sonrío, probablemente él ni siquiera se acuerde de mí.
Entro la maleta junto a mí y el conductor me mira por el retrovisor.
-¿Adónde la llevo? -Me quedo parada. ¿Adónde voy a ir? Pienso la respuesta y un escalofrío recorre todo mi cuerpo. Finalmente me decanto por una opción y le explico la calle-. De acuerdo, allá vamos –sonríe-. Su cara me suena de algo y no piense que estoy ligando con usted, eh –suelta una carcajada-, de veras que me suena muchísimo.
-Ya me ha llevado en otra ocasión –sonrío.
-¡Ah, sí! Ya la recuerdo. Es quien se quejaba de la música de mi reproductor, ¿me equivoco?
-No, no se equivoca… -me sonrojo.
El camino se hace lento, largo, tal vez eterno. No paro de darle vueltas a todo lo que tengo en la cabeza, de pensar en Pablo… Las calles, ya desiertas, son iluminadas de manera intermitente por cada una de las farolas que las acompañan en estas noches tristes. Jamás pensé que llegaría a identificarme con una mísera calle. Las personas pasan por ella, la reconocen y algunos incluso tienen bonitos recuerdos allí. Y cuando llega la noche… todo se esfuma, todo se oscurece y pierde esa belleza especial que la hace única, se vuelve en una vagabunda más. Y es como me siento ahora mismo. Sola y con miedo a quedar olvidada entre tantas otras calles paralelas.
-Bueno, señorita, espero que luche por lo que realmente quiera conseguir –sonríe-, ya hemos llegado. Son doce con veinte, pero se lo dejo gratis, ya es usted una conocida.
-No, no puedo…
-Insisto, no todos los días uno se encuentra chicas tan guapas como usted –sonríe sin malicia a través del retrovisor y me contagia.
-Bueno… Muchísimas gracias, que tenga un buen día o una buena madrugada –sonrío y salgo del coche.
El frío de la madrugada me cala los huesos y mi cuerpo es incapaz de responder a mis impulsos. Estoy delante de aquel edificio que tantos recuerdos me trae y no sé si he hecho bien en venir aquí. Todavía me quedan fuerzas para afrontar este reto que me ha puesto la vida y mis propios sentimientos, y estoy dispuesta a luchar. El portal está abierto, de modo que me adentro en él y me observo en el gran espejo que cubre totalmente la pared izquierda. Mi cabello no está en su mejor momento, está despeinado y sin una forma específica, pero no me importa mucho, la verdad… Opto por subir por las escaleras para poder pensar durante un poco más de tiempo sobre lo que voy a decirle, no será nada fácil.
¡Hola, personitas! Cada vez queda menos, he escrito el final, pero no estoy segura, tal vez lo cambie, es muy complicado escoger jajaja
ESpero que os guste ¡Un beso muy muy muuy grande! <3
Creo que voy a morir de un ataque y reviviré cuando subas otro cap. jajajjaja es broma..
ResponderEliminarY ahora que pasara con Aroa y Pablo? Que incógnita ajajjajajaj
Besos :)
Good vibes!!!
Kyaa realmente me encanta tu historia,estoy enganchadita jeje *-*
ResponderEliminarEstoy con la intriga de como continuara.
Un beso
¿YA HAS ESCRITO EL FINAL?
ResponderEliminarAunque no comente mucho te leo, y me tienes enganchadísima
(y muy intrigada, dicho sea de paso).
Lo bueno de los finales, y de que tú los escribas, es que los puedes cambiar mil veces si quieres.
Y estoy segura de que nos dejarás boquiabiertos/as, como ya vienes haciendo.
*abrazos*
Hola, Leo♥
ResponderEliminarHace algún tiempo que no paso a visitar tu blog y entre las entradas que he leido espero que te este yendo bien. Me gusto mucho la anterior espero pronto más de tus lindas palabras ♥
Saludos y muchos, muchos besos :)