A contracorriente por el camino de la razón

Hablaban de la fuerza del amor cuando los dos habían obtenido decepciones a largo plazo. Pintaban pájaros en el cielo cuando en sus cabezas había una tormenta interminable sin intención de cesar. Se susurraban Te quieros en el oído cuando todavía sentían escalofríos al escuchar la voz del pasado. Dibujaban caricias en sus cuerpos cuando éstos estaban llenos de heridas y cortes sin cicatrizar. Y soñaban con la felicidad cuando no sabían ni el significado de la palabra. 

Nadie les dio un manual de instrucciones sobre cómo olvidar a una persona, es más, hablaban de clavos que sacaban otros clavos y ninguno había conseguido sacarse la imagen de aquella persona de la cabeza. Contradicción tras contradicción, no entendían lo que les sucedía, pero aún así para ellos no existía la opción  de dejar esa relación. Probablemente carecía de sentido, o tal vez tenía demasiado y no podían creerse la descomunal atracción de sus cuerpos entre tanto desorden. Sus corazones iban a contracorriente por el camino de la razón y eso les daba adrenalina en dosis inimaginables. 

¿Quién dice que el amor no es una locura?