Respiro el aire, igual de fresco que la última vez que estuve allí. El viento frío golpea mis mejillas con fuerza, pero no me importa, estoy bien así. Los brazos de Carlo rodean mi cintura, acercándome a él y me besa el hombro de la sudadera. Se aparta un segundo, buscando algo en el bolsillo de su chaqueta. Su móvil. Me mira y sonríe. Empieza a sonar nuestra canción. Il regalo più grande. Me siento como en un sueño. Me aferro a él, apoyando la cabeza en su pecho, bailando al ritmo de la música, abrazados, recordando viejos momentos.
-Eres increíble- aprieto su cuerpo contra el mío.
-Tú haces que todo sea increíble- me besa el cuello, provocándome un escalofrío.
Le miro a los ojos, esos ojos que nunca he podido olvidar, ese color verde que me hipnotiza, esos que me tienen atrapada.
No muy lejos de allí (Darío)
Camino sin rumbo, con la canción gravada en mi cabeza. Voy de camino a casa, en busca de mi guitarra, para practicar un poco. Cuando estoy con la guitarra entre mis manos soy diferente, ya forma parte de mí, no sabría vivir sin ella, me ha acompañado en los malos momentos, haciendo que el dolor no sea tan trágico ni amargo.
-¡Eh!- una voz masculina me llama y me giro.
-Hola…- Saludo sin mucho entusiasmo.
-¿Qué haces por aquí tan pronto?- coloca su mano en mi hombro para mirarme.
-He estado buscando trabajo- suspiro.
-¿Trabajo? ¿Y eso?- parece que todavía no se ha enterado.
-¿No te lo ha dicho Leo?
-¿Qué tiene que decirme? Eh, tío, haz el favor de ir al grano- me mira preocupado.
-Pues- suspiro-, estas navidades me voy de aquí.
-Eso ya lo sabía.
-Ya, pero no voy a volver. Leo se enfadó conmigo porque no hice nada ayer y me ha dicho que el club me pagará la estancia, pero que el viaje tendré que trabajar para poder volver.
-¿Y el equipo? ¿Nos vas a dejar?- me corta el paso.
-No me queda más remedio, es la decisión de Leo, no la mía.
-Pero, joder, algo se podrá hacer- dice mirando al suelo.
-¿Cómo qué?- digo serio.
-No sé, podrías hablarlo con él.
-¡Ya lo he intentado! Pero ya sabes cómo es, cuando algo se le mete entre ceja y ceja, es imposible hacerle cambiar de opinión.
-Joder, tío, lo siento mucho y me da mucha rabia que te tengas que ir… ¿Y has encontrado trabajo?
-Sí, en un bar, como camarero y para tocar los viernes por la noche.
-¿Para tocar? ¿Vas a tocar?- exclama elevando la voz.
-Sí- dibujo una leve sonrisa.
Realmente me hace mucha ilusión, podré iniciar mi trabajo como músico, de forma profesional. Mi sueño, tocar delante de la gente. ¿Qué canción voy a cantar? ¿Y voy a cantar solo? Buf… Empezando fuerte…
En una cama de Barcelona (Aroa)
Mmm… El sol me da en la cara, filtrándose por las rejillas de la persiana. Abro los ojos lentamente, observando mí alrededor. Todo parece normal, pero un leve olor me viene al mover mi pelo. Suspiro al reconocerlo y no puedo evitar sonreír inconscientemente. Su colonia se ha quedado impregnada en mi cuerpo. Río nerviosa, feliz, al recordar el beso de despedida. ¿Qué haré cuando le vea el lunes? No sé cómo voy a reaccionar cuando le vea, si sonreiré o si me besará cuando me acerque. ¡Tengo ganas de gritar! ¡¡¡Argh!!! Estoy muy feliz, él me ha hecho sentir especial durante toda una tarde. Me siento como una niña pequeña cuando le acaban de regalar una barbie, estoy ahogada en un mar de alegría. No puedo dejar de pensar en él. En sus ojos casi negros, en su sonrisa enamoradiza y en sus labios, esos que ayer me regalaron unos besos increíbles. Miro el reloj, las diez y media. Todavía es pronto y no tengo nada que hacer. Una parte de mí me está diciendo que he ido muy rápido, que Pablo me puede fallar de un momento a otro, sin esperármelo, por estar