Su recuerdo dibujado en las nubes

Esta vez no se le pasó la idea de detener el tiempo, le gustaba tumbarse sobre la hierba y ver las nubes pasar por encima de ella. En esa perspectiva incluso parecía poder tocarlas, ¿cómo sería el tacto de una nube? Tal vez algún día se tiraría de un paracaídas y podría saborearlas, tal vez. Pero estaban muy lejos, fuera de su alcance. Sentía envidia de ellas, eran totalmente libres, ni el más valiente podría desafiarlas, ni el más rico comprarlas. Eran así, espontáneas como la vida misma, con el privilegio de recorrer el mundo sin divisas, sueño de todos y realidad de pocos. El único transporte el viento y el único enemigo el sol, pero qué increíble cuando se unían en los atardeceres... 

Era una manera de recordarle. Sus formas llamaban la atención de ella, como el humo de cada cigarro que se consumía en las manos de él. Cuántas tardes habían pasado tumbados sobre la hierba observando atardeceres... Ella era el sol, cálida, y él era una nube entre tantas, bohemio en busca de una libertad ilimitada. Ella no consiguió detener su cauce, su presencia fue efímera, como muchas de las estrellas que pasaban sobre sus cuerpos cuando anochecía más temprano, fugaces.

Él se había ido y había dejado su recuerdo dibujado en las nubes. El último cigarro se había consumido hacía días y sólo quedaban las cenizas sobre el césped húmedo. Pero él era así, desaparecía, pero quién sabe, tal vez algún día volvería a su lugar de inicio después de haber recorrido el mundo, tal vez algún día se sentase  en ese mismo lugar bajo el humo de otro cigarro dispuesto a observar un nuevo atardecer a su lado. 

"Hoy lo he vuelto a notar, cada nube es un plan,
se transforma al viajar y no pesa y se va.
Somos nubes, no más"

@enmodoavion_