En un campo de fútbol (Darío)
El pitido del árbitro me deja sordo. Una falta más y me expulsan. No
sé qué me pasa hoy, bueno, por parte es por la resaca, sólo hace unas horas que
me he levantado. Pero por otra parte es que no sé qué voy a hacer con Giulia.
Es una chica preciosa, que realmente me tiene confuso. Hubo unos segundos
cuando estaba con ella que pensé en Aroa, todavía no la he olvidado. Y con Giulia
fue un momento de locura, no sé si ella piensa en mí como algo más. Yo
realmente fue un momento de arrebato, no lo pensé, el alcohol hizo su efecto y
me dejé llevar entre sus brazos. Sin apenas conocerla, un beso tras otro
aparecía en ese pequeño espacio de paredes de plástico duro.
Leo pide al árbitro un cambio, seguro que es por mí. Y no me equivoco,
a los pocos minutos estoy sentado en el banquillo frente a una mirada
amenazante. No me quita los ojos de encima, al contrario que yo, que evito su
mirada en todo momento. Está muy enfadado y no sé qué decir. He sido un
estúpido, no debí salir ayer.
-¿Qué pasa Darío?- pregunta con las manos en la cintura- ¿Ya te has
desmadrado?- dice en tono de pocos amigos.
Me muerdo el labio, aguantando la rabia acumulada. Con él no puedo
revelarme, si lo hiciese mi sitio en este club se acabaría por completo. Él es
el que manda, yo sólo obedezco y siento que le he fallado.
-Así que no contestas…- dice suspirando, sigo sin mirarle, bebo un
trago de agua de la cantimplora blanca- Darío, si no vas a contestar haz el
favor de levantarte e irte al vestuario, ya hablaremos tú y yo- dice
apartándose y mirando de nuevo el partido.
Yo, sin soltar una palabra, dejo la cantimplora en el césped y me
levanto en dirección a los vestuarios, dejando atrás toda la bronca. Siento su
mirada en mi espalda, pero no me giro, prefiero no cruzarme con sus ojos llenos
de ira. Nunca le había visto así conmigo, quizá porque nunca había hecho nada
malo y está decepcionado. Cojo la toalla y voy hacia las duchas. Es lo que
necesito ahora mismo. Una buena ducha para deshacerme de todo lo que ha
ocurrido. Dejar que el agua camine por todo mi cuerpo, dejando salir todos los
recuerdos y ahogándolos bajo el grifo de agua caliente. De una cosa estoy
seguro. Me voy a tener que poner a trabajar si quiero irme estas vacaciones a
Barcelona, es muy poco probable que Leo me pague el viaje de la manera en que
están las cosas ahora. ¿Cómo pueden cambiar tanto las cosas? Hoy me he
levantado con el pie izquierdo, nada ha ido muy bien que digamos. Cierro los
ojos, a la vez que me enjabono el pelo, sintiendo las manos de Giulia sobre mí,
un recuerdo vago que todavía ronda por mi mente y me estremezco una vez más.
En un portal de Barcelona
Estoy en la entrada observándome por enésima vez. Le voy a ver, en
cuanto escuche pitar su coche tendré que salir y encontrarme con esos ojos casi
negros que me encantan. La verdad es que me gusta el vestuario que he elegido.
También me he pintado los ojos haciéndome la raya con eyeliner y un poco de rímel y me he echado un poco de gloss en los labios, tampoco quería ir
pintada como una puerta. Espero que a él le guste. El pelo me lo he rizado un
poco con las planchas, haciéndome pequeños tirabuzones. Me vuelvo a mirar al
espejo, sin poder evitar sonreír de nuevo. ¿Por qué soy así de tonta? Oh… Odio
cuando soy así. Esos sí, realmente, aunque me cueste aceptarlo, me gusta
sentirme así de bien, ojalá todos los días fuesen de esta forma, levantarme con
esta ilusión.
Saco un chicle del bolso negro y lo mastico sin perder la sonrisa. El
sabor a fresa me inunda completamente, obligándome a pensar en él, en cómo
sería un beso de su boca. Me siento estúpida por pensarlo, quizá es muy pronto.
Pero la idea es muy tentadora. Estar los dos apretados entre la gente, escuchando
un tema de Maldita Nerea, saboreando nuestros labios… Ah! Escucho el motor de
un coche y sonrío de nuevo ante el espejo, nerviosa. Pocos segundos después
pita tres veces. Espero unos segundos… uno… dos… tres… cuatro… cinco…Respiro hondo,
cogiendo la fuerza suficiente para que no me tiemblen las piernas. Estoy como
un flan. Sujeto el bolso con firmeza y abro la puerta. Entonces le veo. Lleva
las gafas de sol y sonríe de oreja a oreja al verme. Me acerco lentamente a
donde está él y me da dos besos en las mejillas. Se coloca a mi lado y me abre
la puerta del copiloto de su deportivo negro. Su coche huele muy bien, su
colonia se ha quedado en cada rincón y me encanta, es muy acogedor. Pablo
enciende el reproductor de CD’s y suena Sobrenatural de Pol 3.14. Sonrío al
reconocerla y él me mira avergonzado. Dirige su dedo índice hacia el botón para
pasar a la siguiente, quizá cree que pienso que es tonto por escuchar canciones
románticas. Yo evito que lo pulse, sujetando con firmeza su mano. Él me mira
sorprendido.
-Me encanta- sonrío mirándole a los ojos, o mejor dicho, mirando el
cristal oscuro de sus Ray-Ban.
-Está bien, como tú quieras- me mira de reojo, a la vez que arranca el
coche.
El sol pega con fuerza contra el cristal del deportivo. Los rayos me
impiden mirar hacia la carretera y tengo que mirarle a él. Gracias sol… Su cara
está iluminada y resalta su moreno. Está guapísimo. Siempre está guapo, pero
ahora es sobrenatural.
-¿Cómo estás?- sonríe sin dejar de mirar a la carretera, rompiendo el
silencio.
-Muy bien- sonrío, olvidando por un momento el rumor sobre su
relación- ¿Tú?
-Ahora mejor- repite, como me dijo el otro día. Yo no puedo evitar
sonrojarme ante la mirada pícara de Pablo.
Me pirra Pablo, me gustan esos tipos de chicos, eres genial =)
ResponderEliminarMe ire a buscar a algun Pablo por ahi jajaja
Un besote y nueva entrada
tequiero <3
Holaaa :) Dios Darío la ha cagado pero bien, sigo flipando con lo de Giulia enserio, jajajaja dios que intriga que pasara con estos dos en el concierto? *__* Escribe pronto ah! y si puedes, pon algo sobre Mara jejeje, me chifla esa mujer, un beso enooooooooorme. :)
ResponderEliminar¡Qué suerte que haga Sol, ¿verdad?! Piensas en todo, chérie.
ResponderEliminarAy, que mono que es Pablo *__*
ResponderEliminarHoy no podré leer mucho más, prometo seguir mañana.
Besos, Amanda.