ciega. Pero otra me dice que aproveche, que merece la pena arriesgar. Me levanto y voy hacia el baño. Una vez allí, abro el grifo del agua caliente al máximo y espero a que la bañera se llene. Necesito un buen baño para relajarme un poco. Una vez está llena hasta arriba le echo unas pequeñas pastillas rosas que tienen olor a rosas y que hacen burbujas y me desnudo. Entro despacio, notando el contraste del frío con el agua caliente sobre mi piel. Me estremezco al notar el agua hasta el cuello, y suelto un suspiro inconscientemente. Cierro los ojos, dejándome caer por completo sobre la bañera, apoyando la nuca en el borde. Enciendo la pequeña mini cadena y dejo que la música llene el ambiente. Hacía tiempo que no la usaba y el CD que hay seguramente es viejo. Suena “Eres todo lo que pedía” de Camila. Una canción preciosa. Cojo aire y me sumerjo en esas aguas con olor a rosas, dejándome llevar. Me siento como en una burbuja, el tiempo se ha detenido y me siento bien flotando en ese ambiente agradable. Siento que me falta el aire y debo salir, aunque me gustaría quedarme ahí debajo, disfrutando de ese cúmulo de sensaciones.
En un edificio (Mara)
Un beso. Un beso en el cuello hace que me estremezca, un beso ardiente en esa mañana fría. Sus labios, ahora pegados contra mi piel, provocan una sensación de deseo en todo mi ser. Siento que el sufrimiento se ha esfumado, ha valido la pena esperar todo este tiempo. El sentimiento de culpa no existe ya, sólo queda el amor que hay entre nosotros dos, revelándose contra el mundo.
-Quiero empezar de nuevo- susurro en su oído.
-Está bien- se aleja un poco y me acerca su mano-. Mi nombre es Carlo, encantado de conocerte- sus ojos verdes brillan divertidos.
-Tonto- me abalanzo sobre él, sin parar de reír.
-Yo también te quiero- me da un beso rápido en los labios.
-¡Ah! ¿No cree usted que va demasiado rápido? ¡Nos acabamos de conocer ahora mismo!- me meto en el papel.
-Es que, como comprenderá, señorita Mara, siento que la conozco desde hace mucho- sonríe, mostrando su bonita dentadura.
-Pues si le digo la verdad, a mí me ocurre lo mismo, quizá sea el destino- ahora soy yo quien le besa a él.
-¿Así que está de acuerdo en ir rápido?- dice a escasos centímetros de mi boca.
-Sí- nos fundimos en un beso, un beso diferente, un beso de libertad.
Inspiro su aroma, el que me vuelve loca, mi droga. Nos miramos a los ojos. Acaricio su pelo con firmeza, pasando los dedos entre los cortos mechones y rozo sus labios con los míos, despacio, sin prisa. Carlo evita que ese beso acabe mordiendo suavemente mi labio inferior, provocando un deseo descomunal de más besos. Se coloca encima de mí y me besa de nuevo, esta vez más apasionadamente, acariciando mi abdomen. Me aferro a su cuello a la vez que nos unimos. Calla un leve alarido con un dulce beso de su boca y no puedo evitar sonreír. Esa boca que ahora es sólo para mí.
-Te quiero- susurra, con sus labios rozando los míos y guardo las palabras entre los míos, sellados por un beso.
-Yo más de lo que te puedas imaginar- nos miramos a los ojos, testigos de este momento tan especial para los dos.
Yo también me he sentido como Aroa, tienes ganas de gritar de alegría jajajajjajaja me encanta *__* me he enamorado de tu historia, pero ahora es un amor profuuuuuuuundo, jajajajaja Un besazo :)
Me encanta la sensación de Aroa, cuando estás tan feliz que te estremeces...! :)
ResponderEliminarYo también me he sentido como Aroa, tienes ganas de gritar de alegría jajajajjajaja me encanta *__* me he enamorado de tu historia, pero ahora es un amor profuuuuuuuundo, jajajajaja Un besazo :)
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